EL MUNDO › OPINION

Radiografía del republicano

Por Michael Moore*

Bienvenidos, republicanos. Ustedes son norteamericanos orgullosos que aman a su país. A su modo, quieren hacer de este país un lugar mejor. ¿De qué se trata todo este parloteo de que están en territorio enemigo?
Nada podría estar más lejos de la verdad. Los neoyorquinos amamos a los republicanos. Tenemos un republicano alcalde y uno gobernador, la pena de muerte, y dos plantas nucleares a 48 kilómetros de la ciudad. Realmente admiro su resolución. Ustedes son verdaderos creyentes. A pesar de que sólo un tercio del país se define como “republicano”, ustedes controlan la Casa Blanca, el Congreso, la Corte Suprema y la mayoría de los gobiernos estaduales. Están a cargo porque nunca retroceden. Su gente se levanta antes de que salga el sol, pensando a qué minoría no le permitirán casarse hoy. Nuestro lado está lleno de bobos que prefieren negociar antes que combatir. No así, los suyos.
Mientras daba vueltas por la convención, me he encontrado con varios leales republicanos que no son delegados. Confían en mí, cuando ven que no tengo cuernos o una cola. Hablando con ellos, he descubierto que muchos de ellos se denominan republicanos pero no lo son verdaderamente. Al menos no en el sentido ultraderechista en que George W. Bush, Dick Cheney, John Ascroft y compañía han definido a los republicanos. Le pregunté a un hombre que afirmó ser un “orgulloso republicano”: “¿Usted cree que necesitamos leyes fuertes para proteger nuestra atmósfera y nuestra agua?”. “Sí, por supuesto –me dijo–. ¿Quién no?” Le pregunté si las mujeres debían tener los mismos derechos, incluso la misma paga que los hombres. “Absolutamente”, respondió. “¿Discriminaría a alguien porque es gay?” “Mmm... no.” La pausa se debe a que usualmente el promedio de las personas bienintencionadas inmediatamente piensa en algún familiar o amigo gay. Descubrí que si recorro la lista de temas “progres” con alguien que se llama republicano, resulta que no sintonizan con los republicanos que los gobiernan. La mayoría no quiere que Estados Unidos sea el policía del mundo, prefiere la paz a la guerra, aplaude los derechos civiles, cree que todo norteamericano debería tener acceso a la salud pública y piensa que las armas deberían ser prohibidas. A pesar de que personalmente se opongan al aborto, no suelen creer que el gobierno tenga el derecho de decirles a las mujeres qué hacer con su cuerpo. Entonces, ¿por qué usan el mismo rótulo que aquellos que apoyan el statu quo de mujeres que ganan 75 centavos por cada dólar ganado por un hombre, 45 millones de personas sin cobertura de salud y un presidente que tiene dos países más en su lista de regímenes que debe cambiar por pertenecer al “eje del mal”?
* Extractado del USA Today.
Traducción: Alicia Nieva.

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