EL PAíS › DESPUES DE LAS ELECCIONES

Los pactos

Negociaciones económico-sociales con empresarios y sindicatos y políticas con los partidos para reformar la Constitución. Visiones antagónicas sobre inflación, productividad y salarios. Osado intento de la Coalición Cívica Libertadora por deslegitimar el resultado. Tentativa por instalar a Scioli como el factor de la victoria. Catástrofe de la izquierda, con una lozana excepción.

 Por Horacio Verbitsky

El pacto social que CFK anunció es por ahora una idea gruesa y, que se sepa, no hay equipos trabajando en los detalles. Por lo que trasciende del gobierno la intención es fijar unas pocas metas generales con vistas al bicentenario de 2010 y luego proponer a los sectores patronales y laborales los compromisos que cada uno de ellos, y el Estado, deberían asumir para alcanzarlas.

Uno de los funcionarios que habló del asunto con la presidenta electa sintetizó así los grandes lineamientos por acordar:

1. Un alto nivel determinado de crecimiento económico anual.

2. Un porcentaje máximo de inflación.

3. Un incremento del 50 por ciento de las exportaciones.

4. Una mejora en la distribución del ingreso (por ejemplo, 47/53 por ciento).

5. Una reducción de la pobreza al 10/15 por ciento.

Los encuentros de campaña de CFK con nucleamientos patronales y con medios de comunicación han dado la oportunidad para que la presionaran con sus reclamos. Ese catálogo también es genérico pero más tradicional:

1. Incremento de tarifas de los servicios públicos de gestión privada.

2. Reducción del gasto (es decir de la inversión social).

3. Control de la inflación (es decir, contención salarial).

4. Regularización de la deuda con el Club de París, lo cual incluye alguna forma de sometimiento a las condiciones del FMI.

5. Acuerdo con los tenedores de viejos bonos de la deuda argentina que no entraron en el canje de 2005.

Productividad y salarios

El punto de contacto entre la ingeniería del pacto que atrae al gobierno y la vida real que expresan los intereses empresariales es la inflación. Para las grandes empresas y sus cámaras, el FMI y la gran prensa local e internacional, su causa son los salarios. Pero la oligopólica producción y comercialización de bienes y servicios y la consiguiente disparidad entre costos y precios de venta sugieren otra cosa. Tras la fuerte licuación salarial de 2002, los ingresos de los trabajadores comenzaron a recomponerse, condicionados a nuevos incrementos en la productividad, sin incorporar a la discusión los de la década del noventa, muy superiores a las remuneraciones. Eso equivaldría a perpetuar una inequitativa distribución del ingreso y a establecer un nuevo límite distributivo en contra de los trabajadores. Pero en el último año, coincidiendo con las elecciones y con el alza gradual de la inflación, incluso han dejado de mencionar la productividad. Esto se explica porque, a pesar de la reversión de las tendencias anteriores producida bajo el actual gobierno, los incrementos de productividad siguen aventajando a las mejoras salariales. Un trabajo del Área de Economía y Tecnología de FLACSO y de la Federación de Trabajadores de la Industria (FETIA) muestra la evolución de ambas variables a lo largo de casi medio siglo. Allí se advierte con nitidez que el salario le ganó la carrera a la productividad (y con ella a las ganancias patronales) hasta el golpe de 1976 y que desde entonces ha seguido un camino descendente, con una fugaz recuperación en la última presidencia de Perón y otra más sostenida pero desde un sótano profundo durante la de Kirchner. En ese contexto, para reducir el salario no hay herramienta más eficaz que la inflación, en manos de quienes tienen capacidad para fijar precios sin competencia. En consecuencia, el punto de encuentro entre el esquema oficial y la embestida patronal será también campo de batalla.

Acuerdos y disensos

Los tres principales candidatos presidenciales han hecho explícito, cada uno a su manera, que apoyan la prosecución de los juicios por los crímenes de la dictadura militar. Sumados, sus caudales llegan al 85 por ciento. Esto permite suponer que la revisión del pasado será cada vez más una cuestión de mecánica judicial y menos de debate político. Esto refuerza la urgencia de organizar esos juicios para que no se prologuen en forma indefinida y los perpetradores no sigan muriendo inocentes, como esta semana el ex jefe de los grupos operativos de la ESMA, Jorge Perren, y el ex segundo de la inteligencia del Ejército, Julio César Bellene. Con las cómodas mayorías obtenidas por el gobierno en ambas cámaras del Congreso en algún momento Cristina podría impulsar una nueva reforma de la Constitución Nacional. Las primeras conversaciones sobre el asunto incluyeron tres temas: la eliminación de la elección directa de senadores, que volverían a ser dos por provincia; el regreso del Colegio Electoral para compensar el peso descomunal de la provincia de Buenos Aires en una elección directa, y una reformulación del rol del jefe del gabinete de ministros. La negociación política que la haga viable dependerá de cómo se ordenen las fuerzas políticas y de que la oposición se decida a asumir el rol que el electorado le asignó. Kirchner se inclina por reorganizar el Partido Justicialista para no cederle ese espacio al desvencijado tren fantasma, pero no piensa asumir su presidencia. El PJ formaría parte de una concertación más amplia. A organizarla se dedicará el próximo ex presidente. El cuadro de la oposición es menos claro: Maurizio Macri y Elisa Carrió aspiran a un liderazgo que ninguno compartiría y está pendiente el desenlace de la implosión radical. Si Julio Cobos lograra conducirla podría participar en la concertación en forma más orgánica que hasta ahora. Su competencia no es Gerardo Morales, quien más pronto que tarde descubrirá que ya no representa nada ni a nadie, sino Carrió, que no tiene otra dirección hacia la cual crecer y cuyo carisma necesita de alguna organización partidaria, aunque luego le cueste soportarla. Pero la inconsistencia de su Coalición Cívica Libertadora hace que pierda por un lado lo que gana por otro. Los legisladores del ARI y del Socialismo ya le han notificado que no se diluirán en un único bloque conducido por uno de los jóvenes maravilla que trepan asidos a las faldas de la Reina de Corazones. En medio de críticas al autoritarismo presidencial y el encomio a las minorías ilustradas, Carrió dijo que los objetores internos a sus decisiones eran el 5 por ciento y por eso no le interesaban. Tal vez alguno del 95 por ciento restante se anime a informarle que CFK duplicó los votos de la CCL y que no sería mala praxis republicana admitirlo.

Gente como uno

El domingo 28 también hubo elecciones en Colombia. Votó menos de la mitad del padrón y el Programa de Naciones Unidas PNUD informó que durante la campaña electoral fueron asesinados cien candidatos y precandidatos, 9.000 recibieron amenazas y 47 desertaron por temor; 269 fueron inhabilitados por sus contactos con el paramilitarismo y nueve secuestrados por las FARC. Los caudillos locales vendieron paquetes de a mil votos por 25.000 dólares. Pero según las agencias internacionales de noticias el observador de la OEA, Dante Caputo, dijo que los “incidentes aislados” no afectaron la votación. Para el ministro del Interior esto demuestra “la fortaleza de la democracia” colombiana. No es un mal punto de comparación.

El robo y/o destrucción de boletas (de Carrió, Patti y Blumberg en la provincia de Buenos Aires, de Cristina en la Capital) es una anécdota de la picaresca, permitida por un sistema electoral anacrónico que debe ser corregido. Pero sólo con obstinación por negar la realidad puede atribuírsele incidencia sobre resultados tan contundentes. CFK se impuso con el 45 por ciento de los sufragios contra 23 de Carrió y ganó en todos los distritos electorales, salvo tres. No obstante, Carrió cree con toda sinceridad que el nuevo gobierno nace con “legitimidad segmentada” porque según ella se le opondría el 70 por ciento de las clases medias de los centros urbanos, la gente como uno.

NBI

Es cierto que CFK superó su promedio nacional en los distritos con mayor proporción de personas con Necesidades Básicas Insatisfechas y que estuvo por debajo en aquellos con menor porcentaje de NBI. También que un tercio de los votos de Carrió provienen de siete ciudades (Capital, Rosario, Mar del Plata, La Plata, San Isidro, Vicente López y Bahía Blanca), lo que por supuesto no segmenta su legitimidad como segunda candidata más votada. Las interpretaciones sobre esos datos se polarizan y, en algunos casos, son caricaturescas. Para la jefa de la CCL los electores de Cristina no son libres porque dependen de planes sociales (que el gobierno de Néstor Kirchner ha reducido en forma sustancial, a medida que se generaba trabajo). Un funcionario del Poder Ejecutivo opina que los más pobres agradecen al gobierno por el crecimiento del empleo y el salario y las clases medias no le reconocen ningún mérito por el auto nuevo y la pantalla de plasma que compraron porque se lo merecían. El ministro del Interior, Aníbal Fernández, siempre tan rápido para el chascarrillo, se privó esta vez de un argumento irrebatible contra tanta alharaca de los vencidos: en su propio distrito, Quilmes, su candidato y protegido, Sergio Villordo, que buscaba la reelección, perdió frente al dirigente de la UOM Francisco Gutiérrez. Fraude más original, imposible.

Los profetas y sus tierras

La gran apuesta de distintas fuerzas, desde tránsfugas del kirchnerismo hasta el radicalismo de Río Gallegos, algunos sindicatos, la Iglesia Católica y la paleoizquierda era mellar el sustento oficial en Santa Cruz, la provincia que mayor atención mereció de los grandes medios en lo que va del año. No obstante, CFK fue electa con el 67,9 por ciento de los votos (contra 17,6 de Carrió) y el gobernador Daniel Peralta reelecto con el 58 por ciento. Las distintas fuerzas de la izquierda sumaron apenas 2277 votos. No es un error de tipeo ni de lectura: son las dos mil doscientos setenta y siete personas más vocales del país. También Alberto Rodríguez Saa se impuso en su provincia, San Luis, con el 67,81 por ciento. “Donde me conocen me votan”, se jactó. El resto de los candidatos a presidente y vice no fueron profetas en su tierra:

- Carrió obtuvo el tercer lugar en el Chaco.

- Su candidato a la vicepresidencia, el socialista Rubén Giustiniani, tampoco tuvo éxito en su provincia, Santa Fe, donde se impuso Cristina: uno de cada tres votantes que en setiembre llevaron a la gobernación al socialista Hermes Binner se negaron a votar ahora por Giustiniani. Binner se comunicó con un integrante del gabinete nacional. No sólo transmitió sus felicitaciones por la victoria de CFK. También se explayó con detalles sobre quien acompañó en la fórmula a su compañero Giustiniani.

- Jorge Sobisch obtuvo el tercer lugar en la provincia que gobierna, Neuquén.

- Roberto Lavagna también resultó tercero en su distrito, la Capital. Fue el único candidato que no perdió la sobriedad en el infortunio y planteó con sensatez la conveniencia de evitar la extrema polarización, a la venezolana, que promueve la CCL.

- Su candidato a vicepresidente, el radical jujeño Gerardo Morales, no pudo ofrecerle nada mejor que un muy lejano segundo puesto en Jujuy.

- El vice de Rodríguez Saa, Héctor Maya, lo ayudó a llegar cuarto en su provincia, Entre Ríos.

Estos resultados ratifican un axioma de inviolable obviedad: la política se asienta en un territorio.

Los padrinos

No les fue mejor a los padrinos. Apenas 24,21 por ciento obtuvo en Chascomús como candidato a gobernador bonaerense el hijo de Raúl Alfonsín, y los duhaldistas bonaerenses fueron derrotados en casi todos los municipios en los que se permitió que otros candidatos llevaran la boleta presidencial de Cristina. Manuel Quindimil, Antonio Arcuri, Oscar Rodríguez/Mabel Muller, Julio Alak, Miguel Prince, Sergio Villordo, Jorge Villaverde, Alberto Groppi y Oscar Zilocchi, fueron desbancados por Darío Díaz Pérez, Daniel di Sabatino, Aníbal Regueiro, Pablo Bruera, Graciela Rosso, Francisco Gutiérrez, Darío Giustozzi, Fernando Gray y Joaquín de la Torre. También los triunfos de Sergio Massa en Tigre, Aldo San Pedro en Bragado, Martín Sabatella en Morón, Gustavo Pulti en Mar del Plata, y Camilo Etchevarren, en Dolores expresan la voluntad social de renovación de elencos y de prácticas políticas. Pulti y Sabatella no llevaron boleta presidencial y ganaron a puro corte. Etchevarren es un ex radical que corrió con los colores de la CCL pero mencionó poco a Margarita Stolbizer y nada a Carrió para vencer al candidato designado por el ex intendente y caudillo duhaldista Alfredo Meckievi.

Transiciones

No es desacertado describir el invento de las listas colectoras y en espejo como una degradación del sistema político. Pero tampoco sería incorrecto verlo como un instrumento tosco pero apto para canalizar un voto bastante más sofisticado de lo que se lee y se escucha a diario. La supervivencia institucional a la crisis de fin de siglo requirió de parches y adaptaciones flexibles, a la brasileña, para amortiguar un impacto de otro modo devastador. La principal es la concertación CFK-Cobos, con sectores que vienen de las dos fuerzas políticas que se enfrentaron a lo largo del siglo pasado. La pulverización de aquellas identidades partidarias y el surgimiento de personalidades nacionales que son tomadas como referencia por diversos aparatos locales es un proceso de fragmentación y reproducción que sigue sin pausa. El domingo estos engendros permitieron que Juan Manuel Urtubey superara en Salta al vicegobernador de Juan Carlos Romero, Miguel Angel Wayar, interrumpiendo un dominio dinástico de un cuarto de siglo. La reacción contra los oficialismos permanentes también golpeó al vicepresidente electo, cuyo candidato a la gobernación, César Biffi, no pudo con el justicialista Celso Jaque, ambos acoplados a la boleta presidencial de CFK, debido a la deserción del ex gobernador Roberto Iglesias, cuyos 10 puntos bastaron para vengarse de Cobos. La misma búsqueda de caras nuevas habían mostrado en setiembre los electorados de Córdoba y el Chaco contra los respectivos oficialismos, uno justicialista y otro radical. En la Capital esa propensión al cambio se volvió en contra de Cristina. Como vota en contra del gobierno, la Ciudad Autónoma pudo saltar con facilidad del PRO de Maurizio Macri a la CCL de Carrió. Kirchner percibió este clima social y cabalgó la ola al no buscar su reelección. Una oposición exasperada por el contraste entre cómo se ve a sí misma y la adhesión que encuentra en la ciudadanía, por usar una de sus palabras fetiche, lo interpreta como una mera astucia para prorrogar un mandato en forma indefinida mediante la alternancia matrimonial. Así pierde de vista las razones reales de una decisión sin precedentes y su contacto con las tendencias profundas en la sociedad. Otro rasgo curioso es que mientras el peronismo se disuelve en otra identidad, el antiperonismo se mantiene idéntico a sí mismo, como se aprecia en el enconado anuncio de Carrió de que acudirá al frente de las clases medias y altas en rescate de los sectores más pobres “dominados por el clientelismo y la miseria”.



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