EL PAíS › CONFERENCIA DE PRENSA DEL NUEVO PAPA EN ROMA

Habló el nuevo “icono”

Dando una imagen de energía que contrasta con la de sus dos antecesores, Francisco habló de pobreza y dijo que la Iglesia “no es política”. Los souvenires y la bandera.

 Por Eduardo Febbro

Desde Ciudad del Vaticano

Las primeras fotos del papa Francisco aparecieron antes de ayer en las librerías de la Via della Conciliazione entre las omnipresentes imágenes de Juan Pablo II y las ocasionales fotos de Benedicto XVI. Las banderas argentinas florecen hoy en las puertas de los negocios que venden chucherías y recuerdos del Vaticano. Los iconos nuevos reemplazan a los de antes a una velocidad que contrasta con los ritos seculares y lentos de la Santa Sede. Comparado con el estado deplorable de los últimos dos papas, Francisco luce resplandeciente, con la mano levantada sobre un extraño fondo amarillo.

Ayer también estaba luminoso y juvenil. Recibió a la prensa que cubrió la hecatombe vaticana en estas largas semanas de dramas y victorias y dijo lo que ya había demostrado con los hechos la noche de su elección y al día siguiente: Francisco expresó su deseo de tener “una iglesia pobre para los pobres”. Su frase arrancó los aplausos de los presentes en una curiosa simbiosis entre el Papa y los periodistas, quienes, en principio y por regla de oro, no tienen por qué aplaudir a la figura cuya información cubren. La confusión resulta inaudita. No faltan aquellos –y son muchos– que festejan en voz alta la victoria de un papa argentino como antídoto contra el actual gobierno nacional.

Al lector tal vez le asombre la profundidad de la fe humana, pero es así: están convencidos de que Francisco será la cruz que llevará la cruzada de la oposición hacia adelante. La perspectiva es desproporcionada: hay que imaginarse al responsable de un poder simbólico de alcance planetario combatiendo a un gobierno nacional surgido de la voluntad popular. ¿Tal vez con un golpe de Estado? ¿Una revuelta popular? O por qué no una insurrección religiosa de conservadores, empresarios y decepcionados del kirchnerismo en plena Plaza de Mayo.

Francisco aclaró, no obstante, que “la Iglesia no tiene una naturaleza política sino espiritual”, pero la gran mayoría de los comentaristas apuesta por una suerte de reencarnación de Juan Pablo II y su combate frontal contra el comunismo. El Sumo Pontífice se merece un Oscar por el mejor actor: seductor, lleno de humor, cercano y con autoridad y con una picardía llena de doble sentido. Francisco les dio un buen consejo a los 6000 periodistas reunidos para escucharlo. Una buena nota, dijo, consta de tres ingredientes: “Verdad, bondad y belleza”. Un verdadero maestro de ceremonias que hizo trizas la austeridad polaca y alemana. Roma descubre el encanto latino oriundo del otro lado del océano. Y detrás de ese encanto hay un astuto contador de historias.

Francisco habla como quien está contando una historia y ésa es una de sus fuerzas. El Papa narró la historia que lo llevó a elegir el nombre de Francisco. Según dijo, cuando la elección quedó decidida a su favor, el arzobispo emérito de São Paulo, el cardenal Claudio Humnes, lo abrazó y le advirtió “No te olvides de los pobres”. Y Francisco no se olvidó. Apenas elegido papa, salió al balcón de la plaza San Pedro a saludar “al pueblo” –palabra proscripta del vocabulario papal desde hacía casi cuatro décadas– y apareció sin los atuendos ostentosos de sus predecesores. Fue la palabra “pobres” la que lo indujo a pensar en San Francisco de Asís. “Los pobres, los pobres. Mientras avanzaba el recuento (de los votos) pensé en San Francisco de Asís, en su relación con los pobres. Y luego pensé en las guerras. Francisco, el hombre de la paz. Y así llegó el nombre a mi corazón. El hombre de paz. El hombre pobre. ¡Cómo desearía una Iglesia pobre y para los pobres...!”

El papa argentino les dará mucho trabajo a los comunicadores y a sus adversarios. La juventud mental, la experiencia de la mediación, la práctica del poder y la consiguiente sabiduría se aúnan en un personaje de peso. Francisco se permitió el lujo de mostrarse comprensivo con los periodistas que son incapaces de entender qué es la fe. “La Iglesia –dijo– responde a una lógica que no entra en la categoría de las cosas mundanas.” En adelante, además de discernir la futura geopolítica del Papa habrá también que aprender y aceptar que la base de esa geopolítica es la fe. En todo caso, Francisco puntualizó un par de rumbos. Uno: la “Iglesia es Cristo, no el Papa”. Dos: su “vocación es espiritual y no política”. Estamos aquí para comprender la fe y constatar si cumple o no con su meta.

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Roma ya se pobló de imágenes del nuevo papa y hasta de banderas argentinas en los negocios.
 
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