EL MUNDO › EL PRESIDENTE FRANCéS DESMINTIó LAS SOSPECHAS QUE PESAN SOBRE SU MINISTRO Y EX TESORERO DE CAMPAñA

Ante las cámaras, Sarkozy negó todo

El mandatario eligió el mejor momento para victimizarse. Hoy, el cuestionado ministro de Trabajo, Eric Woerth, presenta el proyecto de reformas del sistema de jubilaciones francés, el más polémico de su gobierno.

 Por Eduardo Febbro

Desde París

Nicolas Sarkozy salió ayer públicamente a desmentir las sospechas que pesan sobre uno de sus ministros emblemáticos, el de Trabajo, y también sobre el financiamiento de su campaña electoral. Hábil, combativo, siempre al filo de la verdad y su contrario, inimitable actor de una pieza televisiva escrita exclusivamente para él, Sarkozy se presentó ante las cámaras de la televisión como una víctima de la “calumnia” y objeto de una campaña que, según él, se explica únicamente por el alcance de las reformas que su gobierno está implementando. La intervención del jefe del Estado en la televisión es una especialidad turística del sistema político francés. La puesta en escena, las preguntas y hasta el periodista son elegidos por la presidencia francesa, y ello cualquiera sea la mayoría en el poder, socialista o conservadora. La regla se respetó ayer. Acosado por una persistente ola de informaciones y rumores sobre los lazos del actual ministro de Trabajo y tesorero de su campaña electoral y del partido presidencial UMP, Eric Woerth, con la heredera de la fortuna del fundador de la multinacional L’Oréal, Liliane Bettencourt, Sarkozy actuó como un auténtico bombero de una mayoría que le venía pidiendo que saliera a apagar el incendio.

El presidente eligió el mejor momento. Hoy, el cuestionado ministro de Trabajo presenta el proyecto de reformas del sistema de jubilaciones francés, el más polémico de su mandato. Sarkozy explicó que las informaciones sobre el conflicto de intereses en cuyo centro está el ministro, así como la sospecha de que financió su campana con dinero oculto se deben justamente a esa reforma: “Me preparé –dijo Sarkozy– (...). Cuando uno emprende reformas se trastornan intereses, situaciones adquiridas, uno molesta a cierta cantidad de personas y uno sufre la calumnia”. En cuanto a Eric Woerth, el jefe del Estado afirmó que era un hombre “honesto, un hombre que tiene toda mi confianza. Eric Woerth seguirá llevando a cabo la reforma del sistema de jubilaciones según el calendario que estaba previsto”.

Todo parece encajar a la perfección. El domingo, la Inspección General de Finanzas publicó los resultados de una investigación en la cual se exime a Eric Woerth de toda falta. El documento asegura que éste no usó su función para favorecer de una u otra manera a la señora Bettencourt (en el momento de los hechos, Woerth era ministro de Presupuesto). El texto de la Inspección General de Finanzas dice que él, cuando era ministro de Presupuesto (2007-2010) “no intervino ante los servicios que estaban bajo su autoridad para pedir, impedir u orientar una decisión o control sobre la señora Bettencourt”. La oposición socialista y la asociación Transparencia Internacional pusieron en tela de juicio la imparcialidad del informe, dado que la Inspección General de Finanzas no es un organismo independiente sino que depende del Ministerio de las Finanzas, ministerio que depende del primer ministro, quien a su vez depende de Sarkozy.

En suma, el mayor escándalo del mandato de Nicolas Sarkozy se resume a una simple campaña de “calumnias”, “mentiras” y un “complot”. Sin embargo, la trama de esta historia que se desprende de un conflicto familiar en el seno de los Bettencourt es digna de una saga televisiva e implica a las más altas personalidades del Estado y hasta a eminentes miembros del sistema judicial. Liliane Bettencourt, la heredera de L’Oréal, le regaló al fotógrafo François-Marie Banier cerca de mil millones de euros. Su hija presentó una querella contra el fotógrafo acusándolo de haber abusado de la debilidad de la señora Bettencourt, que tiene 87 años. Ello dio lugar a una serie de investigaciones y a la intervención del mayordomo de Liliane Bettencourt, el cual grabó las conversaciones de la señora.

En esas bandas aparece el nombre del ministro Woerth, el de su esposa, que trabajaba como gestora de la fortuna de Bettencourt, así como un exquisito panel de informaciones sobre el fraude fiscal protagonizado por la octogenaria señora. El asunto se complicó cuando la semana pasada la ex contadora de Liliane Bettencourt dejó caer un explosivo ramo de revelaciones. La ex contadora afirmó que Eric Woerth había recibido 150.000 euros en efectivo para la campaña de Sarkozy y que el mismo presidente, cuando era intendente de la localidad de Neuilly, solía ser el destinatario de generosas donaciones de Liliane Bettencourt, al igual que una extensa galería de hombres políticos.

Por asombroso que resulte, la Inspección General de Finanzas de Francia tampoco encontró elementos que justifiquen “un examen de la situación fiscal personal de Bettencourt”, según reza el texto del informe de este organismo. Las grabaciones del mayordomo no dejaron santo con corona y en ellas hasta aparece el nombre del fiscal de la República, Philippe Courroye, a quien se critica por su favoritismo presidencial. Pese a ello, las investigaciones en curso en torno del megacaso Bettencourt están a cargo de la Fiscalía y no de un juez de instrucción. Es difícil apostar sobre el rumbo que tomará este megaescándalo. Lo más probable es que algún inocente –periodista o actor secundario– pague los platos rotos. Nicolas Sarkozy fijó ayer las prerrogativas. La reforma de las jubilaciones continuará a cargo del ministro cuyo rol en el OVNI Bettencourt sigue siendo poco transparente.

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La intervención del jefe del Estado en la televisión es una especialidad turística del sistema político francés.
Imagen: AFP
 
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