EL MUNDO › LOS CRíMENES DEL FRANQUISMO LLEGAN A LA JUSTICIA ESPAñOLA

Hallan restos en fosas comunes

Un grupo de arqueólogos encontró los cuerpos de entre veintiún y veintitrés personas dispuestos en cuatro pozos en una finca del Cortijo de El Marrufo, en la unión de las provincias de Cádiz y Málaga.

 Por Adrián Pérez

Setenta y seis años después, los crímenes cometidos en un paraje del sur de España, en el comienzo de la dictadura de Francisco Franco, llegaron hasta la Justicia española. Fue después de que un grupo de arqueólogos encontrara los restos de entre veintiún y veintitrés personas dispuestos en cuatro fosas comunes en una finca del Cortijo de El Marrufo, en la unión de las provincias de Cádiz y Málaga. Todos mostraban signos de violencia. Por eso, la Asociación de Familiares de Represaliados por el Franquismo de la Sauceda y El Marrufo presentó una denuncia penal por desaparición forzada, detención, asesinato y torturas –en el marco de crímenes contra la humanidad– ante el Juzgado de Instrucción Número 1 de Jerez de la Frontera, perpetrados contra la población civil indefensa, por motivos políticos e ideológicos, en el contexto de la insurrección armada contra el gobierno de la República Española a partir del 18 de julio de 1936.

Tal como adelantó Página/12 en octubre, la Federación Estatal de Foros por la Memoria y el Foro por la Memoria del Campo de Gibraltar habían denunciado el hallazgo de casquillos y vainas correspondientes a rifles máuser en el Cortijo de El Marrufo. En esa primera etapa de prospección también apareció pirotecnia sevillana y de fabricaciones de Toledo, munición utilizada por el ejército y las fuerzas sublevadas contra la Segunda República. La segunda fase de las exploraciones comenzó el 2 de julio. Sobre las cuatro fosas había una estructura de piedra, presumiblemente para proteger el lugar y demarcarlo. En diálogo con este diario, Jesús Román Román, responsable de las excavaciones arqueológicas, señala que la primera fosa tiene seis metros por uno de ancho.

En ese pozo con forma de trinchera se encontraron los primeros diez cuerpos, a treinta centímetros de la superficie. Junto a los restos aparecieron además botones de nácar y de metal, zapatos y dos pequeños lápices. Dos de esos cuerpos, con alambres amarrados a los antebrazos, mostraban las aberraciones cometidas por la dictadura franquista. Además, los restos óseos presentaban fracturas conminutas, que se producen cuando el hueso recibe un golpe fuerte hasta ser separado en pequeños fragmentos. El arqueólogo estima que las fracturas pudieron originarse por el impacto de balas en al menos tres casos. Todos los cuerpos de esa fosa, que todavía está en proceso de exhumación, serían de hombres.

En la segunda fosa, de un metro ochenta de largo por ochenta centímetros de ancho y treinta y cinco centímetros de profundidad, se hallaron dos cuerpos. Una bala, hebillas de mujer y botones indican que esos restos podrían ser de mujer. En la tercera excavación, de dos por dos, se encontraron siete cráneos y algunos restos más que podrían corresponder a otros dos cuerpos. Por la presencia de una peineta de hueso y un pendiente, los arqueólogos creen que dos de esos restos serían de mujeres. Esa fosa aún está en proceso de exhumación. Por el momento, la cuarta excavación, dispuesta en paralelo a la primera, mostró indicios de la presencia de dos cuerpos. Todavía resta delimitar el terreno y comenzar la localización de los restos.

El arqueólogo asegura que tanto las fuentes documentales como las orales hablan de una cifra mayor de fusilados. Según testimonios de antiguos pobladores, las fuerzas de Franco habrían enterrado entre 300 y 600 cuerpos en la zona donde se realizaron las catas. “Hemos localizado entre veintiún y veintitrés cuerpos y esperamos que en las próximas semanas ese número aumente sustancialmente”, confía el coordinador del equipo arqueológico. Emplazado en una región de suave pendiente, el Cortijo de El Marrufo fue utilizado por los aldeanos para la limpieza del trigo y la cebada. Desde noviembre de 1936 hasta marzo de 1937, funcionó como cuartel del ejército, la Guardia Civil y la Falange y fue utilizado como campo de concentración, donde se detuvo, torturó y ejecutó a hombres, mujeres y niños.

El lugar más plano de la finca se utilizó para enterrar los cuerpos de los asesinados por los fascistas. La zona de estudio comprende unos mil metros cuadrados aproximadamente. La finca de El Marrufo tiene mil hectáreas. La tierra es de bujeo (una arcilla esparcida) que presentó una gran dificultad en el comienzo de las excavaciones. Por delante queda el proceso de exhumación de las fosas tres y cuatro, el estudio de los restos por parte del equipo de antropología y la localización de nuevas fosas. En paralelo, se continuará con la toma de testimonios y la búsqueda de nuevas fuentes documentales. “Ya tomamos muestras de ADN a diez familiares y esperamos que el número aumente conforme se conozca la noticia. Estamos hablando con la Junta de Andalucía para que se haga cargo del análisis de las muestras de ADN”, dice Román Román.

Y comenta que los familiares se emocionan al ver la realidad de las fosas. “Siempre dan palabras de ánimo, cariño y apoyo”, agrega. Además de las cuarenta personas que trabajan en las excavaciones, ayer se incorporaron veinticinco estudiantes de historia y arqueología que estarán trabajando durante todo el mes de agosto. “Es un hallazgo importante por lo que significó El Marrufo como centro de detención, tortura y asesinato en pleno proceso de la mal llamada Guerra Civil Española”, evalúa el hallazgo Román Román. La tierra comenzó a hablar y arrojó información. Ahora la pelota está en terreno de la Justicia española, que debe investigar la violencia sembrada por el Estado español en el Cortijo de El Marrufo durante el franquismo.

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Todos los cuerpos de la primera fosa, que todavía está en proceso de exhumación, serían de hombres.
Imagen: Asociación Familiares de Represaliados La Sauceda y El Marrufo
 
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