–Ese panorama más amplio que usted señala, ¿le permitió crecer como goleador?

–Sin dudas, porque el delantero muestra su capacidad en la cuota goleadora que es capaz de aportar. Y con los años el oportunismo se va afinando y te permite estar parado en el lugar preciso dentro de la cancha para convertir. Cada uno con su libreto hace lo que le parece correcto. Por ejemplo, Guillermo (Barros Schelotto) le da a Gimnasia un semblante que necesita. Cuando regresó al país, vino con el objetivo de salvar a su equipo del descenso, y lo que le puede brindar es carácter y sangre caliente, algo fundamental para que a Gimnasia le vaya bien. Por eso, cada jugador veterano tiene su libreto que aprendió a lo largo de los años y está mucho más estudiado que los demás. Entonces, a la hora de llevarlo a la práctica, sacamos ventaja. La cuestión es saber por qué sacamos esa ventaja cada vez más holgada. Y creo que ahí el problema está en el déficit del fútbol argentino para renovarse: en vez de innovar, los jóvenes se van cada vez más chicos. A la larga, eso perjudica.

–Pelear lo más arriba posible y sumar la mayor cantidad de puntos para mantenerse firmes sin pensar que somos candidatos. A este plantel lo dieron muchas veces como protagonista y como sorpresa, pero después decayó su nivel de forma estrepitosa, así que es mejor ir despacio, pensando que la idea está en no dejar pasar este tren. Es un torneo en el que si hacemos bien las cosas podemos arrimarnos más de la cuenta a los favoritos.