EL MUNDO

Una Italia de 120 ciudades tomadas contra Berlusconi

Por Lola Galán *
Desde Roma

Cientos de miles de personas –millones, según los organizadores– se echaron ayer a la calle en toda Italia en apoyo de la huelga general convocada en solitario por el principal sindicato del país, CGIL, contra los presupuestos de 2003 y la reforma del mercado de trabajo. Trenes, aviones y transporte local fueron los servicios más afectados por el paro, secundado por la industria del norte del país. En escuelas, bancos y oficinas postales el seguimiento fue menor.
Al paro se adhirieron entre un 75 y un 100 por ciento del total de los trabajadores, según la CGIL, mientras empresarios y Gobierno hablaron de entre un 25 y un 30 por ciento. Las críticas más duras a los huelguistas llegaron curiosamente de los dos sindicatos (CISL y UIL) que no suscribieron la convocatoria. “Hemos superado el desafío”, clamó en Turín Guglielmo Epifani, nuevo líder de CGIL, en el mitin que cerró una de las manifestaciones más masivas de las que ayer desfilaron por 120 ciudades italianas. Entre la masa de asistentes (200.000, según los organizadores) con banderas rojas de la CGIL, muchos vestían monos con las siglas de la Fiat, primer grupo industrial italiano, que atraviesa una profunda crisis. Epifani, flanqueado por el secretario general de los Demócratas de Izquierda, Piero Fassino, y el del Partido de Refundación Comunista (PRC), Fausto Bertinotti, criticó la política económica del gobierno de centroderecha de Silvio Berlusconi, y la reforma del artículo 18 de Estatuto de los Trabajadores aceptada, en cambio, por CISL y UIL, para los que la huelga era algo así como una bofetada en pleno rostro. El apoyo del centroizquierda a esta segunda huelga general contra el artículo 18 y contra la política económica del gobierno de Berlusconi se limitó al principal partido de la izquierda (DS) y al ala radical de la coalición de El Olivo. En Milán, encabezó la manifestación el ex magistrado Antonio Di Pietro, del brazo del ex líder sindical Sergio Cofferati, mientras Máximo D’Alema, el más moderado de los “barones” de la izquierda, desfiló por las calles de Nápoles. El silencio fue total en las filas de La Margarita, la minicoalición que agrupa a los cuatro partidos centristas de El Olivo. El líder de esta confederación, Savino Pezzotta, reaccionó con furia a las afirmaciones de Epifani, que llegó a asegurar que la adhesión a la huelga de ayer fue superior a la registrada el 16 de abril, cuando el paro estuvo apoyado por los tres principales sindicatos.
“Esta huelga no tiene sentido y dañará la unidad sindical”, declaró Luigi Angeletti, líder de la moderada UIL. Uno y otro declararon que el paro “no se ha sentido en el país”. Angeletti respondió irónicamente al triunfalismo de Epifani: “Si el éxito ha sido total será que han hecho la huelga en otro país”.
El despliegue de fuerza de la CGIL, un sindicato con 5,4 millones de afiliados fue, en todo caso, impresionante, aunque en el centro de Roma apenas se reunieron unos pocos miles de personas para escuchar a los responsables regionales de la confederación y al alcalde de la ciudad, Walter Veltroni, uno de los firmes sostenedores de un paro que colapsó el tráfico de la capital, obligada a funcionar entre las 9 y las 17.00 horas con un transporte público reducido a los servicios mínimos. Trenitalia, la sociedad que gestiona los trenes, aseguró que habían funcionado seis de cada diez trenes, dato rechazado por los sindicatos. Miles de pasajeros se quedaron en tierra en los aeropuertos de todo el país, mientras el paro, al que se sumaron algunos sindicatos de base, fue desigual en las escuelas, en la administración pública (más del 75 por ciento, según CGIL) y en la banca.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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La marcha de Turín, una de las más numerosas de ayer.
 
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