ECONOMíA › ENTREVISTA A EMILIO PéRSICO, NUEVO SECRETARIO DE AGRICULTURA FAMILIAR

“El Estado debe intervenir”

El funcionario sostuvo ante Página/12 que el sector de los agronegocios debería aportar hasta dos puntos de retenciones a la soja para promover el desarrollo de la agricultura familiar. También planteó la necesidad de generar nuevas regulaciones.

 Por Sebastián Premici

El dirigente del Movimiento Evita Emilio Pérsico fue designado al frente de la nueva Secretaría de Agricultura Familiar. Antes ocupaba el cargo de subsecretario. En un reportaje con Página/12, el funcionario reflexionó sobre los distintos instrumentos que podrían generarse desde el Estado para consolidar un modelo económico más inclusivo dentro del sector agropecuario local.

–Argentina produce más de 100 millones de toneladas, los paquetes tecnológicos son cada vez más invasivos y los grandes exportadores concentran la mayor porción del sector. ¿Qué lugar ocupa en la Argentina la agricultura familiar?

–En primer lugar hay que señalar que hay dos economías que coexisten, el modelo de los agronegocios y el de la agricultura familiar, que es el modelo de una economía popular. Los dos sistemas tienen que convivir. El proceso de la agricultura de mercado no produce puestos de trabajo sino que los reduce. Sí es verdad que incrementa la productividad y la producción, tal cual venimos observando todos estos años. Obviamente no puedo estar en contra de un proceso donde la Argentina, con desarrollo tecnológico, ha creado la proteína más barata para los barrios populares, como es el pollo, con la transformación de granos en proteína. Pero existen otros procesos que tienen en su centro al hombre. En Argentina ocurrieron tres invasiones, primero la colonial, luego la oligárquica y en tercer lugar la invasión del mercado, que desplazó al productor a vivir de la renta. La agricultura familiar puede volver a poblar nuestro país y construir una agricultura sustentable con rostro humano, de compañeros concretos y no con maquinaria.

–¿En todos estos años no se logró incluir los productores familiares?

–Hay aproximadamente 350.000 producciones agropecuarias en el país, de las cuales 250.000 son de la agricultura familiar y 100.000 de los agronegocios. Argentina tiene entre un 8 y 10 por ciento de su población viviendo en el campo, cuando los países limítrofes tienen el 40 por ciento y en América el promedio es del 25 por ciento. Estamos muy atrás. Nos llamamos un país agropecuario, pero el hombre está en otra actividad. Hemos reducido la cantidad de producciones agropecuarias. Desde el Estado debemos poner la inversión para revertir esta situación y crear otro tipo de tecnología y legislación para los agricultores familiares.

–¿Qué tipo de legislación o reglamentación específica se necesitaría?

–Si una empresa grande del mercado quiere sacar un nuevo producto lo puede legalizar a nivel nacional y no tiene inconvenientes en trasladarse por todo el país. Un pequeño productor que fabrica fiambre de llama lo puede legalizar solamente en la Municipalidad de La Quiaca y se debe quedar ahí. No lo puede llevar ni siquiera a Humahuaca, ni hablar de Buenos Aires. Esto debería ser modificado. La creación de esta secretaría o áreas específicas en el Senasa o el INTA son grandes avances. Ahora hay que poner a trabajar la maquinaria para resolver estos temas complejos. La mayoría de la normativa existente mira hacia los mercados de exportación, cuando la agricultura familiar apunta más al autoabastecimiento. Podrías establecer que los productos llamados de campo, como los quesos, sean comercializados sólo por pequeños productores y no por las grandes corporaciones.

–¿Cuánto aporta la agricultura familiar al Producto Bruto Interno?

–Todavía no está muy cuantificado el nivel de producción de este sector, pero sí puedo indicar que en consumo interno estamos cerca del 20 por ciento y en algunos sectores más, como en la horticultura. Lo importante del sector es su potencial. Con un millón de producciones, habría cinco millones de compañeros ocupados, sería una revolución económica, de seguridad, un cambio de paradigma muy fuerte. Hay que transformar los subsidios que hoy reciben los sectores populares desde distintas fuentes en procesos productivos concretos. Sintonía fina, como dijo Cristina.

–¿La creación de las ferias francas puede ser un ejemplo?

–Existen aproximadamente 500 ferias francas. Compañeros que ante la crisis de la década del ’90 salían con un tablón a vender el excedente de su chacra, después empezaron a plantar para vender en el barrio. Hay que sistematizar este trabajo, con mercados regionales. Los mejores instrumentos fueron los creados por los propios compañeros. Las ferias francas son el abastecimiento local, que es complementario de la economía de mercado. Hay ferias que ya son permanentes, como en Posadas. Pero hay que comenzar un proceso de unificación en consorcios provinciales.

–¿Cómo funcionarían?

–Organizar todas las ferias en consorcios en donde puedan aprovechar el intercambio regional o nacional. La misma feria recoge productos de otras provincias y luego la ganancia se reparte entre todos los productores. No es que los agricultores se convierten en comerciantes individuales, sino que es todo colectivo. Tenemos una mesa de diálogo con sectores de la economía de mercado, con los que buscamos un acuerdo alrededor de las ciudades para generar un cordón que permita defender la economía de la agricultura familiar. Por ejemplo, en Europa hasta que no se vende la remolacha de un pueblo no podés traer remolacha de otro lugar. Eso está reglamentado por municipio. Esto lo podemos hacer acá, en colaboración con los intendentes y con las fuerzas vivas. Es decir, ordenar el mercado en función de otra producción y otro tipo de consumo.

–¿Qué cambió después del conflicto por las retenciones móviles, en cuanto a los sujetos agrarios expuestos?

–Apareció un nuevo campo, que no era visible. Sujetos sociales que aparecieron en la lucha por otro tipo de economía. Sobre esa pelea nos sentamos para discutir en estos términos, como por ejemplo cuál es el aporte que el modelo de los agronegocios puede hacer para el desarrollo de la agricultura familiar.

–¿Qué tipo de aporte?

–Que pongan el 2 por ciento de las retenciones a las exportaciones de soja para la agricultura familiar. Ellos viven en los pueblos del interior. Alguna vez sus padres fueron parte de este proceso. Por lo tanto, podrían destinar una porción de las retenciones a este sector. El país debe ser planificado geopolíticamente. Incluso los gobiernos oligárquicos que hicieron un aporte a la ocupación de la Argentina, como Roca, cuando llegaron a Río Negro armaron una defensa poniendo productores para que haya población. De esa manera armaron una defensa y sacaron al ejército. La agricultura familiar es parte de esa disputa. El Estado debe intervenir a favor de los más débiles. Estoy orgulloso de lo que se ha hecho por la dignidad de los trabajadores y estaremos orgullosos por lo que se hará desde este Estado por los productores familiares.

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“Hay aproximadamente 250 mil producciones de agricultura familiar en el país”, indicó Pérsico.
Imagen: Rafael Yohai
 
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