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Touraine y Bauman, príncipes de la modernidad

Los sociólogos Alain Touraine y Zygmunt Bauman ganaron el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades por sus aportes al análisis de las transformaciones de las estructuras sociales contemporáneas y por el desarrollo de "instrumentos conceptuales singularmente valiosos".

Ambos están considerados dos de los máximos exponentes del pensamiento europeo actual, dado que sus obras permiten comprender el "cambiante y acelerado mundo en el que vivimos" de acuerdo con el acta del jurado del galardón, dotado de 50.000 euros y la reproducción de una estatuilla diseñada por el catalán Joan Miró.

"Este premio aumenta aún más mi conciencia de ser un intelectual latino que encuentra en el mundo hispánico, como en los italiano y francés, orientaciones básicas del trabajo de toda mi vida", aseguró Touraine al periódico El Mundo tras conocer el fallo. Contrario a las políticas neoliberales de la década de los noventa, el ensayista francés ha abogado por impulsar un nuevo movimiento social frente a la globalización, un fenómeno que en su opinión fragmenta a la sociedad, fomenta el individualismo y que debe subordinarse al desarrollo de los derechos humanos.

"Mi meta siempre fue rescatar el concepto de sujeto, no de manera filosófica sino a través del conocimiento directo de los movimientos colectivos en los que se manifiesta el anhelo de defender el `derecho a tener derechos` de los grupos dominados", afirmó en varias oportunidades. Touraine ha estado interesado a lo largo de su carrera en los movimientos sociales de Polonia y Latinoamérica: justamente, su labor es popular en Latinoamérica y Europa, aunque no en el mundo anglosajón, donde apenas la mitad de sus veinte libros han sido traducidos al inglés.

"Cuando yo empecé no había nada. Después he ido avanzando y dándome cuenta de la importancia que tenía la experiencia, la práctica, en las experiencias sociológicas. Las he vivido desde dentro, y no sólo desde la teoría. Estuve enfrascado en el Mayo del 68, en el movimiento polaco Solidaridad, como lo ahora estoy en la reacción de la juventud iraní frente al régimen", aseguró.

El jurado, presidido por el catedrático Manuel Olivencia, ha reconocido la influencia de los trabajos de Touraine para entender e interpretar el "sentido profundo de las grandes transformaciones de nuestra época, ofreciendo a la vez una reflexión continua y enriquecedora acerca de los problemas derivados de una convivencia necesaria por encima de las diferencias humanas".

La candidatura del pensador francés fue presentada de forma conjunta con la del también sociólogo, de origen polaco y nacionalidad británica, Bauman (Poznan, 1925), quien ha centrado sus investigaciones en la estratificación social y el movimiento obrero, así como en la naturaleza de la modernidad y la supuesta conexión de ésta con el Holocausto.

Profesor universitario en distintos países, el acta del jurado destaca su estudio "a fondo de la condición social del hombre postmoderno en un mundo inestable y de valores perecederos". El análisis de los vínculos entre modernidad, nazismo y comunismo postmoderno le ha otorgado reconocimiento al pensador polaco, autor de conceptos como la teoría de la modernidad líquida, que define los tiempos actuales como una era de cambio y movimiento constante, en la que el hombre está huérfano de referencias consistentes y los conceptos son más inestables que nunca.

A propósito del nazismo, la tesis de Bauman es que el Holocausto judío no fue un momento de locura en la sociedad occidental sino la consecuencia lógica de la sociedad moderna y la aplicación de un lenguaje tomado de la ingeniería sobre la concepción de la sociedad.

Las teorías del autor de "Amor líquido" han ejercido una gran influencia en los movimientos antiglobalización: su obra ensayística, que comenzó en los años 50, alcanzó fama internacional en los 80 con títulos como "Modernidad y Holocausto" (1989), donde considera el exterminio de judíos por los nazis como un fenómeno relacionado con el desarrollo de la modernidad.

"Apenas puedo pensar en un acto más gratificante o que llegue de una institución de mayor autoridad moral", expresó Bauman a través de un comunicado remitido a la Fundación Príncipe de Asturias. "En la parte del planeta de habla hispana, tanto en América latina como en Europa, he encontrado lectores (y, espero, usuarios) particularmente inquisitivos, incisivos, creativos y críticos de mis escritos", recordó.

Bauman y Touraine se conocen bien -de hecho acaban de participar en Estambul en un congreso-, aunque ni el uno ni el otro sabían o sospechaban que iban a emparentarlos el Príncipe de Asturias. "No tengo mucho que ver con él. Compartimos la misma generación, aunque yo soy bastante más radical en en cuanto concierne a la idea de la descomposición de la sociedad", aseguró hoy el autor de "Crítica de la modernidad".

La candidatura de ambos sociólogos, presentada por el presidente del Instituto Empresa Universidad de Madrid, Rafael Puyol, se impuso en la votación final por mayoría al otro finalista, el japonés Shigeru Miyamoto, considerado el padre del videojuego moderno.

Tanto la candidatura ganadora como la finalista tenían "cara", después de cinco ediciones en las que este galardón había recaído en entidades colectivas: Google, las revistas Science y Nature, National Geographic Society y los institutos culturales europeos.

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