EL MUNDO

La ley Primer Empleo puede dejar sin empleo a Villepin

El premier francés, cuyo polémico Contrato Primer Empleo encendió el fuego en toda Francia, afronta una semana dura, tras la desautorización de hecho por el presidente.

Por John Lichfield *
Desde París


El intento del presidente Jacques Chirac de sacarse de encima la creciente crisis en Francia sobre una ley laboral para los jóvenes pareció haber fracasado espectacularmente ayer. En un mensaje televisado a la nación en la noche del viernes, Chirac dijo que ratificaría el Contrato Primer Empleo, diseñado para bajar el desempleo juvenil permitiendo a los empleadores despedir a jóvenes contratados durante un “período de prueba” de dos años sin justificaciones ni indemnizaciones, pero que haría que el gobierno aprobara una nueva ley quitándole todo su significado. Su tortuosa respuesta a una crisis político-social de cuatro semanas fue rechazada ayer por estudiantes y líderes sindicales, así como por la mayor parte de la prensa francesa, como una “broma del Día de los Inocentes”, una “trampa” y un “fragmento de un manual de autoayuda fallado”.

Alrededor de 2000 jóvenes –algunos de ellos estudiantes, pero muchos más activistas anarquistas y de extrema izquierda– salieron a protestar durante seis horas por las calles del centro de París luego del discurso de Chirac. Durante la caótica marcha, que terminó en las horas tempranas de ayer, los manifestantes arrojaron botellas a la policía antidisturbios e intentaron brevemente tomar por asalto la Asamblea Nacional. Grupos extremistas violentos rompieron las ventanas de dos sucursales de McDonald’s y saquearon las oficinas de Pierre Lellouche, diputado parisino del partido centroderechista de Chirac, la Unión por un Movimiento Popular (UMP). Esta protesta salvaje, junto a incidentes similares en ciudades provinciales, va a profundizar el temor de que una nueva jornada de marchas y huelgas a nivel nacional pueda ser invadida de nuevo por una minoría violenta de activistas de extrema izquierda y bandas de delincuentes juveniles de los suburbios pobres.

Aunque Chirac cedió terreno sobre las dos partes más polémicas del nuevo contrato juvenil, estudiantes y líderes sindicales parecieron resueltos ayer a seguir adelante con su protesta. La disputa amenaza ahora con trascender de una discusión sobre el empleo juvenil hacia una confrontación cabeza a cabeza entre un confundido gobierno de centroderecha (y presidente) y una jubilosa –y por el momento unida– izquierda francesa.

El Contrato Primer Empleo estaba destinado a reducir la tasa de desempleo juvenil francesa del 23 por ciento. Fue apurada en el Parlamento sin consultas, ni mucho debate, por el primer ministro francés Dominique de Villepin, quien había amenazado con renunciar –hundiendo al centroderecha en una crisis– si el presidente suspendía o bloqueaba la ley. Chirac dijo el viernes que firmaría la ley pero, en efecto, la pondría en un limbo. Afirmó que ordenaría al gobierno preparar una nueva ley, reduciendo el “período de prueba” a un año y obligando a los empleadores a explicar sus razones para despedir a trabajadores jóvenes. Aunque esto reduciría al CPE al nivel de un instrumento relativamente inofensivo –y probablemente inútil–, grupos estudiantiles y sindicatos están ahora resueltos a humillar a la derecha y, si es posible, a derrocar a Villepin. Chirac ha apelado ante sindicatos y estudiantes para participar de una conferencia nacional para considerar vías alternativas de promover el empleo juvenil. La mayoría de los líderes estudiantiles y sindicales dijeron ayer que no participarían de tales conversaciones hasta que el CPE fuera abolido, no sólo eviscerado.

En otras palabras, Francia afronta una crisis política, social y educacional que se ahonda –con muchas universidades y liceos bloqueados y una temporada de exámenes que se viene encima– sobre una ley que prácticamente ha dejado de existir. Villepin convocó a una reunión de emergencia de los jefes del centroderecha para trazar planes con vistas al futuro inmediato. En pocos días afrontará una explosiva batalla en la Asamblea Nacional, cuando intente hacer aprobar la nueva, diluida, versión de los contratos juveniles.


* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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Dominique de Villepin empujó la ley solo, y ahora ha quedado igualmente solo.
Imagen: AFP
 
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