EL MUNDO › SANGRIENTA REBELION EN
UZBEKISTAN, ALIADO CLAVE DE WASHINGTON

El retorno de lo reprimido islámico

El presidente de Uzbekistán aplastó con el ejército una rebelión popular islamista que tomó una prisión en el este del país y liberó entre 2000 y 4000 personas. Uzbekistán es un aliado clave de EE.UU. en su guerra antiterrorista.

Por Rodrigo Fernández *
Desde Moscú

Sangrientos enfrentamientos se han producido en Uzbekistán después de que antenoche un grupo de islamistas armados asaltara la cárcel de Andizhán, en el valle de Ferganá, y liberara tanto a sus compañeros fundamentalistas como a delincuentes comunes, en total entre 2000 y 4000 personas. Las noticias llegadas desde la zona son contradictorias y confusas, pero aparentemente el ejército ha tomado el control de la ciudad, dejando un número indeterminado de muertos y heridos. El presidente Islam Karimov se desplazó a Andizhán vara evaluar personalmente la situación y dio la orden de aplastar por la rebelión.
Por la tarde los soldados dispararon contra los que participan en los desórdenes y asaltaron la sede de la administración provincial, donde se habían atrincherado los rebeldes islamistas. Hasta entonces habían perecido nueve hombres y 34 habían resultado heridos; ahora esta cifra puede haberse elevado a cientos. “Las tropas gubernamentales han tomado la ciudad bajo su control. Contra los manifestantes y los atrincherados en el edificio de la administración provincial abrieron fuego con blindados, kalashnikovs y fusiles”, dijo Zaidzhajon Zainabitdinov, un abogado de Andizhán que llamó por teléfono a la página web Fergana.ru y calculó en cientos los muertos y heridos.
La decisión de atacar la sede de la administración provincial fue tomada después de que fracasaran las conversaciones que mantenía telefónicamente el presidente Karimov con los rebeldes, según varios observadores locales. Ni la presencia de la población civil que se había congregado en la plaza frente a la administración ni el hecho de que los extremistas supuestamente –lo afirmaban las autoridades– habían tomado como rehenes a mujeres y niños hicieron vacilar a las fuerzas gubernamentales. La gente que se hallaba en la plaza salió en estampida cuando el ejército abrió fuego. El asalto a la sede administrativa, defendida por un centenar de extremistas armados, duró aproximadamente una hora. En diversos lugares de la ciudad se podían ver vehículos en llamas. A últimas horas de la noche todavía se oían tiroteos esporádicos en diversos barrios de Andizhán, ciudad de 400.000 habitantes.
Los desórdenes habían sido precedidos de varios días de manifestaciones exigiendo poner en libertad a un grupo de 23 islamistas acusados de terrorismo e intento de golpe de Estado. Esos presuntos extremistas eran empresarios locales. Antenoche, miembros de la organización fundamentalista Akromia (por el nombre de su fundador, el molá Akromá) atacaron una unidad militar para apoderarse de armas y luego, en varios vehículos, se dirigieron portando kalashnikovs a la prisión de la ciudad, donde dispararon contra los guardias. Acto seguido, abrieron las puertas de la cárcel y dejaron salir a los miles de presos que allí había. Cuando después llegaron las tropas, bloquearon las calles que daban a la prisión. Abrían fuego contra todo vehículo que pasaba, según relatos de habitantes de Andizhán.
Los rebeldes lograron tomar la sede de la administración provincial de Andizhán, donde se atrincheraron. “Somos suicidas y resistiremos hasta la muerte si los soldados deciden utilizar la fuerza”, había declarado uno de los islamistas a Ferganá.ru.
Fuentes de los servicios de Seguridad dijeron que un grupo que se había refugiado en una escuela en obras había sido expulsado por la policía y los soldados. Mientras tanto, el servicio de prensa del presidente aseguraba que Karimov estaba en Andizhán “negociando”, pero no decía con quién. Los extremistas pidieron que el Kremlin hiciera de mediador entre ellos y las autoridades uzbekas para evitar un baño de sangre, pero no se sabe si el presidente Vladimir Putin llegó a llamar a su colega Karimov para ofrecerle sus servicios.
La gente, que se había volcado a las calles, organizó un multitudinario mitin frente a la plaza principal en el que exigían la dimisión de los dirigentes uzbekos, “democracia y trabajo”. Helicópteros de combate sobrevolaban de tiempo en tiempo el centro de Andizhán, mientras los soldados y la policía rodeaba completamente la ciudad y bloqueaba todos los accesos a ella.
Sharif Shakirov, uno de los líderes de la rebelión, señaló que no pedían la dimisión de Karimov, pero sí la de su gobierno, además de la liberación de todos los presos políticos y religiosos. “El pueblo está cansado de la miseria, la desesperanza, la injusticia y la opresión”, dijo en declaraciones a Centrasia.ru. Tanto Kirgistán como Kazajstán reforzaron sus fronteras a la vista de los desórdenes en Andizhán, mientras las autoridades uzbekas redoblaban las medidas de seguridad en Tashkent, la capital el país, y trataban de impedir por todos los medios que los habitantes obtuvieran información independiente sobre los acontecimientos, para lo cual bloquearon incluso las señales de la televisión rusa. En Tashkent se produjo un incidente en la embajada de Israel, donde un hombre fue abatido por creerse que se trataba de un terrorista suicida. Por alguna razón, el hombre no hizo caso a la voz de alto de los guardias ni a los disparos de advertencia.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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Mujeres uzbekas cruzan una plaza en Karshi, una ciudad cerca de la frontera con Afganistán.
 
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