EL PAíS › ANIBAL IBARRA ENCABEZO UN ACTO MASIVO EN PLAZA DE MAYO POR SU VUELTA AL GOBIERNO

Con el “golpismo institucional” como enemigo

Acompañado por la presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, Ibarra concentró su discurso en la “defensa de las instituciones”. La masiva marcha contra su destitución se realizó a cinco días del fallo de los legisladores que decidirán si sigue como jefe de Gobierno.

 Por Alejandra Dandan

Era la última chance para demostrar en la calle el respaldo a Aníbal Ibarra antes de que la Sala Juzgadora decida sobre su continuidad al frente de la Ciudad de Buenos Aires. La marcha y el acto de ayer partían con el piso de las 15 mil personas reunidas en el masivo acto de apoyo al suspendido jefe de Gobierno porteño en noviembre pasado, cuando el ibarrismo acuñó la idea del “golpe institucional” para responder a los impulsores del juicio. Tras el verano y a días del veredicto, el ibarrismo sumó en la pelea a todos los sectores amigos. Desde los radicales, los socialistas y el kirchnerismo a referentes de organizaciones sociales, políticas, culturales y deportivas de todos los colores. Desde León Ferrari a Kelly Olmos. A las 19.20, el acto de apoyo a Ibarra había superado el piso esperado y poco después desde el palco festejaron los 40 mil asistentes, aunque los más cautos hablaban de 30 mil. Ante la audiencia sólo hablaron Ibarra y Estela de Carlotto, que se presentó no sólo como presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo sino, dijo, “porque soy una ciudadana respetuosa de la democracia y de las instituciones”.

Al final de la noche, el núcleo de colaboradores más cercanos a Aníbal Ibarra estaba exultante: “¿Quién en menos de treinta días –decían– logra juntar a la gente que él reunió?”.

La concentración de apoyo a Aníbal Ibarra comenzó a prepararse con tiempo en torno de una idea clave: la defensa por la democracia. Esa idea apareció retratada en cada uno de los detalles de lo que los ibarristas definieron una y otra vez como un acto de resistencia democrática. Sobre el palco no colocaron los típicos estandartes sino dos urnas gigantes, una a cada lado con la palabra “Junta Nacional Electoral”. Lo mismo sucedió con las gradas ubicadas sobre el palco. Los organizadores dispusieron allí un espacio para 180 personas donde se sentarían, como lo hicieron, referentes políticos y culturales de las instituciones democráticas.

La marcha por el “No a la destitución” de Ibarra repitió la idea del golpe institucional acuñada por el gobierno desde el año pasado. “Quisimos simbolizar los treinta años de lucha democrática en la Ciudad”, explicó un vocero poco antes del comienzo. Sobre el escenario, se preocuparon por ubicar a los que pueden ser llamados protagonistas de esa lucha. Julio César Strassera, abogado defensor de Aníbal Ibarra durante el último juicio y fiscal del Juicio a las Juntas. Ex detenidos de la ESMA como Víctor Basterra, representantes de las abuelas de Plaza de Mayo como Rosa de Roisinblit y Elsa Osterheld o Sara Brodsky o el diputado kirchnerista Francisco “Barba” Gutiérrez.

Sobre esta base, a las cinco y media de la tarde de ayer Aníbal Ibarra terminaba de preparar el mensaje que daría frente a su plaza, en base a un escrito preparado por el equipo de comunicación del gabinete. Mientras tanto, la gente se concentraba sobre la 9 de Julio, en la intersección con la Avenida de Mayo, para avanzar hacia el escenario montado justo frente al Cabildo. En plena calle, Estela Carlotto primero y Aníbal Ibarra, después, se sumaron a la cabecera de los marchantes hasta entrar en la Plaza de Mayo.

Sobre el escenario, en tanto, cada quien marcaba presencia. Coco Silly ofició de maestro de ceremonias. Bastonero de los actos kirchneristas, se convirtió en el podio ibarrista en uno de los símbolos más visibles del nada despreciable apoyo del Frente K. El Frente para la Victoria llegó munido de militantes de base, referentes de primera línea, funcionarios nacionales y hasta despliegues de banderas, de esas banderas de cancha, capaces de abarcar bocacalles completas y tapar las tomas de las cámaras de televisión. Desde el palco, Silly lo notó:–Sabemos de su presencia –dijo una vez y volvió a decirlo dos, tres y cuatro veces–, pero bajen las banderas para que las cámaras puedan reflejar las imágenes en el interior del país.

Entusiasmado, a las siete de la tarde, Coco Silly anunciaba que ya habían superado el piso de las 15 mil personas. “Estamos aquí para decir sí a la constitucionalidad en la ciudad de Buenos Aires –arrancó–; estamos para decir no a los golpistas; para decir no a los que se aprovechan de un gesto de dolor para conseguir lo que no consiguieron en las urnas.”

No fue la única referencia a los diputados encolumnados detrás de la figura de Mauricio Macri que impulsaron el juicio político a Ibarra y promueven su destitución. Pero los mensajes dirigidos a la oposición siempre tuvieron el mismo tono. Se habló de “la derecha”, de los promotores del golpe, de los que “se oponen a las políticas progresistas”, pero nunca se pronunció el nombre de Macri.

Veinte minutos después de las siete de la tarde, mientras se leían listas interminables de adhesiones, alguien acercó un nuevo informe de número a los conductores del acto. “No sé si se entendió”, dijo enfervorizado Silly. El informe indicaba que otras veinte mil personas se acercaban al palco. Veinte mil personas más que veinte minutos después sumaban unas 40 mil personas en la plaza, según los organizadores

Estela Carlotto subió al escenario enseguida. Su presencia sirvió para reforzar aquello del peligro para la institucionalidad. “Bienvenidos a esta fiesta de la democracia”, dijo apenas tomó el micrófono. Recién “me preguntaron por qué Estela Carlotto va a acompañar al jefe de gobierno electo de la Ciudad, lo acompaño –dijo– porque soy una ciudadana respetuosa de la democracia y de las instituciones”.

Como la de Ibarra, su intervención fue muy breve, pero al mismo tiempo precisa y pensada. No habló exclusivamente desde su rol de presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo. Se posicionó como ciudadana, como “mujer argentina que no va a permitir que ya no con las armas sino con una mentira rompan una estructura democrática”. O como parte de “un pueblo al que le costó sangre y lágrimas conseguir la democracia”.

“Para mí y para todos es un orgullo que sobre este escenario esté alguien que nos representa aquí y en el mundo en la defensa de los derechos humanos como Estela Carlo- tto”, dijo cuando empezó. De esa misma forma, Ibarra se ocupó de agradecer la presencia de las organizaciones políticas, sociales y culturales presentes. “Un sector de la derecha lucró con el dolor, pretende avanzar en un golpe constitucional. Por eso hay más de 40 mil personas –dijo– que llegan hasta la 9 de Julio, pero hay más en sus casas, acompañando esta marcha de distintos sectores de pertenencia política.” En esa línea, planteó el acto no como una cuestión de fuerza sino de “civismo”. “No es una demostración de fuerzas –dijo–, es una demostración de sensatez, de racionalidad, de civismo público de toda la sociedad que es mucho más importante que demostrar la fuerza.”

Antes de las ocho de la noche, veinte minutos después de que Carlotto comenzara su discurso, todo había terminado.

Antes de dejar el palco, el jefe de Gobierno suspendido habló como si la Sala Juzgadora ya hubiera dado a conocer su veredicto. “Yo sé que este juicio político fue a contramano de la justicia y de la sociedad”, dijo. Pidió un”basta” para la politización de la tragedia. “Un abrazo para todos, un abrazo desde el corazón cualquiera sea el resultado voy a seguir trabajando con la misma honestidad y lealtad de siempre.”

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El ibarrismo puso en la calle una variada alianza social para mostrar el consenso y aislar al macrismo.
 
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