EL MUNDO › EL SENADO DE BRASIL APROBó LA ADHESIóN DE CARACAS AL BLOQUE

Venezuela casi en el Mercosur

La solicitud de Chávez, cursada el 4 de junio de 2006, ya fue aprobada por los Parlamentos de Argentina, Uruguay y, desde ayer, Brasil. Falta la decisión de Paraguay, el otro miembro del bloque regional.

De dos que faltaban, ya sólo queda uno. Tras más de dos años de demoras cargados de polémicas y cruces verbales, y luego de que en febrero pasado la Cámara de Diputados diera su visto bueno, el conservador Senado brasileño aprobó ayer, tras más de cinco horas de debate, el protocolo de adhesión de Venezuela al Mercosur. La oposición en el recinto ya había bloqueado el debate en varias ocasiones e incluso el oficialismo, al no estar seguro de sus propios votos, había aplicado la táctica de la dilación en más de una ocasión. Ayer los senadores opositores no variaron su postura y votaron en contra. Sin embargo, no fue suficiente: por 37 votos a favor y 25 en contra, el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) logró aprobar el proyecto, y, de esa manera, el país con las mayores reservas petroleras de Latinoamérica quedó un poco más cerca de convertirse en el quinto miembro pleno del Mercosur.

Y es que, si bien la solicitud de Caracas, cursada el 4 de junio del 2006, ya fue aprobada por los parlamentos de Argentina, Uruguay y, desde ayer, Brasil, la decisión en el Legislativo paraguayo, el otro miembro del bloque regional, aún está pendiente. Lo que es más, el asunto no se presenta fácil. Demorado su tratamiento por los sectores más conservadores desde el minuto cero de la solicitud del gobierno bolivariano, actualmente el texto ni siquiera se encuentra en la agenda de los legisladores. El presidente de ese país, Fernando Lugo, decidió, ante una previsible derrota en la votación debido a la oposición del Partido Liberal, retirar el proyecto de consideración durante algún tiempo. A la espera de un mejor momento, claro está, aclaró.

El propio trámite en la Cámara alta en Brasilia fue más que arduo. En líneas generales, los sectores más derechistas de la oposición brasileña siempre habían conseguido demorar la votación sobre la incorporación de Venezuela a partir de diversos cuestionamientos a los niveles de democracia en el país vecino y su supuesta incompatibilidad con la cláusula democrática del Mercosur. Como símbolo de estos grupos conservadores, ayer el senador Arthur Virgilio, jefe de la bancada opositora en el recinto por los socialdemócratas (derecha), volvió a exponer sus argumentos.

“Personalmente, no puedo permitir que Brasil apoye los actos dictatoriales de un presidente de América del Sur. No voto en contra del libre comercio y la integración económica que representa el Mercosur, sino contra la no compatibilidad de la situación política en este país y la cláusula democrática del bloque”, afirmó el senador.

Hace dos años, por otra parte, un informe del Senado brasileño había criticado al gobierno de Caracas por no renovarle la licencia a la cadena de televisión RCTV, lo que había motivado una dura respuesta por parte del presidente venezolano Hugo Chávez. “Los senadores brasileños repiten como loros todo lo que dice Washington”, había dicho el líder bolivariano, suscitando la ira de los congresistas brasileños.

Desde las propias filas oficialistas ayer admitieron, asimismo, que las recientes declaraciones del mandatario venezolano, Hugo Chávez, alertando sobre una posible guerra con Colombia a causa de la instalación de las bases militares norteamericanas en el territorio de ese país habían dificultado la obtención de los votos necesarios de algunos senadores, por lo que no querían llevar el proyecto sobre tablas hasta estar seguros que se aprobaría.

Pero en cuanto a los argumentos de los hombres de Lula, la táctica fue, ayer, no discutir directamente los argumentos de la oposición, sino apelar al sentido más pragmático de los intereses del país a largo plazo. “Este no es un debate sobre cuestiones de la política interna venezolana sino acerca de los intereses estratégicos del Estado brasileño en el tablero internacional. Quien está solicitando su adhesión al Mercosur no es el gobierno venezolano liderado por Hugo Chávez, sino el Estado venezolano. El gobierno de Venezuela, piense cada uno lo que piense, es transitorio, lo que no cambiará es el hecho de que Venezuela seguirá siendo un país vecino y un socio comercial de importancia”, explicó ayer el senador Romero Jucá al emitir su voto.

Y, para ilustrar este punto de vista, el PT, en su informe de comisión, brindó cifras: con la incorporación de Venezuela, el Mercosur se convertirá en un bloque con más de 250 millones de habitantes y un Producto Bruto Interno superior a los mil millones de dólares –lo que equivaldría al 76 por ciento del PBI de Su-damérica– además de convertirse en uno de los productores de alimentos, energía y productos manufacturados de mayor peso en el planeta.

El propio líder de la bancada oficialista, Aloizio Mercadante, lo dejó ayer bien en claro al pedirles a sus correligionarios que aprobaran el tratado de adhesión como forma de fortalecer el Mercosur. “Necesitamos ampliar y profundizar la integración, tal como hizo la Unión Europea. El aislamiento no lleva a nada. La integración supranacional, con toda la legislación subsiguiente, es garantía de proceso democrático”, expresó ayer el senador, haciendo propio, de un modo extraño, el argumento de la oposición.

Lo que es más, el oficialista Mercadante se permitió incluso recordar que el propio alcalde de Caracas, Antonio Ledesma, férreo opositor a Chávez, les había pedido a los legisladores en Brasilia que aprobaran el protocolo de adhesión. “El aislamiento sería peor para la sociedad venezolana”, había dicho Ledesma, coincidiendo, por una vez, con una política de Chávez.

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El trámite en la Cámara alta en Brasilia fue más que arduo; duró años de enfrentamientos.
 
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