SOCIEDAD › MURIó “CHITA”, LA INSEPARABLE COMPAñERA DE TARZáN

Una mona de película

Conoció el Hollywood legendario de los inicios, brilló en la pantalla cinematográfica, inspiró una biografía no autorizada y hasta una novela. También alimentó suspicacias: tantas que ayer, al conocerse la noticia de su presunta muerte a los 80 años, en una reserva de Florida, hubo quienes agitaron dudas. ¿Realmente fue la mona Chita, inseparable compañera de Tarzán, quien falleció la última semana? Investigaciones pasadas y memorias recientes tienden un manto de sospecha, empezando por aclarar que los individuos más longevos de esa especie rondan, con extremada fortuna, los 50 años. Sin embargo, la Suncoast Primate Sanctuary Foundation, donde el animal en cuestión pasó su vejez, asegura que se trataba de la mismísima estrella. La polémica acompañó hasta su morada final al chimpancé, a quien la posteridad la recordará como “Cheetah” en la serie, y en la vida real como “Jiggs”, puesto que era en verdad un mono.

“Chita” había llegado a conocer la fama en los comienzos de la industria cinematográfica que, entre liana y liana, también ayudaba a cimentar, con participaciones en films clásicos y pioneros del género de aventuras, como Tarzán de los monos (1932) o Tarzán y su compañera (1934). Estimaciones de especialistas en animales actores señalaron que, por entonces, “Jiggs” debía ser un animal extremadamente joven, habida cuenta de que su nacimiento fue fechado, tentativamente, en los primeros tiempos de la Gran Depresión. Un cazador de talentos no humanos habría hecho el resto.

Casi 30 años después, terminó alojado en el Suncoast Primate Sanctuary, la reserva de monos fundada en Palm Harbor, Florida, gracias a una donación de Johnny Weissmuller, el atleta devenido actor y encarnación histórica de Tarzán. Entre 1960 y el 24 de diciembre de este año, el santuario fue el escenario donde Chita dio rienda suelta a su pasión por pintar con los dedos, ver football americano y escuchar música religiosa. Así, al menos, lo aseguró la directora del lugar, Debbie Cobb, también preocupada por dar cuenta de la sensibilidad extraordinaria de un chimpancé que, según uno de sus cuidadores, podía tenerse en pie con la espalda casi erguida.

“Jiggs”, o “Chita”, contó la directora, “podía saber cuándo tenía yo un día bueno o un día malo. Siempre trataba de hacerme reír si yo estaba teniendo un día malo”. “Cuando no le gustaba algo o alguien –acotó Ron Priest, su cuidador–, tomaba sus excrementos y se los arrojaba. Podía lanzarlos hasta a unos 30 pies (nueve metros) a través de los barrotes” de la jaula.

Sin embargo, la muerte del chimpancé reavivó viejas dudas acerca de su identidad. Temprano en la mañana de ayer, la actriz Mia Farrow, hija de Maureen O’Sullivan, quien encarnó a Jane en seis películas de la saga de Tarzán, escribió en su cuenta de Twi-tter que su madre “invariablemente se refería a Chita como ‘ese bastardo’”. La clave reside en que, durante las filmaciones de la saga cinematográfica, al menos dos chimpancés se alternaban para interpretar al mono amigo del Rey de la Selva en cada título. Ese y otros detalles fueron descubiertos en 2008 por un periodista del Washington Post que había asumido el encargo de escribir la biografía de Chita. En cualquier caso, la historia oficial asegura que pisó un estudio por última vez a fines de los ’60, para rodar Dr. Doolitle, con Rex Harrison.

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El santuario donde vivía dice que Chita tenía 80 años al morir.
Imagen: EFE
 
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