SOCIEDAD › CALIFICAN LA EFICIENCIA ENERGETICA DE LOS ELECTRODOMESTICOS

Premio para los que consumen menos

Se trata de una etiqueta adhesiva que califica a los artefactos según su consumo de electricidad. Es obligatoria para heladeras; quieren extenderla a otros artefactos y lamparitas

Un cliente entra en un local de electrodomésticos. Empieza a recorrerlo con la idea de hacer una compra y se detiene ante cada artefacto, mira una etiqueta grande y colorida que está en todos ellos y anota. ¿Qué dice ese autoadhesivo? ¿El precio? No. La información sobre la eficiencia energética del aparato. A una situación así, de conocimiento e interés de los clientes sobre lo que gastan los aparatos del hogar, es a lo que pretende llegar la Secretaría de Energía, a partir de una iniciativa de la asociación ambientalista Vida Silvestre: obligar a los fabricantes a brindar la información sobre el consumo que generan sus productos, a través de una etiqueta de eficiencia energética. El plan ya se aplica en las heladeras, y la idea es extenderlo a todos los aparatos eléctricos de mayor consumo y hasta a las lamparitas de luz.

La idea es simple y se lleva a cabo hace años en muchos países desarrollados. Los aparatos en cuestión deben tener en un lugar visible una etiqueta grande que informe, a través de una escala comparativa, cuánta electricidad gastan en comparación con otros productos equivalentes –y de su mismo tipo– para realizar la misma tarea. En la Argentina se tomó como modelo la etiqueta que se utiliza para el mismo fin en la Unión Europea.

“El mejoramiento de la eficiencia energética es uno de los puntales reconocidos para luchar contra el cambio climático, y es el que nosotros elegimos para difundir porque creemos que tiene una proporción de costo–beneficio muy buena, que la hace atractiva para su aplicación por parte de los gobiernos”, afirmó Carlos Tanides, especialista de Vida Silvestre en el tema.

El programa ya está en marcha desde el año pasado, cuando el etiquetado se volvió obligatorio en todo el país para las heladeras, aunque no fue informado a los consumidores. Desde entonces, por ley, todos los refrigeradores que se fabricaron y todos los que se ensamblarán en el futuro –sean nacionales o importados– deben tener en un lugar visible el autoadhesivo que los clasifica según su eficiencia de la letra A (los que menos gastan) a la G (los que más electricidad requieren). “La diferencia no es menor: una heladera clase A puede consumir menos de la mitad de la energía que una clase G” para realizar igual tarea, señalaron desde la organización ambientalista. La calificación es realizada tras una evaluación por el Instituto Argentino de Racionalización de Materiales (IRAM).

El proyecto prevé que el modelo se extienda a las lamparitas incandescentes y a las de bajo consumo, a los aparatos de aire acondicionado, a los lavarropas y a los motores eléctricos, con lo que estaría cubierto todo el universo de artículos que más incidencia tienen en el consumo de electricidad.

El objetivo principal de esta iniciativa es que el consumidor final tenga a su disposición la información sobre la proporción entre el servicio que presta cada artefacto y el consumo que realiza, de forma tal que pueda tomar en cuenta ese aspecto a la hora de elegir entre dos productos similares. “Además, este sistema tiene un beneficio secundario: lleva a los fabricantes a mejorar la eficiencia de sus aparatos, para que no queden encasillados en una calificación baja, como son la G o la F”, resaltó Tanides.

Hernán Iglesias Furfaro es uno de los encargados de las acciones referidas a este tema en la Secretaría de Energía. En diálogo con este diario, comentó que a la hora de elegir los artículos que se incluyen en el programa, “lo que se mira es cuál es la participación de los usos finales en el consumo residencial”. Y en ese sentido agregó que “la refrigeración representa un 30 por ciento, y la iluminación equivale a otro tanto, por eso ahora se decidió etiquetar las lámparas”.

El IRAM, por lo pronto, ya aprobó y publicó el etiquetado para lamparitas eléctricas y aparatos de aire acondicionado, que por ahora es voluntario. Para definir las características del autoadhesivo y las pruebas que deberán sortear los electrodomésticos, se reúne un subcomité en el que participan todos los sectores involucrados en el tema: el Gobierno, las empresas que producen el artefacto a etiquetar, organizaciones de defensa al consumidor, los laboratorios que van a estar encargados de los tests, universidades y asociaciones ambientalistas. Allí se busca por consenso determinar cómo será el proceso de etiquetado en su totalidad.

Luego de eso, el IRAM “solicita la realización de los ensayos a laboratorios independientes y competentes que, bajo nuestra supervisión, llevan adelante el programa de pruebas”, explicó Pablo Paisán, coordinador del subcomité de eficiencia energética del instituto. “Posteriormente, nosotros revisamos los informes de ensayo resultantes, junto con otras evaluaciones que realizamos en las fábricas de estos productos”, agregó el integrante del IRAM. La instancia siguiente es transformar la etiqueta en obligatoria, algo de lo que se encarga la Dirección de Comercio Interior. “Desde que el IRAM publica hasta que se firma la implementación de la etiqueta transcurre alrededor de un año y medio”, apuntaron desde Vida Silvestre.

Informe: Eugenio Martínez Ruhl.

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Para las heladeras, la etiqueta es obligatoria; para los equipos de aire, por ahora, es optativa.
 
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