SOCIEDAD › COMO FUE LA TAREA DE LAS BANDAS INVITADAS

El aperitivo, de menor a mayor

Muy lejos de aquel episodio de la pedrada que sacó a Meredith Brooks del escenario en la visita de 1998, los teloneros de esta tercera visita pudieron hacer su faena sin mayores sobresaltos, aunque con climas bien diferentes. La apertura de la velada corrió por cuenta de La 25, banda de Quilmes que levanta las banderas de la patria rolinga, pero que aún con esa militancia a su favor debió trabajar a fondo para provocar entusiasmo en las 4 mil personas presentes a las 17.30. Para colmo, el clima jugaba en contra: después de una jornada abrasadora, que puso a prueba toda fidelidad, esa media tarde llegó con un amague de lluvia que dividió las opiniones entre quienes celebraban la posibilidad de una ceremonia bajo la lluvia y quienes preferían que no fuera más que un chubasco.

Así fue: para cuando La 25 abandonó el escenario, el cielo despejado prometía una noche sin mayores sobresaltos. Era el turno de Las Pelotas, la única banda argentina que puede exhibir el envidiable pergamino de haber tocado en las tres visitas de Jagger y compañía. Sin embargo, el grupo de Germán Daffunchio, Alejandro Sokol, Gabriela Martínez, Gustavo Jove y Tomás Sussman actuó bajo condicionamientos extramusicales: debido a un conflicto contractual (trabajan bajo la agencia Popart, propiedad de Roberto Costa, ex socio de Daniel Grinbank), el grupo sólo pudo ceñirse a los discos Corderos en la noche, Máscaras de sal y Todo por un polvo, excluidos del contrato con su actual productora. Eso, claro, no le quitó valores ni energía al show, aunque sí produjo la paradoja de que, aun a la luz del día, el set abundara en oscuridades. El desquiciado abrió así una lista ideal para viejos fans del grupo surgido de las cenizas de Sumo: con la piel bien curtida en el escenario, la banda dejó caer viejas perlas como Combate, No me acompañes, Solito vas, Generación arroba, y La mirada del amo. A pesar del calor que volvía a apretar fuerte, el grupo se las ingenió para levantar a un público que se iba enfervorizando cada vez más –si eso era posible– con el correr de los minutos. Para cuando llegó el doblete final con La clave del éxito y Capitán América, ya Sokol se animaba a recorrer la pasarela Stone arengando a la gente.

Y si de arengas se trata, Los Piojos ganaron el escenario con una furia que hacía rato no se les veía: con una lista llena de hits, decididos a dejar su marca, la banda de El Palomar puso al rojo la espera con canciones como Ay Ay Ay, Desde lejos no se ve y Como Alí, disparador de una fiesta que tuvo en el cantante Andrés Ciro Martínez su principal animador, enfundado en su bata de boxeador y decidido a meter golpes de nocaut a un público ya embarcado en el delirio. Apenas pasajes como Agua, que sonó a rezo en medio del verano porteño, pusieron una nota de relax en un excelente aperitivo: de la mitad del campo hacia adelante, un mar de brazos en alto lo certificaba.

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