EL MUNDO › ESCENARIO

Chicas Quilomberas

 Por Santiago O’Donnell

Bueno, esta vez nos toca estar con las Pussy Riot, o Chicas Quilomberas, si usamos una traducción livianita. Son tres chicas rusas que formaron un grupo punk con nombre inglés y que acaban de ser condenadas a dos años de cárcel con trabajos forzados por haber gastado a Putin en una catedral ortodoxa.

Para hacerla corta, la chicas hicieron una joda irreverente o irrespetuosa, según como se mire, y les dieron con un caño. Eso solamente pasa en un país con un presidente todopoderoso cuando alguien critica, carga o dice algo que molesta mucho a ese presidente todopoderoso. En febrero, las chicas entraron a la Catedral Cristo Salvador de Moscú pintadas, sacadas, puro pinche y cuero negro, riendo a carcajadas. Otras veces se habían desnudado y se habían tocado para llamar la atención. Esta vez limitaron su performance a un rezo sarcástico llamado “Madre de Dios, échalo a Putin”. Consistió en el recitado en voz alta y con tono solemne de la letra de una de las canciones del grupo. Enseguida llegaron los guardias de seguridad y se las llevaron. Todo duró menos de un minuto. El patriarca se enfureció. “Fue un acto de blasfemia y de vileza espiritual... de tal escala que no puede ser ignorado”, declaró el patriarca Kirill, líder de la Iglesia Ortodoxa rusa.

Las chicas contestaron que la idea era denunciar el apoyo de la Iglesia Ortodoxa a la re-re-reelección de Putin. “A través de la canción ‘Madre de Dios échalo a Putin’ describimos la reacción de muchos ciudadanos rusos ante el llamado del patriarca a votar en favor de Vladimir Vladimirovich Putin en las elecciones de 4 de mayo”, declararía durante el juicio Nadezhda Tolokonnikova, 22, la más joven del trío. “Simplemente reaccionamos a lo que pasa en nuestro país, los tiempos nos dictan los temas de nuestras canciones y nuestras actuaciones.”

Las Pussy no tenían antecedentes policiales, pero las llevaron a la comisaría y nunca más las soltaron: derechito a juicio como si fueran sospechosas de asesinato. Wow. Eso solo, que no las soltaran hasta el juicio, seis meses de cana por una joda que no lastimó a nadie, ya parecía demasiado.

Por eso empezaron a saltar los apoyos de los rockeros, primero Björk y Madonna, después Paul McCartney y Sting y Yoko Ono. Putin al principio no venía diciendo mucho del tema, pero cuando saltaron los rockeros se lo tomó como un desafío de Occidente. Por eso todo el mundo sabía que en el juicio a las chicas les iban a dar con un caño, que Putin les iba a dar con un caño. Las acusaron de vandalismo incitado por el odio religioso.

El viernes escucharon sus sentencias en un juzgado de Moscú esposadas detrás de una jaula de vidrio antibala (foto). Se veían serenas y fuertes y sonrientes en casi todas la fotos. Sabiendo lo que iba a pasar y dispuestas a pagar el precio. “A juzgar por cómo empezó el juicio, la decisión ya ha sido tomada”, anticipó el abogado de las tres chicas, Mark Feygin, horas antes de la sentencia. “No tengo dudas de que la Corte las encontrará culpables y que recibirán penas de uno a tres años de prisión.”

El abogado de las cantantes no es el primero en cuestionar a la Justicia rusa bajo el régimen de Putin. “Para decirlo de manera sencilla, la Justicia no es independiente en Rusia, y esto significa toda la Justicia. Un juez ruso debe cumplir una orden que recibe, práctica que transforma al juez en un burócrata estatal ordinario, o debe abandonar el sistema. Durante mis ocho años de encarcelamiento me he cruzado con varios ejemplos de jueces que admiten abiertamente que no tienen el poder de actuar de manera independiente. Un sobreseimiento o una decisión contraria a las instrucciones que llegan desde arriba simplemente será revertida, el juez le dirá al acusado, y entonces ambos serán castigados. Los jueces rusos típicamente sobreseen a menos de dos de cada cien acusados y algunas estimaciones dicen que menos de uno en cien. Expertos legales y defensores de derechos creen que las cárceles rusas retienen a decenas de miles de personas convictas ilegalmente con casos fabricados. Cuando se les pregunta a los siloviki de Putin, sus matones de los servicios de inteligencia y las fuerzas armadas, te van a decir con un guiño que los criminales siempre dicen que son inocentes. Lo contrario es cierto. En el mundo retorcido del sistema judicial ruso muchos inocentes se declaran culpables aunque tratan de justificar su comportamiento diciendo que estaban borrachos o son estúpidos o cometieron un error. Todos saben que una confesión consigue una pena mucho más corta y la posibilidad de salir en libertad condicional. Y todos saben que quienes no cooperan con el fiscal igual serán condenados de una u otra forma. Su intransigencia significa que tendrán que cumplir la condena completa. Y son condenas muy largas.”

Quien describe de esta manera el sistema judicial ruso no es ningún perejil. Se trata del multimillonario Mikhail Khodorkovsky, un tipo que antes de caer preso en el 2003 ocupaba el puesto trece en las lista de los más ricos del mundo de la revista Forbes. La descripción que hace de la Justicia rusa aparece en un artículo de opinión que escribió hace dos meses desde la cárcel para la revista Time.

Uno de esos jueces que Khodorkovsky describe lo había embocado por fraude y evasión de impuestos. Ocurrió así: un día el empresario discutió fuerte por televisión con Putin. A los pocos días fue citado como testigo en el juicio de un socio, lo metieron preso en el tribunal y no lo soltaron más Estando en la cárcel lo volvieron a condenar por corrupción en otro caso y ahora tiene condena hasta el 2018. Muchos dicen que Putin le tiene miedo a Khodorkovsky y que por eso lo va a tener preso todo el tiempo que Putin siga en el poder, donde ya lleva doce años sin señales de querer aflojar.

Ya sea un chorro, un cómplice o un honorable hombre de negocios, da la impresión de que este magnate Khodorkovsky sabe lo que dice. El sistema que describe se parece demasiado al que acaba de condenar a las chicas punk en las narices de todo el mundo. De hecho, algunos periodistas que cubrieron el juicio este viernes repararon en el detalle de que las Pussy Riot fueron condenadas en el mismo juzgado donde había sido sentenciado Khodorokovksy.

En el juicio de las Pussy Riot, las chicas admitieron su culpa y pidieron perdón: “Si nuestra performance insultó a alguien, cometimos un error ético. No somos enemigas del cristianismo, y la opinión de los creyentes nos importa”, declaró la Pussy más joven en nombre de las tres. El fiscal pidió dos años y la jueza le dio dos años, repitiendo casi con las mismas palabras los argumentos de la acusación. “Teniendo en cuenta la naturaleza y el grado de peligrosidad de lo que hicieron, la corrección de las acusadas sólo es posible mediante el castigo real”, sentenció la magistrada.

Pobres. Dos años de trabajos forzados por hacerle un chiste al presidente. No debe ser fácil vivir en un país sin justicia.

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Imagen: EFE
 
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