ESPECTáCULOS › FIN DEL FESTIVAL DE CINE Y DERECHOS HUMANOS, EN SANTIAGO DEL ESTERO

Otro aire en la tierra del juarismo

En la muestra se vio un corto de ficción que estuvo en el comienzo de la resistencia santiagueña contra el poder de los Juárez.

 Por Mariano Blejman

La imagen es fuerte: la maestra santiagueña lleva a su grado completo a ver un documental que desde lejos no suena mal: se llama Juchitán de las locas, cuenta la historia de un pueblo mexicano donde... la mayoría de sus habitantes son homosexuales. La maestra se levanta en la oscuridad de la sala y grita que por favor “detengan la película”. Esa fue, probablemente, la imagen más fuerte del VI DerHumALC que cerró el miércoles en Santiago del Estero dándole el primer premio a S-21: The Khmer red killing machine de Rithy Panh. Pero esa imagen de la maestra enfurecida contra la pantalla porque mostraba travestis y homosexuales no puede tomarse como la más importante de todas. Tal vez más interesante sea el corto de ficción Una cosa que empieza con G, ganador de una mención especial en el rubro cortos del VI Festival DerHumALC que cerró el miércoles en Santiago del Estero.
Una cosa que empieza con G es una ficción santiagueña de apenas diez minutos, cuyo título surge de las marchas que Nina y Carlos Juárez organizaban a su favor donde la gente cantaba: “Yo te daré/ Te daré una cosa/ te daré una cosa/ una cosa que empieza con G: Juárez”. El corto logra a través de una metáfora contar las relaciones personales en la sombra del juarismo, ahora bajo intervención federal. “En algún sentido nos anticipamos a ciertas manifestaciones políticas que comenzarían después”, opina su realizador Mariano Gustavo Eberlé, además comunicador social. Al cierre del DerHumALC, Página/12 conversó con Eberlé y Darío Doria, dos de los ganadores locales (uno de cortos, el otro de largos) para reflexionar sobre el valor del cine en los derechos humanos.
Una cosa... se presentó por primera vez en Santiago del Estero en diciembre de 2003, cuando Nina Aragonés de Juárez todavía permanecía en la gobernación de la provincia. “A pesar de eso, nos animamos a presentarla públicamente en una muestra organizada por la Fundación Utopía”, cuenta Eberlé a Página/12. Habían pensado el guión un año y medio antes, aunque los costos de realización impedían concretarlo. El corto intenta retratar los últimos cincuenta años de poder en Santiago del Estero, cuando uno de los personajes, Mercedes –que representa a la Nina–, escribe una carta incómoda que desnuda la vida incestuosa de tres generaciones. Uno de los personajes se llama Carlos: “Representa al poder y las relaciones incestuosas con tres generaciones sometidas a un mismo padre”. Obviamente, siempre en la ficción, la madre de Nina es Eva, “que representa a Eva Perón”. La tercera generación está simbolizada por una mujer llamada Flor, “que es un travesti y representa a Cristina Flores, una diputada que terminó presa por enfrentarse al juarismo”.
Para Eberlé, la realización del VI DerHumALC en Santiago del Estero tiene un claro sentido político. “El asunto de los derechos humanos es una de las banderas de la intervención federal. Pero también es cierto que se estimula a los realizadores locales, genera nuevo impulso, alimenta la creatividad”, opina el realizador, que cree que deberían separarse de las competiciones los cortos de los mediometrajes, y la ficción del documental. “De todas maneras, toda movida cultural apunta a cambiar la percepción sobre la realidad. Los hechos culturales intentan modificar la mentalidad. Nuestro guión pretendía movilizar”, cuenta Eberlé.
Endeudada y quebrada, la fábrica Grissinópoli, que se dedicaba a la fabricación de grisines, terminó siendo abandonada por sus dueños. Es una más de las historias de este país de fines de 2001. Pero a comienzos de 2002, el realizador Darío Doria tomó el guante de la intriga para meterse en la fábrica, que un tiempo después terminó siendo expropiada por el Gobierno de la Ciudad a favor de los trabajadores. Grissinópoli, ganadora de una mención especial en el DerHumALC, se verá hoy a las 23 en el Cosmos, dentro del DocuFest. “Cuando llegamos, los trabajadores estaban dentro de la fábrica, pero todavía no se sabía qué iba a pasar”, cuenta Doria. Durante ocho meses siguieron las peripecias de los fabricante de grisines, lo que convirtió a la convivencia en una experiencia particular. “Nos interesaba contar la historia de Grissinópoli como una respuesta a la globalización. Mientras el país era un quilombo, todos mis amigos se iban a vivir de ilegales a cualquier lado, pero estos tipos encontraron la salida”, dice Doria. Para el realizador, el interés que despertó en Santiago del Estero tiene que ver con que “la respuesta es optimista. La mayoría de los documentales son terribles, de protesta, pero esto es un hecho concreto. No es propaganda, es una historia simple contada cronológicamente”.

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Grissinópoli, mención especial en el DerHumALC, se verá hoy a las 23 en el Cine Cosmos.
 
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