El Sindicato de Mujeres Trabajadoras Sexuales de la Argentina (Ammar) fue premiado por las Naciones Unidas en reconocimiento a su trabajo en prevención del VIH/sida. Un factor de su eficacia es el trabajo entre pares, por el cual las integrantes organizan talleres y entregan materiales de prevención para sus compañeras. Su acción contribuyó a bajar la tasa de infección por VIH a menos de la mitad, en ocho años. La entidad también impulsó el Centro de Salud Integral Sandra Cabrera “para que las chicas se cuiden no sólo de la cintura para abajo”.

El premio se llama “Cinta Roja” y es patrocinado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y Onusida: reconoce “innovación, inclusión social y de género y estrategias para detener la epidemia del sida”. Este año, sobre 720 nominaciones de todo el mundo, se premió a 25 entidades, entre ellas Ammar (sigla de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina, nombre originario del sindicato). El premio se entregará en la Conferencia Internacional sobre Sida que se efectuará en Austria desde el lunes.

En 2008, Ammar participó en la mayor investigación epidemiológica sobre VIH/sida en la Argentina, dirigida por la Academia Nacional de Medicina. Se detectó entonces una prevalencia del 1,9 por ciento de la infección por VIH en trabajadoras sexuales. “En 2000, en un trabajo similar en el que también habíamos participado, la prevalencia había sido del cuatro por ciento”, recordó Elena Reynaga, titular de Ammar.

Como explicación, Reynaga señala que “hacemos trabajo entre pares. Todas las semanas las compañeras hacen talleres. No esperamos que las chicas vengan, vamos a los lugares de trabajo: la calle, los prostíbulos, los saunas. Distribuimos materiales hechos a partir de las necesidades de las compañeras. Como vemos que les gusta leer novelitas, hacemos novelitas, o historietas; que sea atractivo para las chicas y fácil de leer”.

Además, “desde que tenemos la página web (ammar.org.ar), se acercan también compañeras que trabajan en grandes hoteles; tienen un nivel de educación más alto que muchas de nosotras, ya se sabe que en el trabajo sexual hay distintas escalas. Y, por supuesto, distribuimos preservativos que entrega el Ministerio de Salud de la Nación”.

“Desde hace 15 años trabajamos en VIH/sida, con o sin financiación –resumió Reynaga–. Y sensibilizamos a los servicios de salud para que atiendan a las compañeras con calidad y calidez. Por convenio con el Ministerio de Salud bonaerense, desarrollamos en La Plata el Centro de Salud Integral Sandra Cabrera (en recuerdo de una integrante de Ammar asesinada en Santa Fe), donde van 1300 trabajadoras sexuales, para que se cuiden no sólo de la cintura para abajo.”