Quince años después, Independiente volvió a una final sudamericana. Con total justicia, le ganó a la Liga de Quito, un buen equipo que se fue deshilachando, atenazado por el cansancio y golpeado por el decisivo gol de Hernán Fredes en el arranque del segundo tiempo y que reveló una vez más la importancia de aquel gol agónico de Lucas Mareque en la altura de Quito, para poner el 2-3 que ayer le permitió al equipo de Antonio Mohamed llegar a la final de la Copa Su-damericana por goles de visitante.

Independiente inició el partido equivocando el camino. Se apuraba al salir desde su campo, y los volantes como Battión o Mareque perdían la pelota con frecuencia. Para colmo, cuando los ecuatorianos controlaban las acciones, sufrían infracciones de los jugadores locales, nerviosos al darse cuenta de que habían perdido la iniciativa.

Los únicos acercamientos del equipo de Avellaneda eran a través de Martín Gómez, que desbordaba por los dos costados para luego enviar la pelota al centro del área. En una de esas acciones, Galeano estuvo cerca de convertir con un cabezazo que fue atrapado por Cevallos.

Si bien la Liga era más criterioso para distribuir el juego, no tenía profundidad en el área de Navarro y sólo se aproximaba con remates de larga distancia, una especialidad del conjunto ecuatoriano. En uno de ellos, Chila le pegó de derecha y la pelota salió apenas alta.

Pero todo cambió a los 26 minutos, cuando el local se puso en ventaja con un gol de cabeza de Parra, quien convirtió después de que Fredes también cabeceara la pelota en forma de centro dentro del área. A partir de ahí, Independiente tuvo más tranquilidad para hacer circular la pelota, y de esa manera estuvo cerca de aumentar la diferencia: Silvera, solo frente al arco, luego de un rebote en Parra, tiró la pelota por arriba del travesaño.

Una sorpresa iba a llegar en los últimos dos minutos de la primera etapa. Un descuido defensivo de Tuzzio casi termina con el empate de Barcos, un tiro corto que pudo atrapar Navarro. Al instante, el arquero no pudo frente a un zurdazo de Salgueiro, quien también le había ganado la posesión de la pelota al zaguero ex River.

La jugada clave llegó nomás arrancado el complemento. Independiente fue un aluvión, yéndose encima de su rival. No habían pasado 35 segundos cuando consiguió el tanto decisivo a través de Fredes, que convirtió con un toque de zurda tras aprovechar un grueso error de Urrutia, perdiendo la pelota en la puerta del área.

Enseguida, Parra le dio de media vuelta y la pelota pasó muy cerca del palo. Silvera, más tarde, giró y remató también con mucho peligro. La desesperación y el cansancio de algunos ecuatorianos hicieron que abusaran del juego brusco.

Aunque la salida de Gómez le quitó sorpresa para abrir la cancha, para justificar su supremacía el local insistió: primero Silvera y después Galeano fallaron en la precisión. En el final, la Liga se puso a tiro del empate cuando Gámez pasó por la derecha y estrelló la pelota en el palo, luego Navarro le ganó el mano a mano a Barcos.

Para entonces, todo el estadio deliraba. Independiente llegaba a una final continental, por primera vez en 15 años. Ahora lo espera el Goiás, que eliminó al Palmeiras.