EL PAíS › OPINION

Día de la Lucha Campesina

Por Foro de la Tierra y la Alimentación

El 17 de abril de 1996 fueron asesinados 19 campesinos “sem terra” en El Dorado dos Carajás (Brasil) a manos de la Policía Militar. Aquel hecho ha sido tomado por las organizaciones campesinas y por el movimiento social mundial, instalando ese día en la agenda de la acción global de los pueblos como Día Internacional de la Lucha Campesina.
El problema de la injusticia en la tenencia de la tierra no se circunscribe a un solo país sino que se repite en el resto de América latina y en otras regiones del mundo: mucha tierra en pocas manos y violencia contra los campesinos e indígenas que reclaman por sus derechos.
Frente a esta situación, las familias y comunidades rurales se han organizado para resistir y plantear alternativas a la agricultura industrial convencional, desarrollada y comandada por las trasnacionales de la alimentación y habilitada por las políticas neoliberales implementadas por los Estados nacionales.
A nivel internacional, en 1992 se conforma la Vía Campesina, aglutinando a organizaciones campesinas a medianos y pequeños agricultores, de trabajadores agrícolas, mujeres y comunidades indígenas de Asia, Africa, América y Europa. En la Argentina, dos organizaciones participan en la Vía Campesina: el Consejo Asesor Indígena (CAI), de Río Negro y el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase).
Los principales problemas que aborda Vía Campesina son soberanía alimentaria, reforma agraria, crédito y deuda externa, tecnología, participación de las mujeres y desarrollo rural, entre otros.
Para este 17 de abril, Vía Campesina encara una serie de acciones y movilizaciones en todo el mundo, que se focalizan en tres ejes principales: “1) Exigir una reforma agraria genuina y rechazar la política de tierra del Banco Mundial; 2) Exigir una agricultura campesina sostenible y condenar el control y la dominación de las transnacionales, especialmente Nestlé y Monsanto, y 3) Definir una política basada en la producción y el consumo doméstico y rechazar el dumping y la liberalización de mercados impuestos por la OMC, ALCA y otros acuerdos de ‘libre’, comercio a nivel regional y bilateral”.
Estas organizaciones y acciones plantean una profunda crítica no sólo al modelo de agricultura y de producción de alimentos, también ponen en cuestión la histórica relación asimétrica que la modernidad ha establecido entre campo y ciudad, asignándole un lugar protagónico al campesinado en la construcción de una sociedad más justa y una nueva relación con la naturaleza, basada en el respeto de las diferencias culturales y biológicas y en la utilización de tecnologías que no pongan en riesgo la dotación de recursos para las generaciones futuras.
Dos dimensiones en donde se hace explícita la tensión entre la agricultura que postula la Vía Campesina y la que impulsa la agricultura industrial son, por un lado, la lucha en torno a los sentidos que adquiere la tierra y, por el otro, el conflicto planteado por el control de las semillas. En el caso de la tierra, se enfrentan dos visiones: una, que la ve como un mero recurso de valorización del capital, la otra que la entiende como sustento de la vida y la reproducción material y cultural de las comunidades. En el caso de las semillas, se opone una perspectiva que plantea la mercantilización de las semillas mediante el patentamiento y el desarrollo de semillas transgénicas, frente a otra que propone la declaración de la semilla como patrimonio de la humanidad.
La Argentina no está exenta en estos conflictos. Hoy vemos cómo, día a día, aumentan los desalojos de familias campesinas y comunidades indígenas del interior del país: los que últimamente han tomado estado público son los desalojos violentos en contra de las comunidades Ava Guaraní y Kolla, en Salta (impulsados por el Ingenio San Martín del Tabacal, propiedad de la transnacional Seabord Corporation) y las expulsiones de campesinos en Córdoba y Santiago del Estero, a consecuencia de la expansión de la frontera agropecuaria para la siembra de soja transgénica. Casos similares se reproducen en todo el país en la forma de un despojo silencioso.Ante esta situación, este 17 de abril, Día Internacional de la Lucha Campesina, nos debe convocar para hacer propias las demandas del movimiento campesino, ya que sólo mediante un profundo cambio en el actual modelo de agricultura será posible que todos los argentinos y argentinas accedan a alimentos sanos y en cantidad suficiente.

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