La rabia que nos habita
Morelia está presa hace diez meses por defenderse de quien fuera su pareja, un varón que la violentó de todas las maneras posibles y, cuando ella logró escaparse, fue a buscarla e intentó ahorcarla. Morelia se defendió e hirió al violento, quien luego murió camino al hospital, pero en lugar de obtener la figura de legítima defensa, fue procesada por homicidio, estuvo detenida en varias comisarías y su situación está muy lejos de resolverse. Morelia es migrante boliviana, es pobre, madre de una beba de un año y lo único que pidió es llegar al juicio en su domicilio, algo que se le concedió recién hace dos días. Como Higui y las hermanas Jara, dos casos emblemáticos de autodefensa, estas historias vuelven a los cuerpos vulnerados de mujeres, lesbianas, trans y travestis: la revictimización de quienes quieren (y logran) sobrevivir pero son ajusticiadas por eso.