SOCIEDAD › HISTORIAS DE PEONES EXPLOTADOS EN LA COSECHA DE OLIVO EN LA RIOJA

“Ya era mucha la estafa”

Doce obreros maltratados por reclamar condiciones dignas abandonaron la cosecha, pero sufrieron represalias. Aquí, cuentan su experiencia en la empresa Promas, donde el Registro Nacional de Trabajadores Agrarios descubrió hacinamiento y pésimas condiciones laborales.

 Por Emilio Ruchansky

Desde La Rioja

@Pese a las presiones y el halo de “normalidad” que pretendió instaurar la empresa Promas, de Mastellone Hermanos, sobre las condiciones habitacionales y laborales descriptas en la edición de ayer de Página/12, hubo una docena de jóvenes peones que se cansó del trato denigrante, se fue del campo de olivos el viernes pasado y reclamó por sus derechos. Hicieron dedo, cuentan, para recorrer los 18 kilómetros que separan la finca del centro de La Rioja y con sus correspondientes notas de despido asistieron al Registro Nacional de Trabajadores y Empleadores Agrarios (Renatea). “El cuadrillero nos robaba las cajas, anotaba 15 cuando entregábamos 20. Si nos quejábamos, nos amenazaban con llamar a un comisario que nos iba a pagar un tiro y tirarnos al río en una bolsa negra”, comenta Joel, uno de los peones. El dato también consta en el acta del Renatea, en cuya sede regional, el lunes pasado, directivos de la empresa abonaron reticentes la suma adeudada por los cajones no anotados y los pasajes de vuelta.

“Llegamos el 5 de febrero desde Santiago (del Estero) y ya el primer día nos dijeron que no había muchas comodidades. Llegamos a las 3 y nos dejaron esperando hasta las 8 en una estación de servicio. Después nos tiraron en un galpón en el medio del campo y no nos trajeron comida por tres días. Sobrevivimos a mate cocido y tortillas (de harina y grasa)”, cuenta el joven.

Después, agrega, los llevaron a los doce a un ex prostíbulo de Liliana Medina, la fallecida imputada del caso Marita Verón, donde Página/12 constató el hacinamiento y la escasez de servicios e instalaciones.

Entraron a trabajar, agrega Lucas, otro santiagueño, y “el maltrato fue inmediato”. Un cuadrillero, encargado de reclutar y luego “asistir” a la peonada, según consta en el acta de denuncia del Renatea, “los molestaba con continuas provocaciones, diciéndoles que la planta estaba mal cosechada, siendo que ya no tenía nada de aceitunas, y les decía que los cajones no estaban en línea y los hacía cruzar los cajones al otro lado. Y pasó el cuadrillero insultando y pateó el cajón de aceitunas a un cosechero tirándoles las cajas que estaban cosechando, haciéndoles volver con las escaleras a cosechar árboles que ya habían cosechado”.

Cuando decidieron irse todos, pasaron por la administración para reclamar el dinero adeudado y las libretas de trabajo agrario (LTA). La primera respuesta fue negativa, denuncian. La LTA la habían recibido días atrás en el ex prostíbulo de Medina, durante una recorrida que hicieron agentes del Renatea, organismo que expende y controla esas libretas. “Finalmente les dan las libretas sin completar ningún cupón y también las notas de despido y que ante su reclamo les dicen que las libretas no sirven para nada y que no tienen por qué llenar nada”, dice el acta de denuncia de Renatea.

Los cupones donde se anotan los datos del trabajador y la labor realizada, entre otras cuestiones, no habían sido llenados. Eso sí, a la mitad del grupo les dejaron una constancia de baja de las actividades de la AFIP, la agencia tributaria nacional. Una vez denunciada la situación, el Renatea constató el domingo pasado las precarias condiciones de vida en los lugares señalados y al otro día hubo una inspección al campo de Promas, adonde llegaban nuevos trabajadores en micros de la empresa.

“El recambio de gente lo hacen porque sacan a la gente que hace reclamos y traen otros”, aseguraron los jóvenes en el acta labrada. “Cuando llegamos a la ciudad no teníamos para comer ni para volvernos. Nos fuimos sin cobrar un peso. Yo vine a trabajar para ayudar a mi familia, tengo cuatro hermanos chiquitos. Vine con 50 pesos nomás, es lo que tenía”, cuenta Alejandro, de 18 años, santiagueño. “Ya era mucha la estafa que nos hacían”, agrega. Joel dice haber traído sólo 80 pesos. “Nos terminó pagando comida y alojamiento el Renatea hasta que se resuelva”, dice este último peón.

Alejandro, de 22 años, fue el que más llevó consigo: 400 pesos. Es el salteño del grupo de santiagueños, que se conocían desde hace dos años, cuando vinieron a trabajar por primera vez a La Rioja. “Cuando pedimos condiciones dignas, jabón para bañarnos, inodoros decentes en la casa donde estábamos, comenzaron a tratarnos mal. Tuvimos que ayudarnos entre nosotros para poder seguir trabajando. Hacía 150 cajas y me pagaban por 80. Como no les quise firmar la planilla de las cajas, se pudrió todo”, dice.

El lunes pasado, tras la inspección al campo de Promas, sobre el kilómetro 3 de la ruta provincial 25, el gerente Ramón Terzeghide accedió a pagar los cajones adeudados que se denunciaron, tras un discusión con Ana Córdoba, delegada regional del Renatea. También tuvo que pagar los pasajes de vuelta. Fue un acto sencillo pero emotivo, que ocurrió en la sede del organismo, en Santa Fe 838. Nueve de los doce jóvenes presenciaron la firma de una acta junto el gerente y otro directivo.

Los muchachos agradecieron a la entidad y a la prensa, los representantes se fueron cabizbajos; aún no abonaron los gastos de comida y alojamiento que hizo el Renatea, durante los cuatro días posteriores al despido. El gerente tuvo que llenar en ese mismo lugar los cupones de la LTA, que estaban vacíos y que pronto podrían pasar a simplificarse mediante una tarjeta magnética, como planean las autoridades del Renatea. En ningún momento los directivos de Promas pidieron disculpas a los peones presentes.

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La mayor parte de los trabajadores que se fueron habían llegado a La Rioja desde Santiago del Estero.
Imagen: Télam
 
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