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“Okupas” vuelve, en una Argentina en que la realidad superó la ficción

El programa de Bruno Stagnaro, que se emitió por Canal 7 en el 2000, se repone desde hoy en América, a caballo del éxito de “Tumberos”.

Suele decirse que la mirada sobre el pasado cambia, influida por lo que sucede en el presente. Es probable que por eso “Okupas”, de Bruno Stagnaro, que volverá a emitirse desde hoy a las 22, ahora por América, se vea desde una perspectiva muy diferente de la original. La primera vez que se pasaron los once capítulos era octubre de 2000 y el proyecto se presentó con bombos y platillos: la primera ficción del renovado Canal 7 del gobierno de la Alianza. La historia fue presentada como el desembarco en el lumpenaje de un joven de clase media frustrado, que había quedado inmerso en el descontento y la desesperanza por una disputa con sus padres. Su prima Clara le ofrecía custodiar una casa recientemente desocupada por habitantes ilegales que ella, dueña de una inmobiliaria, debía vender. “Es probable que en aquel momento el contexto no era tan descarnado como ahora, aunque me interesa más la cuestión de las relaciones entre los personajes más allá del contexto político”, dice Stagnaro, a Página/12. Un año después, “Okupas” ganó tres Martín Fierro (de cuatro nominaciones) como Mejor Programa Unitario, Mejor Director y Actor Revelación a Diego Alonso Gómez (El Pollo). El éxito de “Tumberos”, de Adrián Caetano, impulsó el regreso, por América, en la Argentina presidida por Eduardo Duhalde.
Ricardo Riganti (Rodrigo de la Serna) era por entonces la única cara algo conocida del elenco. El resto eran rostros anónimos que hoy –con el paso del tiempo y algunas películas del llamado nuevo cine argentino– ya comienzan a ser familiares al espectador. El personaje de Ricardo acababa de dejar sus estudios en la Facultad de Medicina –por la desesperanza, más que por la crisis– y descubriría, tras la euforia inicial de vivir en soledad, un mundo marginal saturado de situaciones límites. El consumo de drogas, la violencia y el mundo border sin una mirada moralizante iba a convertir a la miniserie en un programa de culto. La serie llegó a tener sus club de fans online, aún hasta el día de hoy. Durante once capítulos Rodrigo se dedicará a romper con los cinco mandamientos –o pedidos de Clara– que le hace en la primera emisión, para ocupar la casa: “No quilombo, no drogas, no música fuerte, chicas con discreción, no meter a nadie”.
“Okupas” es una historia de la resistencia al desalojo, en medio de la decadencia de un personaje que podría haber tenido una vida mejor. En su primera emisión de 2000, cabe recordar, hubo debates, artículos, informes e interpretaciones confusas. Se escribieron toneladas de tinta sobre la serie, en diarios y revistas de aquel país en virtual empate (iba uno a uno) aunque el programa, también en un canal marginal, alcanzaría una los 5 o 6 puntos de rating. Incluso varios okupas verdaderos que vivían –y probablemente vivan– en casas abandonadas salieron a decir que no se sentían representados por la serie. “No era mi intensión representar al nadie, sino sólo una historia de amigos”, repite Stagnaro. Ahora, la apuesta aprovechar el éxito de lo marginal en la ficción. “Es probable que la producción de Tinelli y América se suba al éxito de ‘Tumberos’ -promedio de 15 Marcelo juntos–. Y me parece bien, porque que mientras más gente vea mi trabajo mejor es para mí mejor. Pero yo me acabo de enterar”, opina Stagnaro, quien estuvo trabajando en publicidad últimamente.
Entre los personajes principales, estará también El Pollo (Diego Alonso Gómez) un amigo de la primaria de Ricardo, que abandonó a su madre porque tomaba pastillas y fue a parar al Docke (Dock Sud). Ricardo lo tentará para vivir con él. Además, el Chiqui (Franco Tirri), que se instalará como cocinero y cuidador oficial de la plantita de marihuana y Walter (Ariel Saltari), un okupa rollinga paseador de canes que traerá su propio perro a la casa. El perro se llama Severino en alusión a Di Giovanni, el famoso anarquista italiano de principios de siglo. Y la cita no es casual: lavida marginal aparenta, para ellos, como una elección de vida anárquica ante la sociedad que los expulsa.

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Rodrigo de la Serna, el actor más conocido de la ficción de Stagnaro.
 
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