SOCIEDAD › EN EL INICIO DEL JUICIO, EL TIRADOR DE BELGRANO SE NEGó A HABLAR

Un “no” como toda declaración

El acusado es Martín Ríos, el joven que en 2006 mató a Alfredo Marcenac disparando a mansalva en la avenida Cabildo. Ayer se mantuvo en silencio. En la primera jornada del juicio se discutió si es esquizofrénico o simula una patología mental.

 Por Emilio Ruchansky

Martín Ríos, más conocido como “el tirador de Belgrano”, escuchó ayer la extensa acusación en su contra sentado detrás de su abogado, balanceándose hacia adelante y mirando el piso, como si fuera un autista. O simulándolo, como intuyen los padres de Alfredo Marcenac, el joven que Ríos mató en 2006 cuando disparó sobre los transeúntes en plena avenida Cabildo. El acusado se negó a declarar y contestó con monosílabos al tribunal, que le permitió seguir el resto de esta primera audiencia desde una sala contigua. Luego declaró el primero de los 23 peritos psiquiátricos y psicólogos que debatirán si se trató de un “homicidio agravado por placer” o de un acto de locura de un esquizofrénico.

“Es un asesino que disparó fríamente, calculadamente, comprendiendo bien la criminalidad de lo que estaba haciendo”, dijo antes de entrar a la audiencia Adrián Marcenac, padre de la víctima; Mónica, su esposa, criticó a la familia del acusado y sugirió que debían ser juzgados. “Ellos lo ampararon, lo protegieron y esta es la consecuencia de sus actos”, aseguró. Ambos desistieron de testificar para poder ir a todas la audiencias. El abogado Angel Ramallo adelantó que insistirá en que su defendido es inimputable y se basará en que el Tribunal Oral 7 de San Isidro suspendió en julio pasado el juicio a su defendido por la tenencia del arma utilizada en los hechos, por considerar que no comprendía la criminalidad de sus actos.

Adentro del tribunal de Lavalle 1171, varios de los 40 testigos que declararán en los próximas audiencias iban y venían con una fotocopia de la cara de Freddy Marcenac colgada al pecho. Uno de ellos era amigo de la víctima y fue uno de los seis heridos del ataque ocurrido el 6 de julio de 2006. Pidió a los cronistas que se respetara la privacidad de su llanto. La sala de audiencias estaba llena y el acusado se sentó a pocos metros de los padres de la víctima.

Los crímenes que se le imputan a Ríos, además del asesinato de Marcenac, son once casos con la misma figura pero en grado de tentativa y otros ataques cometidos previamente en Belgrano: uno contra una confitería, otro contra un tren y un tercero a un colectivo de la línea 67. En esos atentados también hubo heridos. Ríos escuchó los cargos mordiéndose los labios, hablando poco y por lo bajo con su abogado, que parecía oficiar de traductor.

Cuando los jueces del Tribunal Oral Criminal 12 quisieron saber si iba a prestar o no declaración, Ríos miró a su abogado, quien dio la negativa por él. El tribunal insistió para que lo dijera en persona y el imputado soltó un “no”. Luego confirmó sus datos personales y negó tener procesos penales previos. Fue todo lo que dijo antes de retirarse, como anunció la jueza Ana Dieta de Herrera, a un cuarto contiguo porque el juicio lo alteraba. Será trasladado a la sala de audiencias “toda vez que sea necesario”, acotó Herrera. Recién ahí entró el perito de la familia Marcenac, Luis Alberto Kvitko.

El silencioso comportamiento del acusado fue uno de los puntos que retomó el primer declarante de este juicio. Kvitko recordó que en la primera entrevista que mantuvo con Ríos, compartida con otros peritos, el acusado sólo respondió sobre algunos datos personales y luego, como ayer, calló. “Y pasaron 42 minutos y no dijo nada más. Para mí, no fue un mutismo patológico, sino un ‘No hablo más’”, opinó el especialista.

Este médico legista estuvo en desacuerdo con el dictamen que determinó que Ríos tenía una personalidad esquizofrénica y aunque reconoció al Tribunal “no tener claro si había o no simulación”, aclaró: “No lo firmé porque no tenía elemento alguno de juicio para detectar algún caso de esquizofrenia”. También calificó de “dudosa” la información aportada durante los primeros peritajes por el padre de Ríos, a quien éste le habría dicho que no había hablado porque creía que todos los peritos, fueran oficiales o de las partes, eran “funcionarios judiciales”.

El fiscal de juicio, Carlos Giménez Bauer, quiso saber si esta actitud del acusado, la de no responder preguntas, evidenciaba algún rasgo de esquizofrenia. Kvitko le aseguró que esa “desconfianza” no implicaba nada y se quejó porque después de negarse a firmar ese dictamen en que se determinó que el imputado era esquizofrénico, nunca más volvió a ser convocado por parte del juzgado en las otras rondas de peritajes. Sin embargo, el médico legista aportó un detalle llamativo extraído de los dos encuentros que mantuvo con el acusado. Ríos le contó que defecaba y orinaba en una botella. “Jamás escuché algo parecido”, admitió el perito.

Su conclusión es que para poder determinar la salud mental de Ríos necesitaría seguir realizándole entrevistas personales, aunque dijo que siempre dudó de que el imputado simulara en los exámenes. Luego señaló, como al pasar, que a diferencia de cómo se comportó minutos antes en el juicio, donde se hamacaba constantemente en su silla, cuando era entrevistado por los expertos “se quedaba mudo y sin emitir ningún gesto”. Desde 2007, el tirador de Belgrano está alojado en la Unidad Penitenciaria 20 del Hospital Neuropsiquiátrico Borda, porque los peritos oficiales entienden que genera peligro para los demás y para sí mismo.

La causa fue elevada a juicio en marzo pasado por la jueza María Fontbona de Pombo, quien imputó a Ríos el “homicidio agravado por placer” de Marcenac, pese a haber sido declarado inimputable por el Tribunal de San Isidro. El caso impulsó a los padres de Alfredo a abrir el debate por desarme en la Argentina; ayer, Adrián Marcenac destacó la posibilidad, después de tres años, de poder tener un juicio oral y público, pese a los esfuerzos, dijo, de la defensa por extenderlo y “embarrar el proceso para evitar llegar a este juicio”.

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Después del crimen, los padres de Alfredo Marcenac impulsaron el desarme de la población civil.
Imagen: Rafael Yohai
 
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