EL MUNDO › VISITO UN MONUMENTO A LAS VICTIMAS EN AUSTRIA

Benedicto se acordó del Holocausto

Pese a la intensa lluvia, más de 30 mil personas se congregaron ayer en la plaza ante el santuario alpino de Mariazell para escuchar la misa que ofreció el papa Benedicto XVI en su segundo día de visita en Austria. El Papa calificó su visita de peregrinación y se declaró a sí mismo como un “peregrino entre peregrinos”. El santuario en el que realizó la ceremonia es uno de los más famosos del país. Alberga una venerada estatua de la Virgen que atrae anualmente a cerca de un millón de peregrinos. El máximo líder de la Iglesia Católica terminará su gira por el país hoy.

Benedicto rezó primero dentro del templo ante la estatua de María, tallada en madera de tilo, antes que ésta fuera llevada a la plaza, cubierta por una urna de cristal para protegerla de la lluvia. No se alejó ni por un momento del protocolo, excepto cuando cambió el helicóptero por el papamóvil por el mal tiempo. Mientras en el segundo día de su visita se enfocó en las ceremonias y las tradiciones religiosas, el día anterior el Papa había cumplido con su agenda política. Su primer compromiso fue presentar sus respetos a las víctimas del Holocausto.

Primero se encontró con el rabino de Viena, Paul Chaim Eisenberg, en Judenplatz, conocida como la plaza de los judíos. Allí visitó el monumento que recuerda a los 65 mil judíos que fueron asesinados cuando el régimen nazi dominaba ese país. La capital austríaca tenía una comunidad judía de cerca de 185 mil personas antes de 1938. Hoy ese número no alcanza los siete mil. “Quise demostrar nuestra tristeza, nuestro arrepentimiento y nuestra amistad con el pueblo judío”, explicó más tarde el Pontífice.

A pesar de los gestos del Papa, lo cierto es que su visita se vio opacada por el mal momento que pasa la Iglesia Católica en el país. Más de un tercio de los austríacos católicos se apartaron de la institución y todas sus tradiciones en las últimas dos décadas. Como sucede en otros países, los creyentes más jóvenes no están de acuerdo con las posturas del actual Papa sobre los métodos anticonceptivos, la homosexualidad y el sida. Benedicto XVI prefirió esquivar estos temas y se centró en el pasado. “Espero que mi visita logre sanar las heridas de la Iglesia austríaca”, dijo el pontífice.

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