ECONOMíA › EL PLAN FéNIX FORMULA PROPUESTAS Y SIMULA SU IMPACTO

La Argentina soñada para 2016

Bajar la pobreza a un nivel mínimo, la desocupación a 5 por ciento y el trabajo en negro a 20 por ciento son los objetivos que persigue el equipo de investigadores del Fénix, el cual presentó una simulación sobre cómo llegar a ésas y otras metas.

 Por Javier Lewkowicz

El equipo de planificación y simulación del Plan Fénix elaboró un escenario hipotético para la Argentina de 2016, donde la pobreza podría quedar prácticamente erradicada, la desocupación bajaría a un nivel mínimo y el empleo en negro caería a 20 por ciento, contra el 36 por ciento actual. Para llegar a esos objetivos, los investigadores pusieron el énfasis en el rol del mercado de trabajo, que crecería a partir de una industria manufacturera con mayor valor agregado y potencialidad exportadora, y en el dinamismo del sector de servicios y del agro. Página/12 accedió a un borrador del documento que se presentará próximamente, donde se condensan las propuestas de este equipo del Plan Fénix para el período 2010-2016, con aquellos resultados como norte. El modelo no contempla “shocks” exógenos de ningún tipo.

Entre las principales medidas propuestas está la creación de una “jubilación mínima digna” de carácter universal, para que “deje de haber jubilados pobres”, explicó Benjamín Hopenhayn, director del equipo de investigación e integrante del Plan Fénix. Esto supondría elevar fuertemente el haber mínimo, aunque la actualización seguiría siendo vía la actual ley de movilidad jubilatoria. Por el lado del financiamiento del sistema previsional, los técnicos resaltaron la necesidad de subir las alícuotas de los aportes patronales. A partir de la reducción en el nivel de empleo no registrado, la relación aportante/jubilado mejoraría.

En el trabajo se postula la urgencia de reducir la pobreza y la indigencia en un sentido multidimensional. Desde el punto de vista de la vivienda, los economistas aseguran que con el 0,5 por ciento del PIB se puede transformar las villas y asentamientos precarios en barrios con servicios públicos básicos como agua corriente, alcantarillado, electricidad y gas, algo que beneficiaría a unas 500 mil personas. En relación con la salud, indican que una prioridad es implementar un “seguro de salud universal” destinado a trabajadores informales y desocupados. En educación, “el 6 por ciento del PIB de inversión debe ser el piso y no el techo”, consideran. Por la mejora en el mercado de trabajo, la Asignación Universal por Hijo caería como porción del producto.

En el plano fiscal, los investigadores mantienen para 2016 la presión tributaria en un nivel similar al actual, aunque la carga sobre el consumo bajaría del 66 por ciento sobre la recaudación consolidada hasta el 50 por ciento, mientras que, por el contrario, la imposición sobre la renta y la riqueza crecería de 31 a casi el 50 por ciento. Proponen gravar la renta financiera y aumentar la tributación sobre las personas físicas, junto con una revaluación de los terrenos fiscales para aliviar las cuentas provinciales. El modelo interrelaciona el movimiento de 60 variables económicas.

Para llegar al escenario deseado en 2016, la tasa de crecimiento de la economía debería mostrar un promedio de 7 por ciento. El componente más dinámico de la demanda sería la inversión, que avanzaría al 12 por ciento anual, para representar en 2016 el 28 por ciento del PIB, desde el 23 por ciento que se encuentra en la actualidad. El consumo total, en tanto, subiría a un ritmo del 6 por ciento anual.

“El principal objetivo del período es cerrar la brecha social, resolviendo los graves problemas de pobreza y exclusión. Para alcanzar ese resultado y contribuir al desarrollo económico será necesario impulsar una transformación productiva, que permita incorporar más valor a los productos industriales, aumentar las exportaciones de estos bienes y las de servicios, en especial los vinculados al desarrollo de tecnología”, explicó Hopenhayn. De esta manera, en 2016 se llegaría a una tasa de desempleo “friccional” del 5 por ciento y el empleo “en negro” bajaría fuertemente hasta el 20 por ciento.

Para que el incremento del nivel de actividad no se vea restringido por la disponibilidad de divisas, los economistas plantean que el crecimiento de las exportaciones e importaciones converja en 2016 a una tasa del 13 por ciento, lo que permitirá sostener un superávit comercial promedio de 15 mil millones de dólares por año. Las manufacturas de origen industrial (MOI) pasarían del 35 por ciento actual al 41 por ciento en 2016, en detrimento de los productos primarios, que bajarán de 23 a 18 por ciento. Por su parte, “el aumento en la producción y productividad del agro seguirá creciendo, puesto que no pensamos que la revolución productiva en ese sector haya terminado”, consideró Hopenhayn para sostener el dinamismo de las exportaciones de commodities agrícolas.

El plan 2010-2016 es la tercera experiencia de simulación que se de-sarrolla en el ámbito del Plan Fénix. El primer antecedente se remonta a la etapa 2002-2006, en un escenario de post-crisis del modelo neoliberal, donde la necesidad estaba en recuperar el crecimiento económico, mejorar los índices sociales de empleo, pobreza e indigencia y comenzar un proceso de estabilización macroeconómica. Esa experiencia de planificación se correspondió en buena medida con la sucesión posterior de los hechos. El segundo plan de simulación fue el vinculado con el período 2006-2010. Sus previsiones no se cumplieron, indican los economistas, porque en la etapa se verificaron diversos “shocks” como el conflicto con las corporaciones agrarias, la crisis internacional y la sequía que afectó al agro.

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Benjamín Hopenhayn, director del equipo de planificación y simulación del Plan Fénix.
Imagen: Leandro Teysseire
 
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