ECONOMíA › EL PRIMERO DE IBEROAMERICA

Subte sí, metro no

El subterráneo de Buenos Aires fue el primero en ser construido e inaugurado en Iberoamérica, en el año 1913. Sin embargo, ese orgullo se diluye cuando se lo compara con lo que han crecido otros muy posteriores. El contrato para construir las primeras líneas de subterráneos fue aprobado por el Concejo Deliberante de la Ciudad en 1909, y cuatro años después ya se inauguraba el primer tramo de la línea que corría entre Plaza de Mayo y Primera Junta. Un lapso que, para la duración que suelen tener hoy las obras del subte, resulta sorprendente. Lo que sí podría estar más emparentado con los tiempos actuales es que aquel contrato con la Compañía de Tranvías Anglo Argentina comprometía la construcción de tres líneas de subte, de la cual sólo construyó la mencionada.

El primer tramo, entre Plaza de Mayo y Plaza Miserere, se inauguró el 1º de diciembre de 1913. Cuatro meses después, el 1º de abril de 1914, el subte ya llegaba hasta la estación Río de Janeiro y el 1º de julio se extendía hasta Primera Junta. Dichas obras se hacían por el sistema de zanjeo, cavando a cielo abierto para volver a cubrir de tierra sobre el túnel una vez que se construía el techo del mismo.

La compañía inglesa a cargo de la construcción no sólo dejó la obra sino que también contribuyó a dotar al nuevo medio de transporte con el anglicismo “subte”, proveniente de la palabra inglesa “subway”, siendo el único lugar en el mundo donde se lo conoce por aquel nombre, en vez de “metro”, como se lo denomina en todas las demás ciudades de habla hispana.

A partir de allí, la Ciudad debió esperar hasta la década del ’30 para inaugurar nuevos tendidos: el 17 de octubre de 1930 la línea B, desde el Correo Central a Chacarita; en 1934 el tramo Constitución-Diagonal Norte de la línea C, y en 1937 la línea D de Plaza de Mayo a Palermo. Recién en 1943 se inauguró el tramo Constitución-General Urquiza de la línea E.

Con las ampliaciones de las líneas ya existentes y el tramo inaugurado de la línea H, el subte de la Ciudad de Buenos Aires alcanza una extensión de 60 kilómetros. Muy a distancia de los 200 kilómetros que recorre el metro en la ciudad de México y los 103 de la red que va por las entrañas de Santiago, la capital chilena.

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