DEPORTES › FELICIANO LOSADA Y JORGE ZALDARRIAGA, PERIODISTAS DEPORTIVOS Y DELATORES

La profesión como escudo vil

Ambos integraron en La Pampa el aparato de Inteligencia del Destacamento 601 durante la dictadura. El primero –ya fallecido– fue presidente del Círculo de Periodistas Deportivos de esa provincia. El otro, hoy devenido folclorista, aún puede contar qué hizo durante aquellos años.

 Por Gustavo Veiga

Captura de pantallas de los portales de La Pampa que difundieron los casos de los dos periodistas deportivos que fueron cómplices de la dictadura.

Dos periodistas deportivos, uno de ellos ya fallecido, integraron el aparato de Inteligencia de la última dictadura en La Pampa. Feliciano Losada, el muerto, presidió el Círculo de Periodistas Deportivos de la provincia, y un premio otorgado por la entidad llevaba su nombre hasta 2009. Jorge Zaldarriaga supo ser relator de fútbol y se desempeñó en Radio Nacional como locutor. Ambos quedaron en evidencia el año pasado, cuando el gobierno nacional difundió las listas de agentes civiles que revistaban en las tres armas. A fines de 2010, la distinción al atleta pampeano con mejor proyección internacional dejó de llamarse Losada, en repudio a su papel como delator. Su colega también soportó el rechazo de la comunidad. Devenido folclorista, lo bajaron del escenario cuando se disponía a actuar con su dúo por los festejos del Bicentenario. Sus historias reflejan las conductas impronunciables de quienes trabajaron a sueldo del régimen militar mimetizados en la sociedad. Ni siquiera Bernardo Neustadt, redactor de la revista Racing, y José María Muñoz, la voz del Mundial ’78, habían llegado a tanto. Ellos hicieron otro tipo de daño.

El caso de Losada, un agente de reunión, como aparece en la nómina de quienes reportaban al Destacamento de Inteligencia 601, se conoce hace bastante tiempo en La Pampa. Esa categoría en el aparato represivo implicaba tareas como la infiltración en organismos de derechos humanos, sindicatos e institutos de enseñanza. Incluso, la participación en acciones armadas. Al mismo tiempo, Losada trabajaba en el desaparecido diario La Capital, en La Reforma y en la Facultad de Agronomía de la universidad nacional de su provincia como personal no docente. Lideró, ya en democracia, el Círculo de Periodistas Deportivos en la década del ’80. En la siguiente, se transformó en dirigente de la Unión de Jubilados Civiles y en candidato a integrar el Instituto de Seguridad Social pampeano. Oscar Gatica, director de Coordinación Institucional de la Secretaría de Derechos Humanos pampeana, citado por Diario Textual.com, dijo que “el caso más conocido es el de Feliciano Losada. En ese momento, se decía y se sospechaba que era de la SIDE. Ya antes del golpe del ’76 se decía. Siempre fue un nombre que estuvo dando vueltas, pero era de difícil comprobación”.

Hasta fines del año pasado, el Círculo de Periodistas Deportivos no había sopesado debidamente los antecedentes de Losada. En un artículo publicado el 3 de noviembre titulado “Círculo de Periodistas sigue ‘homenajeando’ a un delator del Batallón 601”, el diario digital describía que el Premio Internacional Feliciano Losada otorgado a los más destacados atletas pampeanos se seguiría entregando. Un mes después, en diciembre, la repercusión que ya había generado la lista de 39 pampeanos que integraban el aparato de Inteligencia –conocida en febrero del 2010– acabó con el reconocimiento al periodista por los “servicios prestados”. Ahora el galardón se llama Raúl “Poroto” Arballo, en memoria de un veterano cronista deportivo fallecido en abril del año pasado. Se concede a deportistas de 33 disciplinas diferentes.

De Losada hay que agregar un detalle: era concuñado del represor prófugo Luis Enrique Baraldini, ex jefe de Policía de La Pampa desde el golpe del ‘76. El militar, un coronel carapintada que el 3 de diciembre de 1990 se sublevó a las órdenes de Mohamed Alí Seineldín, fue condenado por el hecho y cumplió prisión en Campo de Mayo hasta que lo indultó Eduardo Duhalde en 2002. Sus últimos pasos se pueden rastrear en Bolivia, en Santa Cruz de la Sierra, donde llevaba una vida en apariencia normal. Adiestraba militares que en 2005 lo condecoraron por su “vocación de servicio” y se daba el gusto de dedicarse a la equitación. En actos públicos también se hacía pasar como Luis Pellegri, integrante del Círculo de Caballería. Un pedido de captura internacional pesa sobre él. Por eso no pudo ser juzgado por los crímenes cometidos en la Subzona 14, que terminaron con varias condenas a represores pampeanos en diciembre pasado. Losada, en cambio, se murió sabiendo que gozaba del reconocimiento de sus colegas. “No se habló demasiado del tema en estos meses, pero el Círculo ni siquiera sacó una nota aclaratoria. Estaban todos los elementos para hacerlo”, le dijo a Página/12 el periodista deportivo Juan Carlos Jáuregui, de General Pico.

El Sapo Zaldarriaga revistaba en el aparato de Inteligencia como “dactilógrafo”. Con Losada tuvieron en común que presidieron el Círculo de Periodistas Deportivos de La Pampa en distintas etapas. A diferencia del veterano cronista que falleció sin poder describirle a la Justicia cómo delataba gente entre 1976 y 1983, el relator de fútbol todavía está en condiciones de contar qué hizo durante aquellos años. Retirado de las canchas, se dedicó al folclore y estuvo muy cerca de subir a un escenario por los festejos del Bicentenario el último 25 de mayo. No pudo porque el promotor del espectáculo, Gustavo Díaz, se percató de su pasado como infiltrado del Ejército y decidió cancelar su actuación en el Teatro Español con el dúo Zaldarriaga-González.

Mario Canoba, presidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de la provincia, convalidó esa determinación: “Tendremos un festejo acorde, sin colaboradores de la dictadura arriba del escenario”, le dijo a El Diario de La Pampa. “Si bien es cierto que no juzgamos la situación de Zaldarriaga porque nosotros no somos jueces, hay un documento que avala su participación y nadie puede quedar al margen, y hay que tomar decisiones rápidas por el bien de la democracia y la defensa de los derechos humanos”, agregó.

Losada y el relator se reportaran al Destacamento de Inteligencia cuya sede se levantaba frente a la Asociación Trabajadores del Estado (ATE), en la calle Quintana de Santa Rosa. La lista que los delató por ser delatores –vaya paradoja– tenía la firma del jefe de Inteligencia del Ejército, César Milani. En ella figura también un periodista más, Gerardo Adán Yanes, quien es director de un semanario de distribución gratuita, Región Empresa Periodística y fotógrafo. “Me sorprende, la verdad, me sorprende”, respondió cuando lo consultó Maracódigital.com, un portal de General Pico. El título del libro que escribió el periodista Fernando Ferreira en 2008 sobre el papel que cumplió el periodismo deportivo durante la dictadura viene bien para definir los casos de Losada y Zaldarriaga: “Hechos pelota”, se llama. La lista con los 4300 agentes del 601 sólo aporta los nombres y la función que cumplían en el batallón. Los agentes de reunión como Losada eran los que acopiaban información más sensible. Buchones que aún se confunden entre la gente a cualquier hora y en cualquier sitio.

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