EL MUNDO › EXIGENCIA DEL SOCIO LABORISTA AL ACUSADO PREMIER ISRAELí

Barak pidió la renuncia de Olmert

Una investigación por presunta corrupción complica la situación del jefe del Ejecutivo de Israel, luego de que el testigo clave admitiera que le pagó donaciones. Crece la presión dentro de su frágil alianza para que deje el cargo.

 Por N. Galarraga y J. M. Muñoz *

Desde Jerusalén

El primer ministro Ehud Olmert ha sorteado con gran habilidad toda suerte de escollos en las turbulentas aguas de la política israelí. Ahora, acosado por la quinta investigación policial por presunta corrupción, se asoma de nuevo al precipicio. Ehud Barak, ministro de Defensa y líder del Partido Laborista, socio clave de la frágil coalición que encabeza Olmert, le exigió ayer que se aparte del cargo y se designe a un sustituto para impedir un adelanto electoral, la amenaza que esgrimió Barak.

Cuando saltaron las últimas acusaciones, el jefe del Ejecutivo prometió solemnemente que sólo abandonaría si es imputado. Pero la presión a favor de su renuncia es colosal en una coyuntura política plagada de desafíos en Medio Oriente.

Barak, que ha lanzado similares amenazas sin cumplirlas después, considera que el líder del partido Kadima (Adelante) es incapaz de “ocuparse de sus asuntos personales al tiempo que mantiene tantos frentes abiertos: el proceso de Annapolis con el presidente palestino, Mahmud Abbas; la tregua que se negocia con Hamas; el eventual intercambio de prisioneros libaneses con Hezbolá; la incipiente negociación con Siria; el programa nuclear de Irán. Ninguna de estas iniciativas ha fructificado aún, pero unos comicios anticipados supondrían un rotundo revés, dado que todas las encuestas apuntan al líder del derechista Likud, Benjamín Netanyahu, reacio a cualquier concesión, como claro vencedor.

El laborista Barak lanzó su órdago al día siguiente de la declaración ante un tribunal de Jerusalén del magnate estadounidense Morris Talansky, testigo clave de las pesquisas contra el primer ministro israelí. La prensa ha informado que en su relato describió a Olmert como un político ávido de dinero, con gustos muy caros, y que logró convertir a un judío estadounidense (Talansky) en su cajero automático. El asunto está colmando la paciencia de los israelíes, que parecían casi curados de espanto con las corruptelas de su clase política. El 70 por ciento no cree a Olmert cuando asegura que el dinero que le dio el millonario se destinó a campañas electorales.

Barak le pidió que anteponga los intereses nacionales a los personales y deje el cargo, al menos mientras perdure la investigación, que no concluirá previsiblemente antes del final del verano. Olmert, interrogado por la policía dos veces, admitió a principios de mes que recibió dinero del millonario, pero insistió en que no había cometido ninguna ilegalidad y en que no se apropió de un dólar, afirmación refutada por Talansky. Los expertos legales creen que por ahora no hay pruebas que justifiquen una imputación. A eso se agarra el primer ministro como a un clavo ardiendo.

Barak apremió a Kadima a que busque pronto un sustituto. De lo contrario, los laboristas abandonarán la coalición y forzarán la convocatoria de elecciones anticipadas. Cuentan con 19 diputados, vitales para la coalición gobernante que agrupa a 64 de los 120 legisladores de la Knesset (Parlamento israelí).

Olmert, que mantuvo el miércoles su agenda, guardó silencio. Hasta ahora ha logrado sortear otras acusaciones de corrupción e incluso la investigación oficial sobre la pésima gestión de la guerra de Líbano de 2006. Uno de los principales asesores del jefe del Ejecutivo descartó, antes de la comparecencia del ministro de Defensa, que tenga intención de tirar la toalla. Apenas cruzado el ecuador de su mandato, la desconfianza popular y la acumulación de sospechas pueden suponer el último clavo en el ataúd político de Olmert. Ya vivió una situación similar hace un año cuando Tzipi Livni, su ministra de Exteriores, le pidió la dimisión tras el demoledor informe sobre la guerra de Líbano. Medio partido apostaba por ella, pero el veterano político aguantó el tirón. Si ahora decide abandonar, Livni se postula como la candidata con más opciones de sucederlo.

* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.

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El premier Ehud Olmert (centro) observa a Ehud Barak (iz.), quien le ha pedido un paso al costado.
 
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