EL PAíS › DEBATE

La encrucijada

 Por Horacio Verbitsky

Alcira Argumedo cuestionó la nota del domingo 12, “Polos”:

“Argentina enfrenta una encrucijada histórica. No solamente por la magnitud de la crisis mundial ante la cual no se vislumbran respuestas efectivas sino, además, porque en las próximas elecciones se intenta plantear una polarización entre opciones de derecha. El problema es que, siendo una crisis de sobreproducción por carencia de demanda –al igual que la de 1873 y la de 1930– su superación requiere una distribución de la riqueza en gran escala, con un proyecto creativo de reivindicación nacional y social en el marco de una integración latinoamericana autónoma. Al ser abordada por proyectos de derecha, la crisis de 1930 tuvo como exponentes internacionales a Adolfo Hitler, Benito Mussolini o Francisco Franco, mientras en nuestro país triunfaba la dictadura de la década infame. Esa crisis desembocó en la Segunda Guerra Mundial: tal es la dimensión de los actuales desafíos.

En su artículo ‘Polos’ (Página/12, 12/4/09) Horacio Verbitsky alerta sobre las presiones de la derecha agropecuaria para evitar la imposición de retenciones, cuyo valor ronda los 4000 millones de dólares. También recuerda las andanzas del ex presidente Eduardo Duhalde –quien estaría jugando detrás de Macri-Narváez-Solá– junto a los antecedentes de Alfonso Prat Gay, broker del JP Morgan y colaborador de Amalia Fortabat. La figura de Alfonsín no podría ser capitalizada por Elisa Carrió y la Coalición Cívica, si –como propone Verbitsky– se rememoran las palabras que en su momento le dedicara el líder de la UCR: ‘De lo peor que se puede pedir como enemiga, porque es hipócrita’. Sin embargo, la Coalición Cívica cuenta con aliados radicales que sí pueden capitalizar la conmoción causada por la muerte de Raúl Alfonsín. Que Mauricio Macri es de derecha y beneficiario del saqueo del país cuando trabajaba con su papá, nadie lo duda; tampoco se duda del oportunismo de Felipé Solá quien, al igual que Daniel Scioli, ‘fue en forma sucesiva menemista, duhaldista y kirchnerista con parecido fervor’, según remarca la nota. Nosotros remarcamos que no fueron los únicos. El peligro de esta derecha es que ‘tratarán de sepultar la fantasía de industrialización con pleno empleo del kirchnerismo, en beneficio del modelo agroexportador, aggiornado por las multinacionales de la manipulación genética’. Un espanto.

La tragedia es que, para no caer en las fauces de esa derecha, la polarización nos obligaría a refugiarnos en los brazos del PJ-Kirchner con sus aliados Aldo Rico, Ramón Saadi, Luis Barrionuevo, José Luis Gioja, Jorge Capitanich o el salteño Urtubey, junto a los barones del conurbano con sus historias de gatillo fácil, zonas liberadas para el delivery u otros delitos, presiones mafiosas y similares atributos. Todos ellos respaldados por las corporaciones petroleras, la Barrick Gold, Minera La Alumbrera y demás trasnacionales de la minería depredadora, agradecidas por la eliminación de la protección a los glaciares; sin contar con los pools de soja que arrasan bosques nativos mientras crece la pobreza y reaparece una epidemia de dengue; o con el sector financiero, cuyas ganancias fueron extraordinarias gracias a la ley de Martínez de Hoz en vigencia. A pesar de haber atravesado los seis años de mayor crecimiento económico de la historia argentina, la redistribución del ingreso y la eliminación de la pobreza y el hambre quedaron como una asignatura pendiente: la prioridad fue otorgar subsidios por unos 10.000 millones de dólares anuales a las empresas amigas y a otros amigos, además de permitir el desangre de las rentas de nuestros recursos estratégicos no renovables, que son aún mayores. Otro espanto.

Convencidos de que existe una alternativa diferente, impulsamos Proyecto Sur. No es la primera vez que se intenta; pero en el Frente Grande el establishment pudo actuar con eficiencia y torcer dramáticamente el rumbo, que culminó en diciembre del 2001. Recuerdo la conversación de 1994 con Horacio Verbitsky en su oficina: me había citado para intentar convencerme de la necesidad de apoyar las políticas de Chacho Alvarez ante la polarización con el menemismo, aunque era consciente de sus falencias. La responsabilidad no fue únicamente de Alvarez; también contribuyeron, en mayor o menor medida, quienes optaron por las teorías del posibilismo y el ‘mal menor’, desechando la construcción de un proyecto político opuesto al neoliberalismo. En esa oportunidad preferimos la derrota y el aislamiento, antes que ser cómplices de una traición: los hechos demostraron, aunque tardíamente, la validez de nuestras razones. Ahora Proyecto Sur aparece, en la nota de Verbitsky, como una fuerza política molesta que nuevamente interfiere en la polarización contra ‘la derecha’: nada justifica sus comentarios, si no es la intención de desprestigiarnos. Quizá por un descuido, omite informar que el diputado de Proyecto Sur integró junto a Solidaridad e Igualdad ‘la solitaria excepción’ de no dar quórum a la oposición para el proyecto de ley de rebaja de retenciones, en tanto de esa propuesta favorecía más a los grandes productores que a los medianos y pequeños. A su vez, al final del artículo, relata una reunión convocada para promover la candidatura de Rafael Bielsa, donde ‘uno de los convocantes, el ingeniero agrónomo e historiador Alberto Lapolla contó que el año pasado, cuando se discutía la posición de Proyecto Sur sobre la resolución 125 de retenciones móviles, el dirigente del Partido Socialista Auténtico Daniel Abrantes dijo que no podían apoyar el proyecto del Gobierno, porque la Federación Agraria pagó la campaña presidencial de Pino Solanas’. En el balance pertinente –que no es trucho– puede comprobarse que los gastos de la campaña presidencial de Solanas fueron financiados con el Fondo de los Partidos Políticos administrados por el Ministerio del Interior y auditados por la Justicia Electoral correspondientes al Partido Socialista Auténtico, junto a magros aportes personales de algunos integrantes o simpatizantes de esa patriada. Aparentemente, el único valor político de Lapolla consiste en dar información sobre la dinámica interna de Proyecto Sur, aunque sea falsa; sin embargo, más grave aún es que no pueda concebir que en este país haya gente dispuesta a no vender sus ideas, sus principios, su conciencia y su trayectoria a cambio de un financiamiento, un subsidio, un cargo u otro tipo de prebendas. Es triste, pero pareciera que tampoco Verbitsky lo concibe: no es bueno que un periodista con su experiencia intente escudarse en una cita de ese tenor para tirar la piedra y esconder la mano.”

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Ojalá el electorado fuera tan generoso con Proyecto Sur como Página/12, que lo mencionó en siete líneas y le concede media página. Si Argumedo dice que la campaña la pagó el PSA y el dirigente del PSA dice que la plata la puso la Federación Agraria, en realidad se trata de una desmentida/confirmación. Los años afectan la memoria. Si alguien se interesara en estas cuestiones de la tercera edad, puede releer mis notas de julio a octubre de 1994, que fueron mucho más simpáticas con los planteos programáticos de Pino que con la política de alianzas de Chacho. El diálogo que Argumedo menciona fue en 1983, cuando intentó convencerme de votar por Italo Lúder. Pronto todos seremos historia y se podrá juzgar qué hizo cada uno, los que denunciaron al menemismo desde el principio y los que votaron con la Sociedad Rural en contra de las retenciones móviles.

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