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La banca pantalla

Una parte de la estructura de la banca global funciona oculta de los controles por donde canaliza y administra la evasión y la fuga de capitales.

 Por Alfredo Zaiat

Imagen: AFP.

Los bancos captan recursos pagando una tasa de interés para luego prestarlo cobrando una tasa más alta. Es un negocio de intermediación de dinero, actividad histórica de los banqueros. Además, las entidades brindan la estructura para facilitar el movimiento de fondos entre cuentas vía transferencias o acreditación de cheques. La mayoría de los clientes también tiene a los bancos como un lugar para pagar servicios e impuestos. Todas esas operaciones realizan los bancos, y otras apenas sofisticadas como las cuentas para la compraventa de acciones y títulos públicos y privados. Son las tareas que en el espacio público están identificadas con las entidades financieras, reguladas por las autoridades monetarias. Sin embargo, este negocio conocido es sólo una parte de la estructura bancaria dedicada a la administración de dinero. Con la expansión de las finanzas globales, la acumulación creciente de riqueza en las elites y el desarrollo de las guaridas (paraísos) fiscales, el sistema fue avanzando hacia la creación de uno paralelo para eludir las normas de supervisión. Así fue creciendo una estructura oculta para la mayoría y que ha ido adquiriendo cada vez más volumen. Una parte es la denominada banca en las sombras (shadow bank) y la otra parte es la banca pantalla (shell bank), cada una con sus particularidades pero íntimamente vinculadas.

La información de las 4040 cuentas no declaradas de argentinos en el HSBC sucursal Ginebra permite empezar a conocer la existencia de ese sistema bancario oculto, al tiempo de descubrir cómo es el vehículo para facilitar la fuga y la evasión de capitales. No es con valijas llenas de dinero transportadas en aviones que aterrizan en las Islas Caimán como se canaliza la fuga de capitales. La banca internacional ha diseñado una plataforma global para derivar capitales no declarados a plazas especializadas en el secretismo financiero. Para eludir los controles formales de las autoridades de los países donde está radicada la casa matriz, los bancos crean otros bancos en los paraísos fiscales, que a la vez brindan la fachada para otras firmas donde se mueven los capitales fugados.

El circuito que revela la denuncia judicial de la AFIP es el siguiente: el HSBC, la entidad con su conocida red mundial, donde se realizan las transacciones bancarias tradicionales y auspiciante de eventos internacionales como la final del Abierto Argentino de Polo que ganó ayer La Dolfina, tiene otros bancos vinculados, como el HSBC Internacional Trustee (Islas Caimán) y HSBC Republic Trust Company (Guersney). Estas dos últimas entidades están bajo una supervisión más relajada por parte de las autoridades de regulación de esas dos guaridas fiscales. Pero la estructura para ocultar el origen de los fondos no termina en esas dos entidades opacas, sino que en sus propias sedes ubicadas en esos paraísos fiscales constituyen firmas off-shore alejadas de cualquier control. En el caso del HSBC denunciado, Lion Internacional Management Limited de Caimán y The Ingal Trust de Guersney, firmas manejadas por un financista independiente o un apoderado con relación de confianza con el banco. De esa forma, el dinero de las personas o empresas que quieran ocultarse del fisco termina en una firma pantalla vinculada con el banco.

El banco pantalla es operado a través de una entidad del paraíso fiscal (por caso, el HSBC International Trustee de las Islas Caimán), que brinda el nombre con reputación global ofreciendo así el respaldo tranquilizador a quienes fugan capitales. Pero el banco oficial no carga con la responsabilidad y ni siquiera tiene conocimiento detallado de lo que hace el banco pantalla. Nicholas Shaxson explica en Las Islas del Tesoro que esas entidades “no se someten al examen de los reguladores, y sólo el propietario del banco pantalla sabe realmente dónde está la entidad, cómo opera o quiénes son los clientes”. A nivel formal, detalla que en el área de recepción del banco registrado en el paraíso fiscal se colocan placas con el nombre del banco pantalla, que incluso puede ser de otra entidad nacional de menor envergadura. Es lo que en la jerga de las finanzas se denomina booking branch. Por ejemplo, el Banco Mayo tenía como pantalla la firma con el nombre de fantasía Mayflowers, donde giraba depósitos no declarados, y en la denuncia de la AFIP apareció otra firma, GEMS Finance Limited, que manejaba capitales por 1390 millones de dólares en 2006. Shaxson cuenta que uno de los banqueros que participaron en un shell bank le relató que “un banco argentino en los membretes de sus anotadores usaba el domicilio y el teléfono de un banco británico” del paraíso fiscal Bahamas. Ese banquero le recordó a Shaxson que esa entidad argentina quebró y que fue él quien atendió a los clientes desesperados porque habla español. “La gente llamaba llorando porque había perdido sus ahorros de toda la vida, y yo les decía: ‘No tiene sentido venir en avión a buscar el dinero, porque aquí no está el dinero’.” Shaxson afirma: “El dinero nunca había estado allí”.

La expansión del shell bank, que facilita el movimiento de dinero sin control, puso en alerta a las autoridades bancarias de supervisión mundial y especialmente en Estados Unidos a partir del atentado a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001. Por ese motivo se impulsó la aprobación de leyes contra los bancos pantalla. Ese tipo de medidas, como la de exigir emplear a dos directivos y mantener registros y libros contables en los paraísos fiscales, fueron formalidades que el sistema supo eludir para continuar con la tarea de mantener el secretismo financiero de los capitales fugados.

La dimensión que ha alcanzado el shell bank ocupó al Banco de Pagos Internacionales (el banco de los bancos centrales) que ordenó a su Secretaría del Comité de Supervisión Bancaria de Basilea elaborar el documento “Bancos simulados y oficinas operativas”, en enero de 2003. El objetivo de esa investigación no era de denuncia, sino de proponer mejoras en la fiscalización bancaria. Describe que un banco simulado (shell bank) también es conocido como banco cáscara o pantalla que no tiene presencia física (es decir, sin una dirección central) en el país en el que se ha constituido y que le ha otorgado la licencia, y que no forma parte de ningún grupo financiero sujeto a una supervisión consolidada efectiva. Informa que la dirección suele estar situada en otra jurisdicción, en oficinas de una entidad asociada o incluso en un domicilio privado. “Estos bancos sólo cuentan con un agente registrado en el país de constitución, que suele ser ajeno total o parcialmente al desarrollo diario de las operaciones del banco y a menudo sólo proporciona una dirección para prestar servicios legales en dicha jurisdicción”, indica, para advertir que esas estructuras “son muy comunes en algunos centros extraterritoriales” (paraísos fiscales).

El informe está preocupado por corregir la supervisión de esas entidades. Entonces señala que “dado que el banco simulado no forma parte de ningún grupo financiero bajo supervisión, la única institución responsable de la misma es la autoridad que ha concedido la licencia. Ahora bien, como la dirección central está ubicada en una jurisdicción distinta, el supervisor no puede ejercer ningún tipo de supervisión sobre el banco. Por su parte, la autoridad supervisora del país desde el que opera el banco a menudo desconoce la existencia de dicho banco y el hecho de que éste opera desde su jurisdicción. Los bancos simulados, tal y como aquí se describen, suelen participar en actividades financieras ilegales o sospechosas”.

El informe del Banco de Pagos Internacional menciona también la existencia de la “sucursal operativa” (booking branch), agencia que no es más que “un letrero en la puerta”, pues los servicios administrativos básicos los lleva a cabo un agente local, quien puede incluso ofrecer este tipo de servicios también a otros bancos. Explica que “la administración de la sucursal puede llevarse a cabo en una oficina situada en la jurisdicción de origen de la sede principal o incluso en otra jurisdicción distinta, que puede estar sujeta o no a supervisión”.

El sistema bancario conocido es el de la superficie, el que atiende al público en las sucursales, el que ofrece tarjetas de créditos y el que invita a través de campañas publicitarias a ser cliente de sus servicios. Existe otro inmenso oculto conformado por los denominados shadow bank y shell bank. Este último es la banca pantalla utilizada para facilitar y administrar el movimiento billonario de fuga y evasión de capitales.

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