EL PAíS › PLAZA DE MAYO, DESBORDADA POR LA MANIFESTACION DEL ANIVERSARIO DEL GOLPE MILITAR.

Miles y miles marcharon por el Nunca Más

Fue masivo y envolvente: asambleas barriales, organizaciones de derechos humanos, piqueteros, partidos, sindicatos y mucha, mucha gente suelta colmaron la Plaza y Avenida de Mayo para repudiar la dictadura militar. Una gigantesca bandera con los rostros de cuatro mil desaparecidos.

 Por Victoria Ginzberg

“¡Nunca más, nunca más!” El grito acompañó la entrada en la Plaza de Mayo de las imágenes de casi cuatro mil desaparecidos, que representaban a los treinta mil. Sus rostros en blanco y negro, sus nombres, fueron la principal bandera de la multitudinaria marcha por el 26 aniversario del golpe militar del 24 de marzo de 1976. La plaza desbordada superó las expectativas de los organizadores y demostró que la actual crisis social e institucional renovó la exigencia de Justicia. Y que la lucha contra la impunidad del pasado se actualizó en un repudio a todo intento golpista o de represión.
La bandera con las caras de los desaparecidos estaba extendida sobre la Avenida de Mayo. Ocupaba más de dos cuadras. Hombres y mujeres se detenían en silencio y miraban hacia el suelo en búsqueda de una fotografía conocida, de un nombre familiar.
–¿Cuántos son? –preguntó conmovida Morena, de diez años. Su mamá intentó explicarle que todas esas personas eran poco más de un diez por ciento de los desaparecidos durante la última dictadura, y después de hablarle de los niños secuestrados, le dijo que también “los seguimos encontrando”. Le contó, entonces, del último reencuentro, el número 73, el de Simón Riquelo y su mamá Sara Méndez, ocurrido hace diez días.
Poco después de las seis de la tarde, la tela con las fotos fue levantada por miembros de organismos de derechos humanos –como Tati Almeida, de Madres de Plaza de Mayo, Línea Fundadora; Laura Conte, del Centro de Estudios Legales y Sociales, y Rosa Roisinblit, de Abuelas de Plaza de Mayo– y cientos de personas que se sumaron para llevarla hasta la Plaza. La movilización arrancó al paso lento de las mujeres que la encabezaban. Detrás, marchó el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, que aglutinó a más de cien organizaciones bajo la consigna “Cárcel para todos los genocidas y represores de ayer y hoy, los golpistas, los hambreadores, los entreguistas y los corruptos, que no quede ni uno solo”. Luego, los Ex Detenidos Desaparecidos, HIJOS (Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio), las múltiples asambleas barriales, la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), los piqueteros y los partidos políticos. También estaban los familiares de las víctimas de la represión en democracia, los asesinados por el gatillo fácil y por los escuadrones de la muerte de la policía bonaerense.
Tras una bandera con fotos de desaparecidos de origen japonés y la columna de la comunidad uruguaya en Argentina –que avanzaba al ritmo de sus tambores–, Vito y Alejo marchaban en sus cochecitos bajo la tela que anunciaba: HIJOS. Los dos “nietos” de un año y de nueve meses, respectivamente, eran empujados por sus madres que llevaban, por las dudas y por experiencia, una bolsa con gajos de limón para protegerse de eventuales gases lacrimógenos, que afortunadamente faltaron en la marcha. Las chicas de la murga “La Chilinga” bailaban de rojo y negro y los miembros del colectivo de artistas Etcétera, que se disfrazaron de guerreros con escudos y mallas metálicas, se abrían paso por Rivadavia al grito de “a comer”, “a comer”. Los precedía una cacerola gigante que contenía una gomera de iguales proporciones. Una postal sobre el deseo de unidad de los piqueteros y los asambleístas.
“Que se vayan todos, que no quede ni uno solo.” La consigna madre de los caceroleros se escuchó desde la nutrida columna de las asambleas que se colocó detrás del sindicato de los motoqueros. Diez jóvenes montados a sus motocicletas que hicieron sonar sus bocinas al llegar a la 9 de julio, fueron recibidos por el aplauso de la “gente suelta”, tras haberse convertido en símbolos de la represión del 19 y 20 de diciembre.
Junto con el “que se vayan todos” y “el que no salta es un militar”, los caceroleros cantaban: “Se creían que nos habían cagado, porque estábamosdesorganizados, pero ahora con lucha y con paciencia se ha formado la nueva resistencia”. Las asambleas vecinales lograron encolumnar tras sus banderas a habituales asistentes a las marchas del 24 de marzo que antes se encontraban sin espacio de representación pero también sumaron a porteños que nunca habían participado de una protesta de este tipo. “La asamblea me abrió la cabeza. Antes miraba este tema de afuera pero ahora me sirve para decirle a mi familia y compañeros de trabajo que no tengan miedo”, aseguró Juan Manuel, de 30 años y vecino del Cid Campeador, quien asistió ayer por primera vez a una marcha de repudio al golpe de Estado de 1976.
Un par de cuadras antes de entrar a la Plaza de Mayo, la movilización se topó con otra, que venía en sentido contrario. La Asociación de Madres de Plaza de Mayo encabezada por Hebe de Bonafini volvía de la protesta que realizó por separado (ver aparte). No hubo encontronazos. Por el contrario, Bonafini fue aplaudida por los manifestantes que acompañaban al resto de los organismos de derechos humanos.
Ya en la plaza, desde el palco, se leyeron dos documentos. Una carta de compromiso de Abuelas de Plaza de Mayo, Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, Madres de Plaza de Mayo–Línea Fundadora, Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH) y Servicio Paz y Justicia (Serpaj) y una declaración del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia.
“Hoy, como producto de las políticas de ajuste y la profundización de la exclusión social, el universo de las víctimas se ha ampliado a casi toda la población. Mientras, las caras visibles y los beneficiarios de este modelo gozan de impunidad. Una impunidad que comenzó con las leyes de Punto Final y Obediencia Debida y los Indultos para los represores. Y sentó las bases para la impunidad de los promotores, autores directos, cómplices y encubridores del exterminio económico”, leyó la cantante Cecilia Rosetto como parte del documento de los organismos de derechos humanos.
El Encuentro Memoria, Verdad y Justicia transmitió que “este 24 es distinto”. “Algo grande y nuevo aletea en esta plaza del pueblo donde cada año nos convocamos para ratificar nuestra memoria y nuestra lucha. Porque luego de que millares de familias con hambre se levantaron en todo el país, en la noche del 19 de diciembre estallaron por toda la ciudad las cacerolas, se encendieron fogatas iluminando las esquinas, los piqueteros surcaron Buenos Aires y otras ciudades de la Argentina y miles se congregaron en el Congreso y Plaza de Mayo respondiendo, así, a la declaración del estado de sitio del entonces presidente Fernando de la Rúa. Así, se hizo carne esa consigna que el año pasado repetíamos en esta misma plaza: ‘El pueblo no ha sido derrotado y hoy está aquí de pie para gritarlo a los cuatro vientos’”.

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