Sábado, 14 de enero de 2012 | Hoy
EL MUNDO › LA CANDIDATA INDEPENDENTISTA ES LA FAVORITA
Por Marcelo Justo
Es la Cristina Fernández de Asia y tiene poderosos enemigos. La oposición del Partido Comunista de China que, junto a Estados Unidos, apoya al candidato del oficialista Kuomintang, no ha impedido que la líder del independentista Partido Demócrata Progresista, Tsai Ing-wen, esté cabeza a cabeza en las encuestas de las elecciones presidenciales de este sábado en Taiwan. Su victoria tensaría la cuerda de la volátil relación con China y sería un duro golpe para el presidente Hu Jintao y su política de seducción que busca la reunificación con Taiwan por la vía pacífica.
En un año político clave para China, que renueva su cúpula partidaria y gubernamental en noviembre, los comicios tienen un significado que va más allá de la vieja aspiración diplomática de la reunificación. Al asumir como presidente chino en 2002, Hu Jintao apostó al pragmatismo de los intereses económicos comunes como paso previo a un acuerdo político con Taiwan. En 2005 hizo lo que ningún líder chino había hecho y se reunió con el presidente del Kuomintang, Ma Ying-jeou, en aquel momento jefe de la oposición, en un intento por enterrar definitivamente los fantasmas de la guerra civil que finalizó con la victoria comunista de 1949.
Esta política rindió indudables dividendos para ambas partes. La aplastante victoria de Ma Ying-jeou en las elecciones de 2008 abrió las puertas a un florecimiento de contactos económicos, políticos y sociales. En 2010 la inversión taiwanesa superó los 12 mil millones de dólares, duplicando las cifras del año previo: hoy hay unas 80 mil compañías de Taiwan radicadas en China. En medio de este florecimiento, ambas partes no variaron un ápice su postura diplomática. Taiwan sigue sosteniendo que es la verdadera China, heredera de la República fundada en 1911 por el “padre de la patria”, Sun Yat Sen, mientras que el Partido Comunista señala que Taiwan debería reconocer que la victoria de Mao Zedong, en 1949, saldó el tema.
Una victoria de la candidata independentista pondría en peligro este entendimiento de ambas partes. La campaña de Tsai Ing-wen se centra mucho más en temas domésticos como el desempleo y la creciente desigualdad, pero el resultado dependerá en gran medida de China. En un intento de neutralizar el factor chino en momentos de desaceleración económica, Tsai Ing-wen se comprometió a no modificar la política hacia el continente, pero para nadie es un secreto que China quiere una victoria del Kuomintang.
El actual presidente, que busca su segundo mandato, cuenta con el discreto apoyo de Estados Unidos que recientemente anunció que relajaría su política de visas para Taiwan, algo que el Kuomintang inmediatamente reivindicó como un respaldo a su candidato. Estados Unidos es el principal socio comercial de Taiwan y está obligado por un tratado bilateral a defenderlo en caso de ataque militar. Agobiado por la economía y con otros temas internacionales en la agenda, el presidente Barack Obama no quiere cambios ni turbulencias.
Entre los empresarios taiwaneses es la misma historia. Nadie ha dejado más claro su preferencia que el dueño de Foxconn, la multinacional taiwanesa en la que se suicidaron 14 trabajadores chinos hace dos años. En un intento por mostrar explícitamente su apoyo y añadir unos votos, el presidente de la compañía, Terry Gou, los dio a sus empleados taiwaneses en China lo que nunca en su vida había ofrecido: vacaciones pagas para que vayan a votar.
El tema nuclear es otro de los ejes de la campaña. Poco después del desastre nuclear en la planta de Fukushima Daiichi en Japón, la candidata independentista propuso el Plan de desnuclearización para 2025, un intento de cerrar las tres plantas nucleares que suministran una quinta parte de las necesidades energéticas de la isla. El Kuomintang es un fuerte defensor de las plantas que construyó en los ’70, cuando gobernaba el país con ley marcial y mano de hierro.
En Taiwan está prohibida la publicación de sondeos en los 10 días previos a la elección, de modo que es imposible predecir el resultado. Mucho dependerá del tercer candidato en pugna, James Soong. Desprendimiento del Kuomintang, nadie puede anticipar qué margen del electorado responderá a su política de mayor acercamiento al continente.
En las elecciones de 2000 el Partido Comunista chino buscó intimidar a los votantes con amenazas bélicas si elegían al candidato independentista que terminó ganando por un amplio margen. Beijing ha aprendido la lección. Por el momento, ha guardado silencio.
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