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Martes, 28 de junio de 2011

CULTURA / ESPECTáCULOS › PLASTICA. EN KRASS PUEDE VERSE LA MUESTRA EL BANQUETE, DE NICOLáS MENZA.

Plenas de expresividad y sentido

Menza es uno de esos artistas argentinos a los que el país les duele; el banquete es la imagen alegórica que Menza elige para retratar poéticamente, con gran virtuosismo, a través de metáforas personales, la decadencia y la explotación.

 Por Beatriz Vignoli

Hasta el jueves puede verse en Krass Artes Plásticas (Urquiza 2030/34) la exposición de pinturas, técnicas mixtas y pasteles El banquete, de Nicolás Menza (Buenos Aires, 1960). Menza es uno de esos artistas argentinos a los que el país les duele; el banquete es la imagen alegórica que Menza elige para retratar poéticamente, a través de metáforas personales, la decadencia y la explotación. Las suyas son obras realizadas con gran virtuosismo, en un estilo figurativo expresionista de tono trágico y denuncia social, afín al de la Nueva Figuración de los 60 pero con más elementos del realismo (como los claroscuros). Daumier es una de sus principales influencias. Son pinturas más sueltas que las que mostró hace unos años en la galería Krass de la calle San Martín. En aquella ocasión, unos dantescos pasteles en blanco y negro de color permanecían en la trastienda. Hoy los nietos de aquellas imágenes ocultas salen a las salas centrales.

Algunas escenas son perturbadoras. Un cuerpo flaco de mujer es puesto en el lugar de la carne a ser consumida y sus gestos defensivos de pudor no alcanzan a protegerla de la violencia sádica de las miradas de los ricos horribles a su alrededor. Algunos son ciegos pero miran igual. Otros monstruos cómplices, cual corte de los milagros en la pintura barroca, parecen observar una invisible cámara. La escena, en la tradición del interior con figura, es la del ritual oculto, la ceremonia sacrificial. La imagen es la del Mal. La disposición de los cuerpos evoca al teatro de la crueldad. El vigor es el del rock. Tema y forma recuerdan a Carlos Alonso pero como ya se dijo en estas páginas, si Alonso es el cronista de lo sucedido, Nicolás Menza es el poeta de lo temido. Su pintura también contiene guiños al arte político de los 70, en particular a aquella "mancha roja" que fue un emblema para Juan Pablo Renzi, luego releída sólo como "nube". La mancha roja insiste como una obsesión, imponiendo su sanguíneo sentido original contra las lecturas que lo vaciaron, subrayando la magra carne pintada que, como en De la Cárcova, en Menza representa a quienes no tienen más que su cuerpo para llevar al mercado.

Menza también expone obras más enigmáticas (no es que las otras no lo sean). En sus pasteles y óleos, son recurrentes junto al desnudo femenino unas máscaras primitivas, lo mismo que ciertos elementos abstractos más o menos geométricos que aportan un aura de misterio. Lo puesto en el espacio, como las palabras en un poema hermético o las imágenes en un sueño según el psicoanálisis, está ahí como signo a ser descifrado. Nada es sin sentido. Color, volumen, todo apuntala un conjunto que no se agota en la mera significación de su literalidad.

El fin de semana pasado, Menza estuvo en Rosario y en la tarde del sábado y la mañana del domingo, ante un público muy alerta y atento de artistas plásticos, dio un seminario generoso sobre el arte de pintar. Mostró y analizó obras de sus pintores modernos favoritos, como Balthus; contó que no es lo mismo el lenguaje gráfico que el plástico﷓pictórico o la "pintura﷓pintura". Según Menza, no es el uso del pincel el que define si una obra es pintura, sino su concepto "antropológico de la pintura" entendida como lenguaje. No se trata de pintar cuadros, sino de pintar la pintura. Para ahondar en el lenguaje hay que entender que lo que se pinta es un espacio emocional del cual lo que va al lienzo es sólo una parte. Sus propias composiciones son ejemplo de eso: no es que se "corte" la forma sino que continúa más allá. La intuición del pintor con oficio, dijo, hace que ya no tenga que usar un compás para ubicar un objeto en una sección armónica o en un punto áureo. Además de excelente pintor, Menza es un apasionado de lo que hace y la convicción que transmite enseña más que años de academia.

A sus ideas sobre la pintura las viene plasmando desde hace años no sólo en su obra sino además en una serie de escritos. Se pueden leer algunos en su sitio web www.nicolasmenza.com, donde cuenta su biografía este pintor de origen humilde, con un pasado adolescente en el teatro y en el rock, formado en las escuelas Prilidiano Pueyrredón y Ernesto De la Cárcova. Rubén Rey, Teresio Fara (artista que también mostró en Krass) y Alejandro Puente fueron sus maestros. Menza expone desde 1980 y desde 1989 lleva adelante un proyecto de intervención plástica en la vida cotidiana. Realizó murales en Argentina y en Cuba.

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Cosmogonía, pastel sobre papel, obra producida en 2007.
 
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