SOCIEDAD

El festejo de San Patricio terminó con vidrios rotos y once detenidos

Las 50 mil personas y la cerveza circulante fueron excitando los ánimos. Durante la madrugada hubo enfrentamientos con la policía.

El día de San Patricio, el after hours porteño por excelencia, fue festejado por 50 mil personas que desbordaron el microcentro de la ciudad. El nexo con la festividad irlandesa fue la ingesta de cerveza que, una vez avanzada la madrugada, mezcló su sabor a malta con gases lacrimógenos y peleas con policías que culminaron con 11 detenidos. Los vecinos se quejaron por la falta de previsión del gobierno porteño que, con el antecedente de 30 mil personas en 2004, dispuso sólo 14 baños químicos y 25 policías. Ante los incidentes, para la segunda jornada de festejos de ayer (son tres los días de expresa devoción) las medidas de seguridad se duplicaron.
Los incidentes se concentraron en un supermercado de la calle Marcelo T. de Alvear al 400, que fue sacudido cuando un grupo de entonados jóvenes hicieron batucada con la persiana hasta que el dueño salió a insultarlos; hubo lluvia de botellas contra el hombre y varios internados por cortes de vidrio. El otro altercado lo vivió un camión de reparto de cervezas que, extrañamente, en horas de la madrugada daba vueltas entre alegres sedientos. Hubo otro incidente, pero con los propietarios de una camioneta cargada con botellas y latas de cerveza, mesas y una licuadora que rondaba por las calles comercializando y contraviniendo la normativa vigente. Por estos hechos, 11 fueron los detenidos, uno de ellos es menor y quedaron alojados en la comisaría 15ª, y hubo heridos trasladados al Hospital Fernández.
El presidente de la Asociación Vecinal del barrio de Retiro, Luis Lehman, se quejó de que “no se tomaron las medidas” apropiadas de acuerdo con los antecedentes de la cantidad de asistentes y pidió que se aumentase el control municipal. El gobierno porteño dispuso para ayer 50 efectivos policiales (el doble del jueves), sin contar la cantidad de personal infiltrado de civil, 25 de la guardia urbana, uno para el control de alcoholemia y cuatro ambulancias. También se solicitó a la Justicia Contravencional que aumente el control.
“Después de lo de Cromañón, la gente tenía hambre de boliches y fiesta”, evaluó el empleado de un pub. “A eso de las 23 ya había vendido cien barriles de cerveza” de 30 litros cada uno, confesó a Página/12 el dueño de un pub de la calle Reconquista. Según varios propietarios consultados, no hubo desabastecimiento, tal como se dijo. Pero nadie habló de las ganancias. Ellos también recibieron quejas de vecinos. “Tengo habilitación y ésta no es una zona netamente residencial como para prohibir los pubs”, esgrimió Nicolás Díaz, dueño de Druind In. El empresario fue sobrio en su análisis y, pese a que su local fue uno de los promotores del festejo importado, afirmó que “yo no laburo por un día ni me quiero salvar con San Patricio facturando al máximo. Trabajo todo el año y no me conviene que haya problemas por este festejo”.
“Me orinaron todo el vidrio, hasta hubo parejas teniendo sexo pero, eso sí, no rompieron nada”, recordó Saturnino, encargado de un edificio de la calle Reconquista. Para Pablo Blanco, encargado del pub The Kilkenny (pionero del festejo), “fue una fiesta de los que vinieron a disfrutar del espíritu de Irlanda, con la excepción de 30 inadaptados que hicieron líos”. Guillermo, el encargado de una proveeduría y descendiente de irlandeses, fue menos diplomático y dejó en claro quiénes no están bajo la custodia de San Patricio: “El problema es cuando vienen a robar los de la villa. Esta es una fiesta muy linda. Eso sí –aconsejó– (para que no haya incidentes) no tendrían que permitirse los envases de vidrio”.
El personal de Cliba recogió seis toneladas de residuos sólidos (papeles y vasos plásticos) y otras seis de vidrio (botellas). Según empleados de los pubs, las botellas “fueron vendidas por los quiosqueros” de la zona; según los quiosqueros, “las botellas salían de los pubs”.
La segunda jornada comenzó ayer con el corte de las calles bordeadas por pubs a las 19.30. A esa hora, una moza de cara tatuada con un trébol llevaba dos porrones de vidrio sobre una bandeja, tres muchachos bebían de una botella de litro caminando por la calle y en la esquina se preparabanunos 15 policías para ejercer el control. Todavía falta la tercera jornada.

Informe: Adrián Figueroa Díaz.

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A la medianoche el barrio era Cathalines y se hablaba en irish.
 
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