EL PAíS › EL REPRESOR COZZANI INSISTIó CON QUE LA NIETA DE CHICHA DE MARIANI FUE ASESINADA EN 1976

La misma versión, las mismas sospechas

El ex colaborador de Miguel Etchecolatz declaró en el juicio por los crímenes cometidos en el Circuito Camps. Reiteró lo que había expresado en una carta a los jueces. Sin embargo, sus dichos se basan en testimonios indirectos.

La versión de que Clara Anahí, la beba que desapareció en noviembre de 1976 durante el operativo en el que represores de la Policía Bonaerense asesinaron a su mamá, Diana Teruggi, murió calcinada en ese ataque volvió a oírse ayer en el juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en los centros clandestinos que conformaron el Circuito Camps. Fue el represor Norberto Cozzani, ex mano derecha de Miguel Etchecolatz, quien reiteró esa información ante el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata. El represor ya había mencionado la hipótesis en una carta que envió a los magistrados hace unos días. Sin embargo, la abuela de Clara Anahí, cofundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel “Chicha” Chorobick de Mariani, ya aclaró que no cree en la versión. “¿Por qué no me lo dijo antes? No creo que esté muerta, no creo en esa mentira”, aseguró durante su testimonio, la semana pasada.

Ante el tribunal, Cozzani negó que haya habido “una combinación entre el señor (Miguel Osvaldo) Etchecolatz (el ex jefe policial ya condenado y que también está siendo juzgado en la causa por el llamado Circuito Camps) y yo en la presentación que hice del caso Clara Anahí”. Así, intentó desligarse de las sospechas de conspiración que recaen sobre ambos represores respecto de sus dichos sobre el paradero de Clara Anahí: hace dos semanas, Etchecolatz dijo confusamente que podía aportar “datos y elementos de prueba” sobre el destino de la beba. En ese sentido, aseguró: “Ratifico ante el Tribunal, la fiscalía y los querellantes” lo que expresó y dijo que “en el año 2005 declaró ante el juez federal de La Plata, Arnaldo Corazza, que tenía conocimiento de que la beba lamentablemente había fallecido en ese tiroteo de calle 30”.

Tal como informó este diario la semana pasada, durante los años de búsqueda de la beba, que aún no cesan, su abuela recibió numerosas versiones de la policía, que mencionaban la muerte de la beba, pero también firmes testimonios de vecinos de la casa de la calle 30, número 1134, en donde los represores asesinaron a Diana y a otras cuatro personas, que los policías se llevaron a la criatura con vida. “La señora de Mariani me pidió que colaborara y yo no lo puedo hacer con otra verdad que lo acontecido en esa oportunidad”, dijo Cozzani. Sin embargo, los datos mencionados en la carta enviada al tribunal, que fueron los mismos que esgrimió ayer de viva voz, surgen de información indirecta, obtenida a través del testimonio de otro represor.

En la misiva presentada la pasada semana ante los magistrados que juzgan a 26 imputados de delitos de lesa humanidad ocurridos en los ocho centros clandestinos que integraron el Circuito Camps, relató que aquel 24 de noviembre del ’76, una patrulla policial atacó la casa en la que vivían Clara Anahí, Diana y Daniel Mariani, hijo de Chicha, con “dos cohetes antitanques de 3,5 (pulgadas) que luego de perforar el blindaje produjeron una temperatura de 2500 grados, carbonizando todo lo existente en la casamata”, precisó. Sin embargo, puso el dato de la muerte de la beba en boca ajena. Así, dijo que “el comisario Eros Amílcar Tarela me relató que los bomberos habían retirado del lugar los cuerpos de cuatro adultos y un bebé, totalmente carbonizados, y que iba a ratificar esto ante el Tribunal cuando sea citado”.

El recuerdo de Cintia

“Cintia Castro, la de la fuerza arrolladora, fue una consecuente militante política que en todo momento se puso del lado de los más necesitados –recordaron José González, Raúl Schnabel, Luis Santucho, Leonel Curutchague y Rodolfo Yanzón–. Ella, que fue una niña criada en Belgrano y que se burlaba de sus orígenes y de todo lo que tenía y no necesitaba. Políticamente incorrecta hasta la fascinación, decía todo aquello que nadie se atrevía, y la mayoría de las veces con razón. Siempre luchó contra el desamparo y la injusticia. Estuvo junto a los presos políticos y fue una de ellas. Trabajó incansablemente por los más desprotegidos y muy especialmente por las víctimas del 20 de diciembre de 2001. Si hoy nosotros continuamos es en parte por su compromiso. A seis años de su partida, se la extraña y se la necesita. Hasta siempre, hasta la victoria, querida compañera y amiga.”

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Norberto Cozzani, el represor que declaró ayer, era un estrecho colaborador de Miguel Etchecolatz.
Imagen: Rafael Yohai
 
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