EL MUNDO › EL GOBIERNO COLOMBIANO Y LAS FARC BUSCAN DESTRABAR LOS ULTIMOS OBSTACULOS AL ACUERDO

Negociaciones contrarreloj en Cuba

Para desbloquear las diferencias que amenazaban con retrasar el acuerdo, el hermano del presidente, Enrique Santos, viajó a La Habana para reunirse con los negociadores de las FARC, encuentro que la guerrilla calificó de “constructivo”.

Kerry con los negociadores del gobierno y la guerrilla, esta semana en La Habana.

Pese a que estaba pactada para ayer la firma de la paz entre el gobierno colombiano y las FARC en La Habana, las partes finalmente no llegaron a un acuerdo. Si bien existía la esperanza de que los jefes negociadores anunciaran al menos algún avance en el punto que falta, sobre el fin del conflicto, ambos equipos no lograron ponerse de acuerdo.

Uno de los jefes negociadores de las FARC, alias “Pablo Catatumbo”, se lamentó el hecho de que no se haya podido lograr un acuerdo. “No pudimos ponernos de acuerdo para esta fecha”, dijo. “Como lo hemos venido comentando, los retos que venimos afrontando son difíciles”, afirmó. “No hemos encontrado acuerdo sobre los puntos que son vitales para poder sellar el fin del conflicto”, explicó el dirigente guerrillero.

Para tratar de desbloquear las diferencias que amenazaban con retrasar el acuerdo, el hermano del presidente, Enrique Santos, viajó a La Habana el pasado 14 de marzo para reunirse con los negociadores de las FARC, encuentro que la guerrilla calificó de “constructivo”. Nada trascendió de esa cita, que precedió a la reunión histórica mantenida el pasado lunes con el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, quien se entrevistó en la capital cubana por separado con las delegaciones del Gobierno y de las FARC. En esos encuentros se ratificó el apoyo estadounidense al proceso de paz y su disposición a colaborar en asuntos como la “seguridad de las personas que dejen las armas”, una posibilidad que, por la trabazón de los diálogos, tardaría al menos unos meses más.

De esta forma, los colombianos vieron pasar de largo y sin sorpresa la fecha de la paz. Francisco Serna es bogotano y que cree que aún falta bastante para que se concreten los puntos del acuerdo de paz que Gobierno y guerrilla negocian desde noviembre de 2012 en la capital cubana. “Se veía venir”, reconoció. Otro ciudadano, Diego Romero, apuntó que los plazos no parecían racionales. “Un proceso de paz no es algo que se decide en dos o tres meses, especialmente cuando se trata de poner fin a más de medio siglo de conflicto armado”, dijo. Son algunos ejemplos entre el 80 por ciento de los colombianos que, según una reciente encuesta, no confiaba en que la fecha se cumplirá. Descartada entonces la sorpresa y en medio del silencio total del Gobierno, la esperada fecha del 23 de marzo se convirtió en motivo de broma y de críticas en las redes sociales al presidente colombiano, Juan Manuel Santos. El “hashtag” de Twitter #SantosElTal23NoExiste se convirtió ayer en tendencia en esa red social, en una analogía con el comentario que hizo el mandatario en agosto de 2013 para descalificar una huelga campesina, de la cual dijo entonces “el tal paro agrario no existe”.

Todo por que el jefe de Estado anunció con pompa el pasado 23 de septiembre en La Habana, después de reunirse con el líder de las FARC, Rodrigo Londoño, alias “Timochenko”, que habían acordado firmar como tarde el 23 de marzo. “Hemos acordado que a más tardar en seis meses deben concluir las negociaciones. Es decir, que a más tardar el 23 de marzo de 2016 debe estar firmado el acuerdo final”, declaró entonces Santos, que ayer permaneció en silencio.

Tras ese anuncio, que estuvo acompañado por un histórico apretón de manos entre ambos, analistas advirtieron que poner un plazo límite tanto ante los colombianos como ante la comunidad internacional era un arma de doble filo para las negociaciones, a las que se añadió presión para concluirlas en medio año. Uno de ellos, el director del Centro de Pensamiento de la estatal Universidad Nacional, Alejo Vargas, señaló que el reloj no corrió al mismo tiempo para los negociadores del gobierno y de las FARC. “Para la guerrilla los seis meses comenzaban a partir del momento en que se cerrara el acuerdo de justicia transicional, que se anunció el 23 de septiembre. Este acuerdo no estuvo completo hasta el pasado 15 de diciembre”, dijo. “En la práctica, para las FARC el 15 de junio sería la fecha límite”.

A este aparente desfase en el calendario se unen las diferencias por el quinto y último punto de la agenda, que incluye el desarme y desmovilización de los guerrilleros. Aunque no fueron revelados mayores detalles, para nadie es un secreto que las zonas en las que las FARC se concentrarían para dejar las armas son uno de los principales escollos en este punto, en el que la guerrilla pide tantas áreas como frentes tienen, en tanto que el Gobierno prefiere porque que sean menos de diez para garantizarles una mayor seguridad.

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