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Lunes, 11 de agosto de 2003

FúTBOL › OPINION

Melodía de arrabal

Por Diego Bonadeo

El “fútbol-angustia”, el del esfuerzo por el esfuerzo mismo, el de transpirar la camiseta por hacerlo, el de los finales supuestamente “apasionantes”, se enseñoreó en las presentaciones de River y Boca en la primera fecha del torneo.
Quizás por esto, no eran demasiadas las expectativas alrededor de la visita de Rosario Central a la Bombonera.
Sin embargo, nada sucedió de acuerdo con lo de la primera fecha. La mera productividad dejó lugar a la producción como consecuencia de una actitud por jugar diferente, ciertamente, de otra manera (de jugar), que se le venía reconociendo a Boca en los últimos tiempos.
Es que la manera de Iarley, contagiando a su entorno y con vocación de enganche y no sólo de lanzador, le cambió la cara a este Boca demasiado habituado a ganar, a veces a golear y no demasiado frecuentemente a gustar.
La demostración del logro, ayer, de esas tres “g”, fue la actitud de la gente local, que despidió con aplausos más que con estridencias a este Boca, que arrancó dominador y buscándole variantes ofensivas a un Central por momentos acorralado.
No había protagonismo ni del Equi González ni de Messera ni del Mellizo Gustavo, ni participación de Belloso ni de Poy. Hasta yendo de contra, Boca era consistente y prolijo.
El segundo tiempo fue una especie de contrafigura de la gardeliana “Melodía de arrabal”. Boca hizo los cuatro goles de cortada. Y ninguna fue una cortada mistonga. No rezongaban los fuelles, ni pebetas esperaban coquetas. Las quietas luces de los faroles no se habían encendido todavía cuando, como para escozor de los pavimentadores de potreros, llegó la primera cortada. Fue de Iarley para Tevez. Lo voltean entre Carbonari y Gaona y el Mellizo Guillermo, de penal, marca el primero. A los doce, tres minutos después, la segunda. Otra vez Iarley para Tevez –cortada, por supuesto–, toque al medio y Guillermo pone el 2-0.
Y a los treinta y tres se fue la tercera. Cortada de Cagna para Tevez y 3-0. Y a los 37, cortada de Guillermo para Clemente Rodríguez: 4-0, y el lagrimón se les piantó a los tacticistas rodando por el empedrado... Volvió la melodía al arrabal. Aunque las cortadas no sean mistongas.

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