EL PAíS › ERIC CALCAGNO *.

El efecto contagio

Ahora resulta que las sucesivas crisis que el modelo neoliberal está provocando en América latina se deben al contagio argentino. Para los economistas del establishment no es que el modelo sea inviable y tenga efectos perversos, sino que alguien se enfermó y ahora se transmite el achaque. Como siempre, los neoliberales le echan la culpa a otro. Cuando Argentina cayó en la recesión, la desindustrialización y el hambre, era porque no se profundizó lo suficiente el modelo neoliberal (según ellos los salarios no bajaron lo necesario). Ahora que los efectos del Consenso de Washington se manifiestan de modo generalizado, la culpa la tiene el país dilapidador y corrupto. Asombra el cinismo. Primero, se oculta que sólo asistimos al final de un modelo que se cae. Segundo, los autores y beneficiarios del modelo son quienes ahora miran el derrumbe como si ellos no tuvieran nada que ver.
La verdad es que el modelo implantado en América latina es de renta y vive del endeudamiento. Primero, se sostuvo con la venta de las empresas públicas. Entre 1990 y 2000 la Argentina cobró por privatizaciones 23.7089 millones de dólares y Brasil 83.970 millones. Pero ahora se terminó esta fuente de ingresos que liquidó el patrimonio nacional en Argentina y lo disminuyó sustancialmente en Brasil. Quedaba el recurso a la inversión extranjera directa, que se achicó drásticamente: en Argentina fue de 10.553 millones en 2000 y de 3500 millones en 2001 y en Brasil pasó de 30.497 millones en 2000 a 19.011 millones en 2001. En una economía que vive del endeudamiento como la Argentina, la crisis estalla cuando se terminan los préstamos de deuda externa; entonces es el derrumbe, como lo comprobamos todos los días.
El caso de Brasil es diferente. Se trata de un país industrial, con recursos y política propios y la crisis en el flujo de capitales externos podrá afectarla pero no derrumbarla. Creo que aquí el factor predominante más que el económico es el político: se trata de provocar (o amenazar con) un golpe de mercado, para impedir que Lula llegue al gobierno y, en todo caso, advertir también a Serra lo que le espera si no se somete. En el fondo está la pugna Mercosur vs. ALCA y en ella Brasil tiene una política de Estado, quienquiera sea el Presidente. Los industriales de San Pablo, que marcan y marcarán la orientación de la política económica brasileña no pueden consentir el ALCA, porque mueren con el arancel cero con Estados Unidos. Tanto Lula como Serra optarán sin duda por el Mercosur; por eso hay que destruirlo. A mi juicio esta es la estrategia de fondo que practica Estados Unidos con su agencia el FMI.
En síntesis: la culpa no es del infectado, sino de la epidemia neoliberal que nos afecta a todos. Nosotros la sufrimos más, porque cumplimos al pie de la letra las indicaciones del FMI: nos sacamos toda la ropa con temperaturas bajo cero y a la intemperie. Otros países tomaron más precauciones; pero también se están resfriando. A estos actos irracionales se agregan otros: hay que impedir desviaciones políticas que apliquen herejías tales como resguardar la soberanía nacional, aumentar el gasto público, salir de recesiones con fuertes estímulos a la demanda, reindustrializar, distribuir ingresos. Es decir, evitar que se haga lo necesario para reactivar la economía y emanciparnos del endeudamiento perpetuo.

* Graduado de la Escuela Nacional de Administración de Francia.

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