EL PAíS › EL ROL DE ENRIQUE NOSIGLIA EN EL ARMADO OPOSITOR DEL VICEPRESIDENTE

Los hilos detrás de Cleto Cobos

“Cuando haya que negociar algo pesado, el que va a estar ahí es el Coti”, dicen los cobistas. Nosiglia tiene línea directa con el vice y se encargó de encumbrar al cobismo en el Comité Nacional y en los bloques parlamentarios de la UCR.

 Por Sebastian Abrevaya

Estuvo en cada una de las negociaciones políticas más importantes de los últimos tiempos. Fue uno de los operadores de la derrota del proyecto de retenciones móviles en el Senado, donde la defección de los entonces radicales K, incluido el vicepresidente, cumplió un rol clave para vencer al kirchnerismo. En los últimos meses se encargó de inclinar la balanza a favor de Julio Cobos en las negociaciones por el control del Comité Nacional y de los bloques parlamentarios de la UCR. De línea directa con el vicepresidente y sólidos vínculos con el peronismo disidente, Enrique “Coti” Nosiglia reaparece en el fondo de la escena política como el principal operador de cara a un eventual gobierno integrado por radicales en 2011. “Cuando haya que negociar algo pesado, el que va a estar ahí es el Coti”, aseguran dirigentes del cobismo, que ya imaginan cómo se estructuraría el poder en una futura presidencia de Julio Cobos.

Nosiglia nació en el seno de una familia acomodada de Misiones. Se formó y creció con un mandato familiar contundente: llegar a ser presidente de la Nación. Pero tuvo desde siempre un obstáculo insorteable: su timidez. Sólo pudo manejarla durante su corto tiempo en la función pública, breve comparado con toda una vida dedicada a la política y al poder. Quienes vivieron de cerca aquel paso suyo como ministro del Interior de Raúl Alfonsín lamentan hoy que no haya durado más tiempo para demostrar si finalmente tenía chances de salir de las sombras, en las que se mueve desde entonces.

Aunque nunca descuidó su actividad política, desde la debacle de la Alianza, Nosiglia, junto al grupo de la ex Coordinadora nacional, había quedado relegado a un segundo plano. Pero, de la mano del vicepresidente, el grupo que supieron integrar Nosiglia, Leopoldo Moreau y Federico Storani, entre otros, vuelve a tomar cierto protagonismo. Sin embargo, de todos los radicales de la “vieja guardia”, el único que tiene llegada a Cobos sin intermediarios es Coti.

Se lo vio subir y bajar las escaleras del Comité Nacional y participar del círculo más cerrado de dirigentes que en el despacho de la presidencia del Senado definieron las autoridades del radicalismo para los próximos dos años. Fue el responsable de que Jesús Rodríguez asumiera el cargo de secretario general, un lugar clave debajo de la presidencia del mendocino Ernesto Sanz. “A Jesús lo banca Coti”, decía por esos días el neuquino Horacio “Pechi” Quiroga, amigo personal del ex ministro del Interior.

Hace unos meses, Coti participó de una cena junto a Adolfo Stubrin, Juan Farizano y otros dirigentes porteños. Allí se lo escuchó hacer un cruel ejercicio de autocrítica: “Nosotros estábamos locos, ¿cómo pudimos llevar a Moreau de candidato a presidente?”, afirmaba con la satisfacción de ver que ahora su candidato está en la cima de los dirigentes con mejor imagen pública.

Nosiglia es, además, uno de los puentes con el peronismo disidente. De excelente relación con Luis Barrionuevo, Coti mantiene vínculos con el ex presidente Eduardo Duhalde por medio del sindicalista gastronómico y otros dirigentes de segunda línea. A través de ellos se busca gestar un pacto entre la UCR y el PJ disidente para que el próximo gobierno sea de signo radical.

La idea de reflotar la Coordinadora causó reacomodamientos en el radicalismo. Pero, conocedores del vacilante pulso de la opinión pública, los integrantes de aquella línea interna descartaron revivir la experiencia. “Lo que sí tenemos es cierto grado de coordinación, sobre todo entre la provincia de Buenos Aires y Capital, lo que quedó demostrado que ha dado buenos resultados”, asegura Fredi Storani, satisfecho con el avance de la vieja guardia sobre el grupo que comanda el ex titular del partido, Gerardo Morales.

En el Senado, el pampeano Juan Carlos Marino –otro hombre que responde a Nosiglia– tenía los votos necesarios para evitar que Morales reemplazara a Ernesto Sanz al frente del bloque radical. Conscientes de esa fortaleza, prefirieron no forzar la ruptura y permitir la elección de Morales, aunque ahora tendrá que negociar sus jugadas con el grupo de radicales cobistas. En Diputados, en cambio, el cobista Oscar Aguad preside el bloque y el storanista Rubén Lanceta se quedó con la secretaría general. Ese tándem es otro claro ejemplo de que la alianza entre el vicepresidente y la vieja guardia sirvió para dar por tierra con ciertas aspiraciones de la autodenominada “resistencia”.

“No debe haber una sola persona a la que Coti llame por teléfono y que le digan que no está”, resume un cobista que lo ve mover los hilos más delgados de la UCR y también de otras fuerzas políticas. Incluso dirigentes de otras fuerzas golpean su puerta para pedirle algún “favor”. Con Cobos habla seguido. Los allegados al vice dicen que siempre lo escucha, pero que finalmente decide por su cuenta. Cuánta influencia tiene hoy sobre el ex gobernador mendocino, es imposible precisarlo.

Como antecedente, la historiadora Julia Constenla cuenta en la biografía de Raúl Alfonsín que, cuando su enfermedad estaba avanzada, le preguntó a Coti si tenía “buenas relaciones allá arriba”. “¿Qué necesita de allá?”, le preguntó su ex ministro. Cuando Alfonsín le pidió “un poco más de tiempo”, Nosiglia le respondió con una frase que lo define por completo: “Vamos a tener que negociar, pero dígame qué pecados está dispuesto a ceder”.

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El ex ministro del Interior tiene, además, buenos contactos con el PJ disidente.
Imagen: Rolando Andrade
 
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