SOCIEDAD › EL ACCESO A LA JUSTICIA SEGúN LA CLASE SOCIAL

Ricos y pobres, derechos diferentes

“Se está produciendo, de manera sorprendente, una duplicación del derecho penal: derecho mínimo y tolerante para los ricos y potentes; derecho máximo e inflexible para los pobres y los marginados.” En su conferencia de apertura del III Congreso de la Asociación Interamericana de Defensorías Públicas, el jurista Luigi Ferrajoli consideró “doloroso y doliente” lo que llamó “el acceso o mejor decir, el no acceso, a la Justicia de los sujetos débiles por razones sociales, o de género, o de edad, o de otras condiciones personales y sociales”. Ferrajoli habló de la “extrema desigualdad de las personas frente a la Justicia”, lo que sumado a la prolongación de los procesos “deriva, para las personas más pobres, en una denegación de justicia”.

Ferrajoli sostuvo que los juicios públicos se han transformado “en un lujo reservado a quienes disponen de costosas defensas”. Sobre la ejecución de la pena de los condenados, dijo que para obtener la libertad condicional “más que la buena conducta” se toman en cuenta “criterios como las posibilidades de ocupación, la familia, el grado de instrucción y similares que excluyen, por ejemplo, a los inmigrantes clandestinos y claro, reproducen y acentúan las desigualdades sociales y de oportunidad”.

También cuestionó, como factor de la “creciente desigualdad”, el carácter “siempre más marcadamente clasista de la Justicia penal en todos los países occidentales: desde Italia a la Argentina y el Brasil y a los otros países latinoamericanos; desde Estados Unidos a los demás países europeos”. Por eso las cárceles están llenas de “sujetos pobres y marginados, inmigrantes, negros, toxicodependientes, detenidos por pequeños delitos contra el patrimonio”.

Consideró que se trata de “una prisionalización en masa de los pobres, debida a una degeneración clasista de la Justicia penal y fuertemente sostenida por una ideología de exclusión que criminaliza a los pobres, los marginales o peor aún, a los que se considera ‘diferentes’ –el extranjero, el islámico, el inmigrante clandestino– bajo la insignia de una antropología racista de la desigualdad”.

Todo se está dando, dijo Ferrajoli, con la ayuda de “políticas interesadas solamente en reflejar y amplificar los miedos y los humores represivos presentes en nuestras sociedades”, cuando en realidad “las estadísticas históricas sobre criminalidad demuestran que el número de los delitos, especialmente en contra de las personas –homicidios, violencias, violaciones, lesiones– han disminuido, en proporción a la población, respecto de décadas pasadas, y más aún respecto de un siglo atrás”. Dijo que sólo se combate “la criminalidad de la calle” y no la de “los poderosos, la corrupción, los falsos balances de empresas, los fondos negros y ocultos, la evasión y los fraudes fiscales”, entre otros.

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