ECONOMíA › LAS BATALLAS POLITICAS AL MARGEN DE LA CUMBRE

China y el FMI en partidos aparte

Al margen de la búsqueda de acuerdo entre ministros, tratando de mostrar un documento final que expresara cierto consenso, otros factores de poder se dirimían en este encuentro. Uno, la demostración de fuerza que podía llegar a hacer China, opuesta a los principales planteos que llevó a la reunión Europa continental. Otro, el papel del FMI, cuyo titular, Dominique Strauss-Kahn, no sólo intenta sacar intacto al organismo de las responsabilidades que le caben por haber alimentado la especulación financiera internacional durante décadas, sino que además tiene aspiraciones políticas personales en su país, Francia.

Según diversas fuentes diplomáticas, en las definiciones principales que debió adoptar el G-20 en este encuentro, China resultó el factor determinante. Volcó su peso y fue fundamental para que la propuesta liderada por Francia, proponiendo topes máximos a las materias primas, terminara abortando. Y fue sustancial su firme postura de rechazo a que, a la hora de elegir los indicadores económicos que deberán a poner a consideración cada país miembro para la evaluación del resto, se excluyera el monto de las reservas internacionales. En ambos temas, China no sólo derrotó la posición de otros bloques dominantes, sino que además se ganó la simpatía de las naciones en desarrollo que se convirtieron en eventuales aliados.

Primer exportador mundial y segunda economía del mundo, China se comprometió a reducir su excedente comercial. Pero ello quedó manifestado como postura unilateral y sin derecho a monitoreo por el resto. Tampoco se avanzó en la propuesta de regulación del sistema monetario mundial condicionando la determinación de las tasas de cambio de cada país, lo que hubiera impuesto un manejo asociado entre las potencias del yuan. China, en definitiva, no cedió nada de lo que no quiso ceder y los demás ansiaban.

Strauss-Kahn, en tanto, fue un publicista de sí mismo. Se mostró conforme con el acuerdo alcanzado y remarcó los “métodos menos brutales” del FMI desde que él lo dirige. La conformidad con los acuerdos quizá tenga menos que ver con su opinión respecto de lo resuelto, y más con la satisfacción de que la posición de Nicolas Sarkozy resultara derrotada. El desarrollo de esta reunión de ministros del G-20 fue seguido con especial atención por los analistas políticos franceses, que entienden que podría haber resultado un preámbulo al posible choque entre Strauss-Kahn, quien aspira a la candidatura por el Partido Socialista, y Sarkozy, quien quiere ser reelecto en las presidenciales del año próximo.

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