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Por P. F.

El papa Juan Pablo II “confía en las reservas morales del pueblo argentino y está seguro de que el país saldrá adelante”, dijo desde Roma el obispo de Río Cuarto, monseñor Ramón Artemio Staffolani.
Con la audiencia de ayer, culminó la visita ad limina que una decena de obispos argentinos realizó al Vaticano, completando la nómina de titulares de diócesis que periódicamente cumplen su obligación de rendir cuentas de sus actos ante el jefe de la Iglesia.
El grueso de los obispos argentinos –algo así como 40– ya habían viajado a la Santa Sede a principio de año. El último grupo, que incluye a Edgardo Storni, partió en los últimos días de agosto.
En este encuentro, el Santo Padre escuchó al obispo de San Isidro, Jorge Casaretto, y al de Resistencia, Carmelo Giaquinta, que oficiaron de voceros de los prelados dando detalles del rol de la Iglesia en el “diálogo argentino”, y reflexionando acerca de la crisis socioeconómica del país.
“La Iglesia prestó su ámbito espiritual, con el objetivo de evitar el caos y restablecer la idea de bien común”, dijo Casaretto, adelantando la decisión colegiada de convocar a una asamblea plenaria “extraordinaria” para fin de setiembre.
Monseñor Giaquinta, por su parte, hizo hincapié en las dificultades existentes para encaminar la reforma económica “integral” de la Iglesia, conocida bajo el nombre de Plan Compartir, y a la falta de una “catequesis eclesiológica”.
A lo largo del encuentro, Storni se mantuvo en absoluto silencio.