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Domingo, 15 de abril de 2007

CULTURA / ESPECTáCULOS

Una breve pero ilustrativa reseña del humor en el teatro de Rosario

A propósito de La Feria del Humor que se lanzó el viernes en esta ciudad y que se extenderá hasta el día 22; es bueno repasar los grupos y actores que desde hace años trabajan pergeñando la manera de hacer reir a los rosarinos. El humor de los artistas locales tiene un sello definido y es reconocido en el país, un claro indicador de identidad.

 Por Julio Cejas

La risa ha vuelto a ser convocada aquí en Rosario, la ciudad de Olmedo y Fontanarrosa, pero también la ciudad que diera a luz aquella emblemática y no siempre bien recordada, Revista "Risario", bajo un lema que pareciera seguir vigente: "Ríase, ser rosarino es un chiste del destino". Debería escribirse una historia acerca de la marginalidad que siempre caracterizó a los artistas locales y que entraría dentro de un registro particular del humor más ligado al grotesco por asociarlo a un género que nos acompaña desde el nacimiento mismo de una ciudad que no conoce su fundador. Sobre este tema la actriz Liliana Gioia ha fundamentado gran parte de su labor humorística y ha dejado muestras del verdadero alcance que tiene el humor encarado desde ese punto de vista, donde las riquezas están dadas precisamente por las carencias.

En 1976 en plena dictadura, el grotesco discepoliano, se afirma en tres puestas en escena rosarinas: "Stéfano" del Grupo Arteón con dirección de Néstor Zapata, "El Organito", dirigido por David Edery y "Babilonia" del Grupo Teatrika, bajo la dirección de Pepe Costa. Pero hay una figura que aparece modelando el humor político rosarino, uno de los grandes maestros que predicó con un estilo particular de enseñanza siempre preocupado por su conexión con las luchas populares: Norberto Campos.

Campos es el símbolo de cómo el teatro puede afinar sus herramientas e intervenir en lo social, fundamentalmente en los espacios callejeros, espacios donde la irreverencia y la trasgresión adoptan otra variante de la risa.

En su homenaje a los orígenes del teatro argentino, vistiendo los atuendos de aquel inmortal "Pepino el 88" y fundando el Grupo Litoral, junto a la bailarina y coreógrafa Cristina Prates, encuentra el campo propicio para fusionar el humor político, el teatro y la danza que alcanzaran con "Indoro Pereyra, el renegau", una de las expresiones más genuinas de las artes escénicas rosarinas adaptando la popular historieta del negro Fontanarrosa.

Otra de las agrupaciones teatrales rosarinas que definieron una manera de procesar el humor para un nuevo público fue "La Agrupación Filodramática Te quisimos con locura", dirigida por Cristian Marchesi ("Bip-du-bup", "Bip-du-bup 1/2", "La importancia de llamarse Ernesto", "Noche de Reyes" y "Adiós y buena suerte", versión de la obra de Los Macocos que fue reestrenada el año pasado como homenaje a este grupo).

Actrices como Gachi Roldán o Haydeé Calzone formadas en La Filodramática, siguieron aportando su histrionismo a la escena local, y la dupla Roldan-Moyano conforman a partir del éxito de "Amor con H", un dúo cómico que participa en distintas movidas del espectáculo rosarino.

Ya a finales de los '80 y comienzos de los '90, en pleno resurgimiento del humor en bares, aparece "Extravaganza", creado por Eduardo Bertaina. Un grupo que nucleaba entre sus integrantes a cantantes líricos y actores capitalizando un sector del público que habitualmente no asistía a las salas teatrales, imponiendo verdaderos shows musicales como "El Reino de las Hadas", "Sexo por teléfono" y "Tocame el mambo".

Una de las integrantes de este grupo, Andrea Fiorino, será la protagonista de un estilo de humor bastante diferenciado que conecta con el público y produce uno de los trabajos de mayor solidez del humor local "El Discurso".

La Fiorino, rara avis dentro del espectro de artistas locales, sin ningún tipo de entrenamiento ni formación teatral, es heredera del estilo de los grandes capo-cómicos nacionales como uno de sus modelos, la inmortal Niní Marshall.

En otro registro los actores Horacio Sansivero y Sergio Escobar, creadores de Mimí Nervios y Marikena del Prado, plantean un estilo y una forma de actuación acorde con los nuevos paradigmas donde el tema del transformismo, la homosexualidad se constituyen en material en principio exótico para una gran parte de los espectadores tradicionales.

Dentro de esta vertiente que podríamos denominar "humor travestido", aparece la figura de Juan Pablo Geretto, que construye una forma distinta y que se apoya quizás en una teatralidad que se despega de algunas modalidades de los espectáculos de transformismo para intentar integrar a una capa más amplia de espectadores.

Para ser fiel a uno de los emblemas del humor rosarino, muchos actores y actrices locales tomaron a Fontanarrosa como fuente de varios trabajos que incluyen en la historia a directores como Felix Reinoso que fue uno de los primeros que llevó sus textos al teatro, después de que en Teatro Abierto, se pusiera en escena "Sueño de barrio".

Actualmente Mario Vidoletti y Roberto Agüero reponen en la Sala de la Subsede, en su tercer año consecutivo "Fontanarrosa a Gusto é Piacere", donde el público elige entre 6 de los mejores cuentos del Negro Fontanarrosa.

El humor de los artistas locales tiene un sello definido y es reconocido en diferentes encuentros teatrales del país, ese es el mejor indicador de una identidad que se filtra en las mejores propuestas del teatro rosarino.

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Andrea Fiorino, del estilo capo-cómico. Una referencia a la gran Niní Marshall.
 
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