SOCIEDAD › EL TRIPLE CRIMEN Y EL ANALISIS DE LAS MANCHAS DE SANGRE

La clave del ADN

La casa de la localidad de Quilmes tiene unas manchas que están siendo analizadas por Gendarmería y podrían confirmar si efectivamente Forza, Ferrón y Bina murieron allí. El extraño suicidio del testigo y la larga lista de posibles asesinos.

 Por Raúl Kollmann

La unidad de bioquímica de la Gendarmería Nacional considera que se puede obtener el ADN de dos de las manchas que aparecen en la vivienda de Quilmes, en la calle Videla 631, donde supuestamente fueron asesinados Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina. Las manchas, que ya está probado son de sangre humana, se ubican a 80 centímetros del suelo, lo que para el fiscal Juan Ignacio Bidone encaja con lo que dicen las autopsias: les dispararon de arriba hacia abajo y de atrás hacia delante. La prueba de la sangre es una de las claves en la actual investigación del triple crimen de General Rodríguez.

La pista de Quilmes

La investigación del fiscal parte de la base de que Forza-Bina-Ferrón se metieron en el negocio sucio de la provisión de efedrina a narcos mexicanos. En ese marco, habrían traicionado a quienes supuestamente proveían a los mexicanos hasta ese momento: Martín Lanatta, Ibar Pérez Corradi y, tal vez, Martín López Magallanes. Las traiciones serían varias: venta de efedrina mezclada con sal, negociación por una droguería que iba a importar efedrina a la Argentina pero que después se comprobó no estaba habilitada, negociaciones directas con los mexicanos, desplazando al otro grupo de Quilmes, y posiblemente la delación del laboratorio ubicado en Maschwitz, en el que terminaron detenidos nueve mexicanos, entre ellos el jefe, Jesús Martínez Espinoza, y un argentino, Luis Tarzia.

Bidone cree que Forza, Bina y Ferrón fueron citados por Lanatta a una reunión en el Auchán de Quilmes. Lanatta no concurrió, por lo cual el trío fue hasta la casa de su hermano, Christian. Es posible que allí los hayan matado.

Pruebas decisivas

Si el ADN de las dos manchas diera positivo respecto de Forza, Ferrón o Bina, la evidencia sería lapidaria, definitiva. Significaría que, como sospecha el fiscal, los asesinaron en esa casa de Quilmes. Durante los últimos días se hizo una prueba de sonido en el lugar: se realizaron disparos y se ubicó un testigo en la vereda para ver si esos tiros se escuchan. Entre el taller mecánico, con cierta insonorización, y la vereda hay 30 metros. Aun así, el testigo escuchó los disparos, lo que indica que alguien debería haber oído los tiros de la noche del 7 de agosto de 2008 o la mañana del 8. Sin embargo, los técnicos de la Gendarmería evaluaron que si los asesinos hicieron andar un motor de auto de competición en ese taller, es casi seguro que los tiros no se hubieran percibido desde la vereda.

La otra prueba decisiva tiene que ver con un arma, la Glock calibre 40 que se le secuestró a Christian Lanatta cuando fue detenido el año pasado durante un robo a mano armada en Bolívar. Si en la pericia balística se determina que esa Glock fue una de las armas usadas para matar a Forza, Bina y Ferrón, también la investigación estará redondeada.

Indicios

El testigo Emiliano Marcos, muerto en las vías del tren en Villa del Parque, dio dos datos que resultaron importantes en la investigación. Por un lado, señaló un número de celular de Martín Lanatta. Según el fiscal, eso permitió enhebrar los movimientos de Lanatta, ubicándolo en la casa de Quilmes en el momento en que –supuestamente– se produjo el asesinato. Lanatta tiene otros celulares y, como es obvio, argumenta que no estaba en Quilmes en ese momento. Pero el celular aportado por Marcos es el utilizaría el fiscal como evidencia.

El otro dato importante es que Marcos, quien trabajaba en la droguería de Pablo Quaranta, sostuvo que presenció una negociación, con polémica incluida, entre Forza e Ibar Pérez Corradi. El tema era la efedrina. Esta sería una de las bases en las que se sostiene la hipótesis del fiscal Bidone: Forza, Pérez Corradi, Lanatta, López Magallanes, todos vinculados a la efedrina y envueltos en una trama de traición.

Testigo muerto

El juez federal Julián Ercolini tiene a su cargo el expediente por la muerte de Marcos. La filmación de la cámara ubicada al frente del tren muestra a Marcos tirado en la vía cuando la formación lo pasa por encima. En el juzgado afirman que la secuencia es extraña, porque habitualmente quienes se suicidan en las vías del tren se arrojan cuando está por pasar, no esperan tirados en las vías. Además, realizan algún movimiento defensivo. En el caso de Marcos, sólo movió un brazo.

Ercolini está esperando el resultado de los estudios histopatológicos, en los que buscará alguna sustancia que hubiera dormido o drogado a Marcos. Si hubo asesinato –dicen en Comodoro Py– la lógica es que lo durmieron y lo depositaron en las vías.

En el juzgado federal dicen, igualmente, que el hermano de Marcos, cuando se presentó a reconocer el cuerpo, sostuvo que el joven se había peleado con la esposa. Es decir, que dio un móvil para el suicidio. También afirman que desde la fiscalía de Bidone nunca se comunicaron para señalar la importancia de Marcos y que incluso ahora, cuando Ercolini llama al hermano y a la esposa del fallecido, ninguno de ellos se acerca al juzgado. La joven cuenta desde este fin de semana con una custodia personal.

Aunque hay quienes relacionan la muerte de Marcos con la de otro protagonista del caso de la efedrina y los medicamentos truchos, Ariel Vilán, lo cierto es que existe un testigo presencial del suicidio de este último: su hermano Eduardo. Ariel se arrojó desde el noveno piso del edificio donde residía y Eduardo no sólo lo vio, sino que intentó detenerlo.

De todas maneras, el fiscal Bidone insistió ayer con la teoría del suicidio inducido. Es decir que a Marcos, y también a Vilán, los presionaron y asediaron en sus últimos días. Tuvieron miedo y por eso se suicidaron. Será difícil imputarle las muertes a alguien.

Lo que se viene

Las dos pruebas que podrían ser lapidarias están en pleno proceso de comprobación: la sangre encontrada en la casa de Quilmes y el peritaje de las armas de Christian Lanatta. Si alguna de las dos da positivo, el caso estará esclarecido. En cambio, si no hay resultados favorables de esas pruebas, los imputados sostendrán que ellos efectivamente estaban enfrentados a Forza, pero que no tuvieron nada que ver con su muerte y la de Ferrón y Bina. En caso de que se llegara a esa situación, tal vez el fiscal Bidone tenga que mirar otra vez la segunda hipótesis existente en el caso: que Ferrón, Bina y Forza fueron asesinados porque traicionaron a los mexicanos, no a los argentinos. A raíz del allanamiento al laboratorio descubierto en Maschwitz, donde se fabricaban drogas sintéticas usando efedrina, fueron detenidos nueve mexicanos y un argentino. Alguien los delató. Y ya se sabe que en el mundo de los narcos la delación se paga con la vida. Forza, Ferrón y Bina estuvieron en una reunión con los mexicanos en el Open Plaza de Pilar y concurrieron también a un encuentro con alguien muy allegado a Martínez Espinoza, el jefe de los mexicanos. Para redondear el cuadro, antes de la Navidad fue detenido Ricky Martínez, imputado por ser el proveedor de efedrina del laboratorio de Maschwitz y también de Sebastián Forza. Tal vez el mayor dilema que afronta el fiscal Bidone es que la lista de los que querían matar a Forza era larga y no resulta sencillo determinar quién les ganó de mano a los demás.

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Imagen: Télam
 
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