EL PAíS › LOS PRODUCTORES RURALES DEL CORTE DE ARROYO EL SAUCE TRAS EL DISCURSO

“Que nos digan qué ofrecen”

Se congregaron en torno de los parlantes para escuchar a la Presidenta. Cantaron el Himno que sonó desde Parque Norte y luego criticaron a Cristina Fernández de Kirchner. Antes, hubo tensión con los camioneros que acampan cerca del piquete.

La reacción fue inmediata. En el corte sobre la ruta 14, a 30 kilómetros de Gualeguaychú, el presidente de la Federación Agraria entrerriana, Alfredo De Angeli, se paró en la caja de la pick up desde donde había escuchado sentado el discurso de Cristina Fernández de Kirchner. “Que pongan las cartas sobre la mesa y nos digan concretamente qué ofrecen. Recién ahí levantamos el paro”, arengó a los suyos. Los aplausos explotaron, en un marco de enojo y hastío generalizado. Y, como el día anterior, reiteró una frase que, lentamente, se va transformando en consigna: “Nos sobra la razón, abunda el coraje. No debemos aflojar”.

Las palabras de la Presidenta comenzaron al atardecer. Los ruralistas cantaron junto a quienes estaban en Parque Norte el himno nacional y levantaron una decena de banderas argentinas. Se congregaron en torno de los parlantes. Los brazos cruzados y las miradas resignadas caían hacia el asfalto. Una bandera se destacaba: “Presidenta de la abundancia, tus zapatos valen lo mismo que mi camioneta”. Una muestra más de que el tema de las 4x4 sensibiliza a los neopiqueteros.

“Esperaba otra cosa, se trató de un discurso lleno de odio y revanchismo”, disparó desde el comienzo De Angeli. “Sigamos firmes, que nos manden a reprimir. No nos vamos a enfrentar a la Gendarmería, pero les recomiendo que manden ambulancias”, le respondió al ministro de Justicia y Seguridad, Aníbal Fernández.

Los gestos de los chacareros se fueron endureciendo. “Tenemos un país unitario, el federalismo no existe. Lo que hay acá es un saqueo de las provincias con gobernadores cómplices”, gritó un De Angeli desencajado. También hizo mención a la proclamada distribución de la riqueza, materia sobre la que la mandataria se refirió reiteradamente y que va en sintonía con la línea ideológica de una Federación Agraria aliada a la Central de los Trabajadores Argentinos. “El tema es que la plata no vuelve”, reflexionó.

Para los ruralistas de la ruta 14, la convocatoria al diálogo de la Presidenta no fue suficiente. “Sabemos que las puertas de la Casa Rosada están abiertas, pero el diálogo no existe porque si no, no nos hubieran mandado a las patotas de Plaza de Mayo y de Ceibas”, afirmó, en referencia al acampe de los camioneros de Hugo Moyano en Ceibas (a escasos 40 kilómetros del lugar) y a las manifestaciones de las organizaciones sociales kirchneristas en pleno centro porteño.

Las bases le gritaban al dirigente que convocara desde la tevé a la gente a las calles, pero De Angeli mantuvo la mesura. No hizo mención explícita, pero ante la pregunta de los periodistas aceptó “no tener idea” de si los citadinos se movilizarían anoche. Sin embargo, interpretó que “los provincianos que viven en capital saldrán” a manifestar su disconformidad. Luego, el titular de la Federación Agraria a nivel nacional, Eduardo Buzzi, atemperaría los ánimos reconociendo que los piquetes continuarían, pero que se había abierto una puerta de diálogo con el Gobierno Nacional.

La temperatura había ido subiendo a lo largo del día. Por la mañana, un grupo de camioneros que cargaba productos agropecuarios o derivados había decidido cumplir con las promesas de las jornadas anteriores. Cruzaron sus vehículos sobre la ruta para que, en palabras de César, que transporta hígados de pollo congelados y espera desde el lunes, “se pudra todo”. Efectivamente, el caos exigió respuestas. Ya todos tenían el paso vedado y la situación paulatinamente se fue complicando. En medio del desconcierto, aprovecharon para cruzar un manojo de camiones que, a priori, tenían el paso prohibido.

Inmediatamente llegó la gendarmería. Con un estridente operativo, a media tarde aterrizó el helicóptero. El comandante conversó con uno y otro bando, se comprometió a despejar el paso y coordinó el avance de una decena. El fantasma de la represión motivó circunstancias tensas, pero nada pasó a mayores. Su tarea se limitó a instalar delante de cada camión a un gendarme, que supuestamente ordenarían el tránsito. Pero nada de eso ocurrió y todo continuó como si nada.

La resignación se apoderó de los camioneros que, sentados en sus reposeras, se limitaron a tomar mate y disertar sobre el conflicto. Escuchaban la radio y comían los corderos que los ruralistas les proveían. “Nos atienden bien, eso es cierto. Pero da bronca que los otros pasen y uno, porque tiene yerba y té, no pueda cruzar. Después pasa lo de Córdoba”, se quejaba Jorge Richert en referencia a la reacción de los camioneros que se rebelaron y dieron vuelta varias camionetas (ver página 5). Los ruralistas procuraron minimizar el conflicto, pero lo cierto es que el malestar estaba latente. Una hora antes del inicio del discurso de CFK, ninguna de las dos vías estaba habilitada al tránsito. La estrategia de los neopiqueteros, entonces, fue cruzar a las 17.30 una camioneta que anuló definitivamente el paso.

Informe: Diego González
Desde Arroyo El Sauce

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Imagen: Bernardino Avila
 
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