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Nuestra mente, esa pequeña casa

Marta Riskin sostiene que los medios de comunicación distribuyen contenidos e instalan matrices lógicas y resortes de pensamiento automático frente a lo cual es necesario interrogarnos por qué cuestionar acciones e ideas siempre fue una elección, pero hoy es de supervivencia. A partir del análisis de la oferta televisiva dirigida a jóvenes y adolescentes.

No requiere mucho esfuerzo evocar otros gobiernos ejecutando las mismas medidas que negaron enfáticamente, durante la campaña electoral.

Ni demasiada imaginación para, frente a los ajustes tarifarios, equiparar la sensibilidad de un funcionario diciendo “si el consumidor considera que este nivel de precios es alto en comparación a otros gastos de su economía, dejará de consumir”, con la de aquella reina que habría sugerido al pueblo de Francia, en 1789, que si no tenía pan, comiera tortas.

La novedad está en la actual visibilidad de las paradojas culturales y en la oportunidad de observar a los votantes afrontando la naturalidad neo liberal de sus cirujanos. Por ejemplo, a quien interpreta el acceso al consumo como una ofrenda al propio mérito y renuncia a las mismas cosas que antes reclamaba.

Los argumentos pivotean sobre las “duras medidas adoptadas” como productos inevitables de “la herencia recibida” y soslayan, sistemáticamente, la comparación de datos.

Hay quienes aseguran “No podíamos seguir así” y lamentan su “irreal” calidad de vida anterior y “opositores” que niegan la coherencia entre ideología y medidas del gobierno y aquellos que pierden memoria histórica e insisten en “darles tiempo”, confiando en persuadirlos pra corregir “errores”.

Muchos de estos planteos proceden de personas inteligentes, que descreen de la estabilidad de los mercados y dudan que exista una sola economía real.

¿Por qué aceptarían fallidas recetas económicas como única medicina? ¿Algo así como “Si duele, cura y si es horrible, pasa más rápido”? Clásicos, como La rama dorada de Frazer, describen los caminos de resolución mágica de las contradicciones y explican ciertas estrategias de las políticas de ajuste.

También, un cuento popular y común a varias tradiciones.

Un pobre campesino vivía con su numerosa familia en una minúscula habitación que era toda su casa. Nadie podía descansar allí. Cuando la falta de sueño ya lo estaba volviendo loco, el padre decide recurrir al sabio de la aldea, en busca de consejo. El erudito reflexiona y afirma tener la solución. Entonces, indicará que esa noche lleve una vaca a la morada. Al día siguiente, el hombre está desesperado pero el consejero insiste para que, noche tras noche, además de la vaca, introduzca en la casa a dos ovejas, tres cabras, la yegua y por último, a las gallinas. Recién al cabo de una semana de penurias, se le permitirá retirar todos los animales. Por la mañana, el pobre agradecerá al cielo lo bien que ha dormido y el gozar de una casa que ya no juzga tan pequeña.

Esta fábula tiene dos moralejas. Una expresa la sensatez de apreciar y cuidar lo que se tiene. La otra, exhibe un modo de estructuración lógica del pensamiento humano.

En la actualidad, nichos compactos de producción y divulgación ideológica despliegan idénticos valores y consignas –organizados según nivel socio-económico, género, edad y paladar del consumidor– en múltiples ficciones y publicidades.

Los medios de comunicación no solo distribuyen contenidos. También instalan matrices lógicas y resortes de pensamiento automático.

Aunque estudios sobre las redes sociales han revelado algoritmos administrando las opiniones dominantes de los grupos de referencia, aún nos preguntamos si es posible que baste la construcción virtual de una masa crítica de pares para que algunos ciudadanos se crean en la peor situación posible y luego, agradezcan cambios negativos y sinceramientos falaces.

El pensamiento mágico no resuelve problemas ni paradojas pero investigarlo desenmascara sus aplicaciones, resultados prácticos y consecuencias emocionales.

Así, los “cambios” que recorren el mundo, re significan al descripto por Lampedusa.

Ya no se trata del cambio para que todo siga igual sino de un cambio feroz, impuesto por marketing a conciencias globalizadas y que conduce el deseo de las masas hacia un proyecto mundial de retorno a servidumbres feudales.

Ricas tradiciones intelectuales y religiosas exhortan a abandonar prejuicios y concentrar la atención en el presente, sin negar el pasado y soñando futuros.

La escucha y la mirada, interior y exterior, son a esta altura de los acontecimientos, actos estrictamente prácticos para lograr cierta perspectiva personal y advertir como y cuánto estamos conectados con los demás.

Acciones tan simples y complejas como interrogarnos a nosotros mismos y a nuestros conciudadanos acerca de “qué veo, oigo, pienso, siento” conectan mente y corazón, evitan ingerir precocinados cantos de sirena y permiten disputar lógicas de construcción de realidades automáticas.

Cuestionar acciones e ideas siempre fue una elección pero hoy, es de supervivencia.

El Régimen impone y cada ser humano del planeta, elige.

* Antropóloga UNR.

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