SOCIEDAD › LOS OTROS CASOS DE NIñOS CAíDOS EN UN POZO

Igual conmoción, finales diferentes

El último caso similar al ocurrido ayer con Vanesa sucedió en julio pasado. Leandro Huche, de ocho años, cayó a un pozo de unos 30 metros de profundidad en la localidad pampeana de Toay, a 15 kilómetros de Santa Rosa. El niño fue rescatado por bomberos voluntarios y policías. Se mantuvo flotando dentro del pozo, ya que se tomaba de las paredes con las manos hasta que pudo ser rescatado por un bombero voluntario.

El antecedente más recordado en Argentina fue el caso de Cristian Quiroz, el nene de cinco años que en 1998 murió por una caída similar, en San Nicolás. Al mediodía del 19 de marzo de ese año, Cristian regresaba del jardín junto a su madre y, cuando ambos caminaban por la vereda de la avenida Moreno, el niño cayó a un pozo de agua hecho por la empresa Topsa S.A. El rescate, que conmocionó a todo el país, duró 33 horas.

Sin embargo, pese a los esfuerzos, Cristian fue sacado muerto de ese pozo, que al igual que el de Vanesa, tenía más de 20 metros de profundidad. En 2001, el juez de San Nicolás, Edgard Rodríguez, condenó a tres hombres a penas de entre dos años y dos años y diez meses por el delito de “homicidio culposo”: Juan José Gómez, funcionario municipal; Miguel Angel Pampalone, presidente de Topsa; y Claudio Fabián Actis, inspector municipal.

En 1987, un bebé recién nacido que había sido arrojado por su madre al pozo del baño de una estación de ferrocarriles tucumana sobrevivió durante 96 horas hasta que fue salvado por los bomberos. En 1994, un chico jujeño de 9 años, Juan José Ocampo, se convirtió en héroe cuando iba a la escuela y rescató a una beba de 15 meses, Patricia Mamani, de un pozo de siete metros. Al padre se le ocurrió atar a su otro hijo con sogas para que pudiera deslizarse hasta el fondo y rescatarla.

Hace poco más de un año, el 8 de octubre de 2009, un niño de 10 años, Lautaro, se salvó después de caer a un pozo de 15 metros de profundidad en una obra ubicada en el barrio Poeta Lugones, de la ciudad de Córdoba. El padre tuvo que tirarle una manguera para asegurarlo y esperar hasta que llegaran los bomberos, quienes finalmente lo sacaron.

Fuera de Argentina, hubo un caso con mucha repercusión: en junio de 1981, el mundo se conmovió por el caso de un niño de seis años llamado Alfredo Rampi, que había caído en un pozo de agua de 30 centímetros de diámetro y 60 metros de profundidad. El chico había salido de su casa para ir a jugar en el prado Vermicio, en Roma, cuando cayó en un hueco, a dos pasos de su vivienda. Recién cuando anochecía un policía oyó los gritos de Rampi y comenzó el rescate, que duró 72 horas. Bomberos y voluntarios lograron perforar un túnel paralelo al pozo donde estaba Alfredo, por donde bajaron los socorristas. Sin embargo, cuando llegaron el niño ya estaba muerto.

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