DEPORTES › ANSIEDAD EN LA PUERTA DE LA CONCENTRACIóN

Aguante la Selección

 Por Facundo Martínez

Desde Belo Horizonte

En las veredas externas del predio de Cidade de Galo desfilan diariamente decenas de hinchas que se trasladan desde el centro de la ciudad hasta Vespesiano para intentar en vano transmitirles su apoyo incondicional a los jugadores en esta aventura mundialista. De Neuquén a Villa Crespo, de Misiones a Tucumán, así aleatoriamente van pasando las historias y los personajes. El protagonista de la jornada de ayer fue, sin dudas, Denis André, un hincha brasileño que intentó ingresar al predio del Atlético Mineiro burlando a la seguridad con intenciones de pedirle a Lionel Messi un autógrafo, pero no cualquier autógrafo sino uno muy especial: sobre la portada de un diario de aquí en la que el mismo André aparece lustrándole los botines al crack durante la práctica que la semana pasada el seleccionado nacional debió realizar con las puertas abiertas al público en el estadio Independencia de esta ciudad, y que terminó con una invasión de hinchas locales en el campo de juego, justo en el momento en que los jugadores se retiraban y saludaban a los presentes.

“Yo soy el que le lustré los botines a Messi. El me regaló el buzo. Sólo quiero que me firme aquí”, explicaba André, con lágrimas en los ojos, ya detenido por la policía, y sentado en el piso, a un costado de la puerta lateral de una camioneta policial.

André estaba vestido igual que como había salido en la foto y se encargaba de remarcarlo ante los periodistas que se le acercaron, mientras lo rodeaban varios uniformados. “Yo no soy marginal, no soy delincuente. Soy muy pobre y para mi familia sería un honor tener un autógrafo de Messi. El es más que Neymar. Fue cuatro veces elegido el mejor jugador del mundo”, explicaba André, siempre llorando y rogándole a la policía que no se lo llevaran detenido (foto).

Desde el piso primero, y luego sentado en el asiento trasero de un patrullero, este hincha brasileño de Messi dio cuanta entrevista se le solicitó. Incluso lo hizo con el patrullero en movimiento, cuando después de un buen rato fue sacado del lugar.

Más allá de las lágrimas, los empujones de la policía y la muy bizarra atención a la prensa, André se llevó en el patrullero consigo una camiseta de la Selección que le regaló un colega de la agencia Télam y la promesa de otro, lograr que se la firmen. “Yo quiero ir con usted, para verlo a Messi”, subía la apuesta, y lloraba.

Otro personaje de la mañana de ayer fue el un falso Maradona japonés, que repetía frases del ex capitán y ex entrenador del seleccionado argentino. “La pelota no se mancha”, era su muletilla, pero lo cierto es que no se lo entendía del todo bien. Lo gracioso es que cada vez se le preguntaba su nombre, respondía Diego Armando Maradona. Está podeado por los chicos de la escuelita de fútbol de Renato Cesarini, que lo rodean y se matan de la risa. El falso Maradona japonés es un fanático de Belo Horizonte, se llama Hisho y levanta una falsa Copa FIFA.

El Mundial ofrece estas perlitas, mientras los jugadores se entrenan a escondidas de hinchas y periodistas, todos bajo un mismo sol hermanados por el fútbol y el calor.

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